viernes, diciembre 23, 2011

Mensaje de Navidad para no creyentes

Mensaje de buena voluntad a los creyentes de otras religiones, ateos, agnósticos y secularistas en general.

(Texto escrito originalmente por Guilherme Carvalho de L'Abri, Brasil - Traducido por Jonathan Muñoz)

Por favor, cede a la tentación en esa oportunidad. Celebra la Navidad también (sin el chistecito del solsticio y otras cosas parecidas). No te impongas a ti mismo una penitencia negacionista de fin de año…

“¿Celebrar qué? ¡El cristianismo sólo trajo opresión al mundo!"

Sí. El cristianismo no es inocente. No me he olvidado de la Cruzadas, de Servet, del genocidio indígena por los conquistadores “cristianos”, de la persecución a herejes, de las guerras de religión en Europa, de la pedofilia de los sacerdotes, del Pare de Sufrir, de los pelliscones y bofetadas de tu mamá beata, etc… Pero esos males ya estaban en el mundo antes que apareciese Jesús. Incluso la persecución a “herejes”, Antíoco Epífano (pagano) ya la hacía - y todo está allí en el libro de los Macabeos. Razones para hacer estas cosas malas el hombres siempre las tuvo. No se hace necesario un genio o una inspiración especial para practicarlas.

Miento: creo que Pare de Sufrir fue una innovación brasileña de nuestros tiempos. :-D

Pero aunque tú no creas que Jesús es el Logos divino en carne humana y aunque estés indignado por la cobranza de diezmos, es un hecho que sin él no habría algunas innovaciones que exigen inspiración, genio y virtud. Sin Jesús no existiría la antropología cristiana, ni el universalismo cristiano, ni el apóstol Pablo (vd. Slavoj Zizek), ni las misiones de San Patricio y Columba, ni la síntesis filosófica-religiosa de la mentalidad semítica con la mentalidad griega que formó a Europa, ni la ruptura del racionalismo griego, ni San Agustín (y, en el futuro, la idea de “self”), ni la abolición al infanticidio ni la represión contra la esclavitud, ni la “caritas” cristiana, ni la preservación de la herencia latina después de la caída del Imperio Romano…

Y entonces no habría Occidente, ni los primeros hospitales, ni el aristotelismo cristiano ni la ruptura con el aristotelismo cristiano, ni Cambridge y Oxford, ni Dante Alighieri, ni Pico Della Mirandola, ni Renacimiento, ni Rafael, ni Reforma, ni Lutero con su libertad de conciencia, ni escuelas públicas para enseñar a leer la Biblia (y otras cosas), no Johann Sebastian Bach, ni Rembrandt, ni el empirismo, ni la Royal Society (vd. Hooykas), ni revolución científica, ni Pascal, ni Martin Bucer, ni constitución moderna, ni “Lex Rex” (vd. Rutherford), ni hugonotes franceses, ni revolución francesa, ni revolución Norteamericana (ni Marx tampoco, le guste o no), ni Harvard, Yale y Princeton con las iglesias que las fundaron, ni la idea moderna de derechos humanos (vd. Wolterstorff), ni William Carey y el fin de la quema de viudas en India ni la abolición de la esclavitud con William Wilberforce, ni Comenio, ni Kierkegaard, ni Dostoyevski, ni negro spirituals (ni Jazz, ni Blues, ni Gospel, ni Rock & Roll y tal vez incluso… ¡ni Metal!), ni Cruz Roja, ni Maritain, ni la moderna declaración de Derechos Humanos, ni Martin Luther King (ni “I have a dream”), ni el Sindicato Solidaridad en Polonia, ni Tarkovski, ni Arvo Part, ni Malick, ni Desmond Tutu y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica y así por delante...

¡Sí! Tú puedes despotricar y maldecir contra las miserias de la religión, pero sé honesto y realiza un acto racional de respuesta proporcional. Te guste o no, tienes una deuda con la fe que inspiró y movió cambios positivos, que disfrutas hoy.

Así, como ya dije, no te impongas a ti mismo esta penitencia. Olvida tu falta de fe por unos momentos (no es tan difícil. ¿No haces eso con tu vida, acaso, todo viernes en la noche?) y agradece… al universo (¿?) por Jesucristo. Si después de informarte bien sobre la historia cristiana (dije “historia”, no Dan Brown ni sus semejantes) un sentimiento de gratitud nace en ti, no lo reprimas – aunque no tengas hacia donde dirigirlo. Ante la ausencia de alternativas, agradécele al viento. Aún así, será mejor que dormir en la cuneta otra vez, esta Navidad.

