domingo, marzo 06, 2016

Una mirada a la realidad migratoria.


"Imagina que no hay países.

No es difícil hacerlo..."
[John Lennon -Imagine] 






El siguiente artículo es, inicialmente, un trabajo entregado para el ramo de Misiones Urbanas en el Seminario Teológico donde estudio. Es una reflexión sobre la deuda que, como iglesia reformada, tenemos con los inmigrantes.
Mientras sigamos metiendo los recursos en satisfacernos a nosotros mismos, en capacitaciones para nosotros, en desarrollo intelectual para nosotros, en instancias que nos reporten ganancias e ingresos, en ver la cuenta corriente con ceros y no las dispongamos para quienes hacen la pega con los inmigrantes, en quienes hacen patria en los extremos de nuestro país donde están los inmigrantes, en asumir que los inmigrantes son ese prójimo que Jesús nos llamó a amar, la realidad migratoria no será afectada con el evangelio... y seremos de cartón una vez más. 

INTRODUCCIÓN

"…turcos en Alemania, un palestino sirviendo café en Israel, afroasiáticos en las calles de Seattle; y a pesar de eso es difícil ver un beso multirracial en Hollywood. El mundo migra y se da de cara con fronteras…”         

[Desterro - F.Ur.T.O][1]


Si observamos nuestra historia cristiana, nos encontraremos que desde sus inicios veterotestamentarios está relacionada con personas que fueron extranjeras. Dios, cuando llama a Abraham, le dice que deje su tierra y que se dirija a un nuevo lugar donde Él le mostraría (Génesis 12). Su descendencia nació y creció entre extraños. Su nieto Jacob tuvo que vivir lejos de su tierra, a donde volvió para engendrar hijos. Uno de ellos, José, creció como extranjero en Egipto, lugar donde luego llegó el resto de su familia por problemas de hambruna. Allí fueron inmigrantes por cuatrocientos años. Y no fue distinta la suerte de ellos una vez que salieron, ya que fueron un pueblo errante por otros 40 años.
Cuando ya se asentaron en la tierra que Dios les había prometido, el Señor siempre les recordó su condición de extranjeros, creando leyes que protegieran y ayudaran al inmigrante. Estas leyes, entre muchas otras más, fueron violentadas sistemáticamente, al punto que el Señor nuevamente, y como castigo, los envía al destierro, situación en la que el pueblo de Dios estuvo por otros 70 años, hasta que finalmente regresan a su tierra donde, lejos de potenciarse y llegar a ser una gran nación, terminaron siendo como extranjeros en su propia tierra, al ser sometidos por el imperio romano.
Aquí, en esta condición vino a nacer el Mesías. Y al nacer, sus padres tuvieron que abandonar la ciudad para proteger sus vidas. Cristo hace una interesante relación entre la vida migratoria de Israel con la vida que tendremos quienes somos sus discípulos: no olvidemos nuestra condición de extranjeros en este mundo (Juan 15.19). Así parece que lo entendió el apóstol Pedro cuando afirma que somos extranjeros y peregrinos en este mundo (1ª Pedro 2.11)
Los cristianos pertenecemos a un reino que no es de este mundo. Por eso Jesús insiste en hacernos entender que ninguno de nosotros nos podíamos sentir superiores a los extranjeros. Es más, nos llama a amar a los extranjeros (nuestros prójimos) como a nosotros mismos. Y la iglesia cristiana primitiva así lo comprendió, llevando el evangelio a todos y predicando el evangelio a todos quienes llegaban a las ciudades más importantes de la época en busca de oportunidades.
Pero no solamente podemos ver las migraciones cristianas en la Escritura, sino que también en nuestra propia historia eclesiástica chilena. Fueron extranjeros los que llegaron con el evangelio a nuestro país. Fueron inmigrantes los que formaron las primeras comunidades cristianas locales. Fueron inmigrantes los que lucharon por la libertad de culto, las leyes laicas, el registro civil, el matrimonio civil, la educación pública entre tantas otras cosas. Hombres como Henry Hill, William Wheelright, Mathias Höevel y nuestro conocido David Trumbull fueron inmigrantes que habitaron entre nosotros y, gracias a su condición de inmigrantes, nosotros conocimos a Cristo.
¿Qué diferencia real existe entre estos inmigrantes y los actuales? ¿La educación que tenían? ¿Los recursos que inyectaron al país? ¿Los beneficios que sacamos de ellos? ¿No es esto un acto discriminatorio? ¿No es esto una lectura pobre sobre nuestro papel en la vida de los extranjeros? Como dice Tony Campolo, “El mundo no sabe cómo amar al extranjero. No sabe cómo aceptarlo como igual. Sabe sí, en cambio, cómo odiar. Y vaya si odia con ferocidad. La iglesia necesita tener un mensaje claro de amor y de aceptación en este tiempo de fragmentación y fracturas. Nosotros necesitamos ser modelo del mensaje de que todos hemos sido creados con dignidad plena e igualitaria […] Como cuerpo de Cristo, es evidente que no podemos decir que los hemos amado como a nosotros mismos”[2]
Probablemente la gran diferencia esté en el hecho de que los actuales inmigrantes, o al menos un gran número, no tienen a Cristo en sus vidas. Urge, entonces, una comprensión de nuestra responsabilidad ante esta realidad. Urge que podamos ver esto como lo que es: un desafío urbano que, como iglesia protestante, debemos asumir.

SITUACIÓN DE LA INMIGRACIÓN EN CHILE

“Soy lo que dejaron

Soy toda la sobra de lo que se robaron
Un pueblo escondido en la cima
Mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima”

[Latinoamérica - Calle 13][3]

La inmigración en Chile se refiere al desplazamiento de diversas comunidades extranjeras al país. La población chilena recibió (y recibe) inmigrantes principalmente de América Latina, Europa y Oriente Medio durante los siglos XIX y XX. Hoy, la mayor parte de los inmigrantes son latinos (sobre todo de países limítrofes) y también un gran número llegando desde Asia. Según la Organización Internacional para las Migraciones, los motivos que tienen estas personas para llegar a Chile, son múltiples. Esta organización contabilizó, al 2008, unos 415.000 extranjeros legalizados en el país, lo que representa el 2,1% de la población total nacional[4].
Según el censo del 2012[5] (al menos de los datos que sí sirvieron del mismo), del total de inmigrantes que viven legalmente