¡Celebra a Jesucristo, sea quién él sea!

jueves, diciembre 15, 2011

Breve (muy breve) comentario sobre cristianos, tatuajes y piercings

Antes de comenzar, quiero compartir este breve texto sobre este tema. Lo estoy trabajando como libro, con investigación mucho más profunda, pero ante tanta pregunta sobre el tema, quiero exponer resumidamente lo que he ido leyendo y estudiando durante algunos años. Los dejo con este muy breve comentario...

Evangelio… ¿en contra de los tatuajes y piercings?

Los piercing y tatuajes son cada vez más comunes en nuestros días. Algo que hace una década atrás era mirado con total rechazo, prejuicio y hasta miedo, hoy es visto en hombres, mujeres y jóvenes como algo normal. Incluso he visto a más de algún adulto mayor colocándose un piercing.

Como cristianos estamos inmersos en una sociedad que, ante la aceptación de estas prácticas, quedamos completamente confundidos. Muchas voces se levantan a favor y en contra de esto y si debemos o no aceptar estas conductas dentro de las iglesias. No pretendo hacer una teología de la modificación corporal, pero sí reflexionar sobre lo que he vivido respecto de este tema. A fin de cuentas aún es un asunto de gran discusión y controversia en muchos círculos evangélicos.

Cómo me veo

La primera cosa que necesitamos tener en mente es que se trata de un tema de apariencia personal y, por lo tanto, cambia según el tiempo y el lugar. Los usos y costumbres están directamente ligados a la cultura. Básicamente una cultura es formada por tres elementos: cosmovisión (la forma como un pueblo ve el mundo), sistema de valores (aquello que es importante para ese pueblo) y las normas de conducta (o modo como el pueblo se comporta; eso encierra el tipo de vestimenta y el trato hacia el otro). Las culturas son diferentes de acuerdo con su cosmovisión, valores y normas de conducta. Eructar en público después de comer algo es totalmente aceptable (y hasta loable) en ciertas culturas, pero es repugnante en otras. Una mujer con los pechos al aire es normal en muchos países de África, pero es obsceno en otras culturas. Besar a alguien en público es normal en Chile, pero puede llevarte a la cárcel en países islámicos. En estos mismos países islámicos un hombre no puede andar tomado de la mano con su esposa, pero puede andar de la mano con otros hombres. En occidente esta misma práctica evoca la idea de homosexualismo. Y por ahí va. Todas estas cosas son formas de expresión cultural. Puede ser un insulto o algo escandaloso para los que no son parte de la cultura, pero no necesariamente es errado para los que sí pertenecen a esa cultura. El hecho es que ninguna cultura es totalmente igual a otra y ninguna cultura (ni subcultura) está por encima de otra.

En el apocalipsis, Juan vio en el cielo pueblos de todas las tribus, razas, lenguas y naciones (grupos étnicos). Todas las culturas poseen elementos pueden e incluso deben ser redimidos, pero otros que necesitan ser rechazados por el Evangelio. Por ejemplo, hay culturas donde la poligamia es aceptable, pero ahí es donde debemos recurrir a la Escritura para dilucidar qué es lo aceptable y qué debemos rechazar.

Si entendemos que la apariencia personal es una cuestión de expresión cultural, esta apariencia también muda de acuerdo con la cultura y entenderemos que debemos mirarla con el prisma de la Escritura. Pinturas en la cara y en el cuerpo están presentes en diversas culturas. En la Polinesia, los nativos usan tatuajes para escribir su historia familiar en el cuerpo. También sucede lo mismo en algunas otras culturas orientales. El tatuaje y el piercing en el ombligo eran comunes en el antiguo Egipto. Algunos pueblos usaban piercing, aros y otras formas de alteración del cuerpo. Pero todo esto no necesariamente es “satánico” o “sacrílego”, sino “diferente”.

El problema es que el mundo se hizo pequeño. Nos estamos transformando cada vez más en una aldea global. Esta globalización genera que ciertas costumbres que antes sólo eran vistas en culturas aisladas y lugares remotos de la tierra, ahora se transforman en moda en todo el mundo. El tatuaje de henna es un ejemplo reciente de esta realidad. Y ¿quiénes son los responsables por el lanzamiento de la moda en nuestro mundo? Principalmente los medios de comunicación masivos que nos muestran artistas, músicos, cantantes usando determinada ropa, accesorio, estilos diferentes, muchas veces copiados por nosotros y de nosotros.

¡Así es! Cito dos ejemplos: Los raperos no inventaron un estilo de ropa y accesorios. Aquellos ya existían, pero fueron popularizados por los medios. La popularización de algunas costumbres orientales en occidente fue fuertemente influenciada por The Beatles cuando estaban en su fase de “El poder de las flores”. Muchas de las batas, camisones y pantalones que vemos hoy en las calles, plazas, centros comerciales y hasta en la iglesia fueron una influencia directa de la llamada “la mayor banda de todos los tiempos” y, por lo tanto, son “políticamente aceptadas” por nuestros liderazgos eclesiales. La popularización del piercing fue en 1993 con el video “Crying” de Aerosmith, donde Alicia Silverstone aparecía con un piercing en el ombligo. Una banda de rock, una balada romántica y una joven actriz. Elementos esenciales para fabricar la cultura y moda pop que es, simplemente, una mezcla de culturas y costumbres del mundo post-moderno.

Leonard Sweet, profesor y pensador cristiano, comenta sobre los tatuajes y piercings en su e-book “The Down Mistaken For Dusk”. Él dice que la razón por la cual la modificación del cuerpo es el tema Nº1 en discusiones y conversaciones de los jóvenes cristianos menores de 30 años, es por el hecho de ser parte de la cultura post-moderna actual (y casi global); una cultura donde la imagen es altamente valorizada.

¿Qué dice la Biblia sobre estas cosas?

Una gran ironía de estas acaloradas conversaciones, es que las cirugías plásticas, con silicona incluida, son cada vez más aceptadas entre los cristianos modernos. Hay pastores (y pastoras), ministros (y ministras) de adoración que están operad@s y nadie dice nada al respecto. Incluso en Chile tenemos varias pastoras, profetas y demases que han pasado por el bisturí de algún cirujano plástico cuando los diezmos y las primicias lo han permitido.

Sweet dice “La cirugía plástica es una forma severa de alteración del cuerpo. Esto es aceptado, ¿pero los piercing y tatuajes no?”. En la Biblia (Gn 24) leemos la historia de Isaac y Rebeca y de cómo se le regaló a Rebeca una argolla de seis gramos de oro para que se lo colocase en la nariz (un piercing) y, después de hacer esto, se arrodilló para adorar a Dios. Pienso que si esto fuese pecado o considerado pagano, entonces no hubiese mención a adorar a Dios.

En el libro de Éxodo percibimos que las mujeres de los hebreos usaban aros y argollas, los cuales fueron ofrecidos como ofrenda al Señor para la construcción del Tabernáculo. Nuevamente no creo que Dios aceptase de parte de su pueblo ofrendas que representaran costumbres paganas.

Pero el texto más intrigante para mi se encuentra en Ez 16.11-12: “Te adorné con joyas: te puse pulseras, collares, aretes, un anillo en la nariz y una hermosa corona en la cabeza”, donde es el propio Dios quien refiere esto de Jerusalén. Al parecer tales adornos no son una ofensa al Señor, sobre todo considerando el fin último detrás del acto mismo de usar piercings o adornos.

No estoy haciendo una exégesis sobre estos textos; estoy solamente haciendo una lectura como la haría cualquier cristiano. Y si la Biblia pareciera no condenar el uso del piercing, ¿por qué nosotros deberíamos? Nuestro desafío no es condenar, sino orientar a las personas (principalmente a los jóvenes) sobre las motivaciones detrás de estas prácticas y sobre los riesgos que existen en hacer estas cosas sin contar con un profesional del área, cuidando temas como la higiene y la salud. La persona debe estar consciente de los riesgos de inflamación, enfermedades contagiosas y efectos secundarios para con la sociedad. Deben estar conscientes de que algunas alteraciones son irreversibles, dejando marcas para toda la vida.

Motivaciones

Pero lo más importante es que debemos hablar con nuestros jóvenes es sobre identidad, autoestima e imagen. Creo que estas cosas son las realmente importantes ante cualquier alteración del cuerpo, ya sea una rinoplastia, colocarse silicona, corchetearse el estómago, hacerse una liposucción, colocarse un piercing o hacerse un tatuaje. Y las coloco a todas juntas cuando su motivación no es un tema de salud, sino simplemente un tema estético.

Mi única intención es compartir algunas ideas para fomentar la reflexión bíblica y saludable sobre el tema. Como falta hablar del tatuaje, acá va.

La primera cosa que se esgrime entre los cristianos que condenan los tatuajes y piercing como pecado es la prohibición escrita en Levítico 19.28 y que dice “No se hagan heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel. Yo soy el Señor”

Creo tener la seguridad absoluta de que los mismos cristianos que usan este texto para condenar los tatuajes, no tienen ningún problema para afeitarse, vestirse con ropas de dos telas diferentes, comer carne de cerdo o langosta, o tener un jardín en casa con plantas de diferentes especies. Porque esas cosas también estaban prohibidas en el libro de Levítico, al igual que las heridas y tatuajes. Santiago nos dice que si alguien quiere vivir por la Ley, entonces debe cumplirla por completo, incluidas estas prohibiciones. Entonces me pregunto ¿por qué prohibimos sólo algunas partes, pero nos damos libertad (incluso esgrimiendo la gracia en Jesús) de no prohibir también estas otras? Y he aquí una buena noticia: Los cristianos no estamos justificados por la Ley, sino que por medio de la Gracia en Cristo Jesús. Y no una Gracia barata, sino la redentora, regeneradora, perfecta, santa y sublime, que en la cruz me hizo estar en paz con Dios.

En segundo lugar, me gustaría recordar que, a mi entender, a pesar de que no exista ninguna condenación bíblica para el uso de tatuajes o piercing, la Biblia es clara en una cosa: ¡No debemos exagerar en nada! Pablo habla sobre vestirse modestamente y Pedro dice que debemos buscar la belleza interior, que es la que tiene valor real para Dios. Muchas personas que se hacen tatuajes y piercings lo hacen motivados para llamar la atención a sí mismos o para choquear a los otros en una actitud rebelde. Tal actitud es claramente condenada por Dios en Isaías 3, donde el profeta dice que, por causa de la arrogancia de las mujeres, Dios iría a arrancar sus decoraciones (incluido el piercing de la nariz), sus ropas caras e iría a raparles sus cabezas como señal de vergüenza. Cuando algo en mi vida se transforma en una obsesión o comienza a tener más importancia que mi relacionamiento con Dios y con el pueblo de Dios, entonces tal cosa DEBE ser rechazada. Por eso Pablo dice: “Todo me es permitido, pero no todo conviene. Todo me es permitido, pero no dejaré que nada me domine… Todo es permitido, pero no todo edifica” (1ª Corintios 6.12; 10.23)

El tema de fondo es qué es lo que me motiva a hacerme un tatuaje o un piercing, pero tampoco debemos olvidar qué es lo que me motiva a no hacerme un tatuaje o un piercing. Si en ambas posturas hay una fuerte tendencia a hacerlo por autojustificación y orgullo propio, entonces estamos ambas partes mal.

Recomendaciones

Finalmente, para cualquier persona que esté considerando la posibilidad de ponerse un piercing o hacerse un tatuaje, yo le sugeriría que recuerde lo siguiente:

Como cristiano, creo que debemos orar y pedir la orientación de Dios en primer lugar. ¿Será que esto es apropiado para mi vida?

La Biblia dice que debemos honrar y obedecer a nuestros padres. Entonces, consulta la opinión de ellos.

La Biblia dice que le pertenecemos y, de tatuarnos algo, debemos hacerlo para glorificar a Dios en nuestro cuerpo, mostrando nuestra pertenencia a Él. Cualquier símbolo esotérico o de otra religión o palabras de maldición u otra que no le honre, creo que no está ni siquiera en discusión el usarlas.

El mundo corporativo y empresarial tiende a rechazar a las personas tatuadas. Piensa bien entes de hacerte un tatuaje, porque eso puede quitarte un puesto de trabajo en el futuro.

Recuerda que vas a tener esta marca de por vida. No cometas la estupidez de hacerte algo de lo cual te arrepientas después.

domingo, diciembre 11, 2011

Creyentes 'copeteros'

El siguiente artículo (titulado originalmente como 'Creyentes Cachaceros") pertenece al pastor Sandro Baggio, misionero de Steiger y fundador de la iglesia Projeto 242 de Brasil. Lo he traducido al considerarlo un muy buen artículo que puede fortaleces y enriquecer tu caminada cristiana. Acá los dejo con este artículo:

En mayo de 1990 yo era misionero de OM (Operación Mobilización) y estaba a bordo del barco Logos II. Estábamos anclados en Bremenhaven, puerto de la ciudad de Bremen al norte de Alemania. Una noche, al salir con amigos para conocer esa hermosa ciudad, fuimos al Marktplatz que estaba repleto de personas. Parecía un Oktoberfest (a pesar de yo nunca haber ido a uno). OM tenía una ley seca, o sea, ninguno de sus misioneros tenía autorización para ingerir bebidas alcohólicas mientras estuviese trabajando con la organización. Pero alguien sugirió que, en ese local, deberíamos tomar algo. Yo no sabía exactamente que beber y, ante mi indecisión, me sugirieron una cerveza dulce. La idea sonó agradable y acepté. Una vez que llegó, tomé la cerveza de tonalidad clara, servida en un vaso similar a una pequeña copa, diferente a los ‘vasos schoperos’ en que servían la cerveza en otras mesas (y bastante más pequeño que esos ‘vasos schoperos’). Bebí tranquilamente. Y me embriagué como una yegua.

Al regresar al barco, subí con mucho cuidado y pasé callado frente el vigía nocturno, orando para que no se notase mi estado. Más allá de avergonzarme, aquella situación me trajo recuerdos dolorosos de mi infancia.

Yo crecí en un hogar marcado por los disturbios que surgen del abuso del alcohol. Parte de mi infancia fue un verdadero infierno por causa de las tomateras de mi padre. Cuando niño, era común beber hasta emborrachar en las fiestas de fin de año. Con once años, comencé a beber con mi hermano un año mayor. Comprábamos vino y cachaza y esperábamos el día en que mi mamá y hermanas estuviesen fuera de casa para llamar a unos amigos y emborracharnos.

En una de esas “fiestas”, mi hermano tuvo un coma alcohólico, fue internado de urgencia y por poco no murió. Fue el fin de nuestras tomateras. A los catorce años entregué mi vida a Jesús en el culto de una iglesia pentecostal y “ellos me enseñaron lo correcto e incorrecto, es blanco es negro” como dice la canción de King’s X.

Fue solamente cuando estaba en el seminario teológico que comencé a estudiar seriamente lo que la Biblia dice sobre la ingesta de bebidas alcohólicas. Me sorprendí al descubrir que, al contrario de lo que se me había enseñado (y que me pareció muy bueno teniendo en cuenta mi historial familiar con el alcohol), la Biblia no condena beber vino. En la Biblia, el vino es visto como señal de alegría y bendición de Dios. Salomón habla de la promesa para los que honran a Dios con sus recursos: sus graneros estarán plenamente llenos y sus barriles desbordarán de vino (Proverbios 3.9-10). Él dice que son dichosos los que comen en el momento apropiado para trabajar con fuerzas y no para emborracharse; una alerta contra la embriagues al mismo tiempo que reconoce que el vino nos da alegría y felicidad (Eclesiastés 10.17 y 19). Semejantemente el salmista alaba a Dios como creador que “hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, para hacer salir de la tierra el pan, y el vino que alegra el corazón del hombre…” (Salmo 104.14-15)

O sea, en estos y en otros tantos pasajes que tratan el tema del vino y los fermentados, aprendí que la Biblia enseña claramente que:

- Beber no es pecado, pero…

- Beber en exceso es pecado, por lo tanto…

- Necesitamos ser cuidadosos con el poder seductor del alcohol y…

- A veces, la mejor cosa que podemos hacer es no beber.

Que beber no es pecado debería quedarnos claro, tomando en cuenta que el primer milagro de Jesús (Juan 2) fue transformar el agua en vino en una fiesta de casamiento. “Pero”, me habían dicho “no era vino como tal, no tenía fermentación, era sólo jugo de uva”. Esta teoría se cayó por tierra considerando que otros pasajes de la Biblia hablan sobre la posibilidad de embriagarse con vino, así que no podía ser “sólo jugo de uva” (nadie puede embriagarse sólo con jugo de uva). De hecho, Pablo, escribiendo al joven pastor Timoteo, le recomienda beber un poco de vino con sus comidas (Timoteo 5.23). Al hablar de las características de los diáconos y presbíteros, Pablo dice que ellos no deben ser amigos de “mucho vino” (Timoteo 3.3) ni tampoco “apegados al vino” (Timoteo 3.8), palabras que no tienen sentido si se tratara sólo de “jugo de uva”. En su carta a Tito menciona el comportamiento de las mujeres cristianas y dice que ellas no deben ser “esclavas del vino” (Tito 2.3). Más allá de eso, hay fuertes indicios de que el propio Señor Jesús bebía vino. En contraste con Juan Bautista, de quien el ángel dice a sus padres que él no bebería vino ni bebida fermentada (Lucas 1.15), Jesús fue acusado de “comedor y bebedor” (Mateo 11.18-19). Jesús no tuvo pecado alguno y el bebía. Pablo no recomendaría un poco de vino a Timoteo si tomar vino fuese pecado. Y la Santa Cena no sería celebrada con vino si su ingesta fuese pecado. Uno de los problemas en Corinto es que algunos se estaban embriagando en la Cena, prueba de que no se trataba “sólo de jugo de uva”.

Muchos creyentes, al descubrir esto, están comenzando a disfrutar de una copa de vino o una cerveza, libres de una conciencia culpada.

El problema hoy en día no parece ser el de la abstinencia forzada o de las prohibiciones legalistas. Ya no vivimos en la época de la ley seca en la mayoría de las iglesias evangélicas brasileñas. El problema es que cada vez más hay más cristianos bebiendo más de la cuenta. Me sorprendo al mirar en Facebook y ver un número creciente de fotos exhibiendo tragos como si fuesen trofeos o “confesiones” de tomateras, como si se tratara de cosas triviales. Es el caso clásico de quien no sabe lidiar con la libertad y, después de un período de represión, van de un extremo a otro.

¿Por qué será que el hombre, cuando huye de sí mismo
Se ahoga en el copete y se droga sin parar?
¿Será que la vida impuesta es perder un todo vale?
¿Vivir siempre drogado es mejor que luchar?
¿Beber hasta morir esa es la solución?
(Beber hasta morir – banda ‘Ratos de Porão’)

Los cristianos, ¿pueden beber? Sí. No hay prohibición sobre eso en la Biblia. Pero la Biblia deja absolutamente claro que embriagarse es pecado y que los borrachos no heredarán el Reino de Dios: “…ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1ª Corintios 6.10 y Gálatas 5.19-21). Hay diversas historias en la Biblia sobre las consecuencias de emborracharse, llevando a las personas a cometer una serie de delitos graves bajo el efecto del alcohol. Incesto, violencia, adulterio, pobreza, asesinato, depresión y locura son algunos de los males relacionados con la borrachera relatados por la Biblia.

En su comentario de la primera carta de Pablo a Timoteo, cuando Pablo recomienda al joven pastor que, por causa de sus enfermedades, no beba solamente agua, sino que “un poco de vino”, Calvino dice lo siguiente sobre la embriagues:

“El término griego usado describía no sólo la embriagues, sino cualquier tipo de descontrol al beber vino. Beber con exceso no es sólo indecoroso en un pastor, sino generalmente resulta en muchas cosas mucho peores, tales como peleas, actitudes necias, ausencia de castidad y otras que no es necesario mencionar”

Y sigue:

“¡Cuán pocos hay en nuestros días que carecen de abstinencia de agua; en contraparte, cuantos carecen de ser frenados en su uso inmoderado de vino! Es también evidente qué necesario se nos hace, incluso cuando queremos actuar correctamente, rogar al Señor que nos dé el Espíritu de sabiduría para instruirnos en el camino de la moderación”

Por tanto, es necesario tomar cuidado con el poder seductor del alcohol. Estadísticas apuntan que el consumo de alcohol en Brasil aumenta cada año, tornándolo al país en uno de los más afectados por problemas asociados al alcoholismo. Una de las razones pareciera ser que beber se está transformando en algo cultural. En Brasil, la cerveza se transformó una bebida tradicional (la AMBev produce ¡35 millones de botellas de cerveza al día!) y esto ha hecho que los brasileños comiencen a beber cada vez más jóvenes (la iniciación en el alcohol está entre los 10 y 13 años). El resultado de tanta tomatera es que, según algunas proyecciones, se cree que el 7,3% del PIB anual es destinado a problemas provenientes del alcohol y que el 65% de los accidentes fatales en São Paulo tienen un conductor embriagado.

Hay diversas advertencias en la Biblia sobre la seducción del vino. La más notoria de ellas sea, tal vez, la de Proverbios 23.31-35:

No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor.

Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero.

Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

Chesterton comenta:

“El vino, dice la Escritura, alegra el corazón del hombre, pero solamente del hombre que tiene corazón”. Por lo tanto, “Nunca bebas cuando estés infeliz por no tener algo para tomar, porque parecerás un triste alcohólico tirado en la calzada. Pero bebe cuando, aún sin alcohol, estés feliz; eso te hará parecido a un risueño campesino italiano. Nunca bebas cuando lo necesites, pues tal acto racional es el camino a la muerte y el infierno” (G. K. Chesterton en ‘Omar y la viña sagrada’)

La conclusión es que, a veces, lo mejor que se puede hacer es no beber. Esto no es legalismo, sino sentido común. El comediante Eddie Murphy reveló que no bebe porque el alcohol no hace bien y que la última vez que tuvo resaca, fue después de tres copas de champaña en 1993 y lo hizo decidir no beber alcohol nunca más.

“Yo no bebo. Si bebo, sé que no me voy a sentir bien. Y, a veces, parece que todos los que beben están felices y divirtiéndose más, pero sé que no puedo” (Eddie Murphy)

Del mismo modo, conozco muchas personas que no beben por diversos motivos. Algunos no pueden beber por cuestiones de salud. Otras porque, habiendo sido víctimas del alcoholismo, saben que basta una dosis para que caigan nuevamente en el abismo. El cristiano que es libre para beber sin embriagarse, necesita ser libre también para no beber cuando la ocasión no fuera conveniente (o no beber nunca, si fuese el caso). Sobre todo, necesita tener la sensibilidad para no beber cuando esté en presencia de personas que puedan tropezar al intentar imitarlo. Eso también es un acto de caridad.

Concluyendo, más allá de agotar el asunto, creo que, como cristianos, deberíamos ser ejemplo de responsabilidad con relación a nuestros hábitos de comida y bebida. Pablo hace una lista en esta área como ‘obras de la carne’, cosas a las que estábamos sujetos antes de conocer a Cristo (Romanos 13.13-14). En contraste, el fruto del Espíritu es el dominio propio (moderación). Por eso, el apóstol recomienda, en vez de embriagarse con vino, debemos procurar estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5.17-18). El apóstol Pedro también advirtió a sus lectores sobre ciertos abusos que ya no deberían ser parte de sus vidas como cristianos (1ª Pedro 4.3). Tales advertencias hacen eco de las palabras del propio Señor Jesús en Lucas 21.34:

“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”

POST-SCRIPTUM

“Templanza, infelizmente, es una palabra que perdió su significado original. Hoy en día ella significa la abstinencia total de bebidas alcohólicas. En la época en que la segunda virtud cardenal recibió ese nombre, ella no significaba eso. La templanza no se refería apenas a un trago, sino a los placeres en general; esto no implicaba abstinencia, sino moderación y no pasarse de los límites. Es un error considerar que los cristianos deben ser todos abstemios; el islamismo, no el cristianismo, es la religión de la abstinencia. Es claro que abstenerse de bebidas fuertes es deber de ciertos cristianos en particular o de cualquier cristiano en determinadas ocasiones, ya sea porque si toma el primer vaso no podrá parar, o ya sea porque está rodeado de personas que tienen inclinación al alcoholismo y no quiere inducir a nadie a seguir su ejemplo. El punto es que se abstenga, por un buen motivo, de algo que no es condenable en sí mismo, pero que no se incomoda ver a otros disfrutar del alcohol. Una de las señales de un mal carácter es aquél que no logra privarse de algo sin querer que todos los demás se priven también. Ese no es el camino cristiano. Un individuo cristiano puede encontrar bueno el abstenerse de una serie de cosas por razones específicas –de casarse, de carne, de cerveza o de ir al cine-, pero en el momento en que comienza a decir que estas cosas son malas en sí mismas, o que comienza a poner malas caras a las personas que usan estas cosas, este cristiano se desvió del camino” (C. S. Lewis en ‘Cristianismo puro y simple’, Martins Fontes, p. 103-104)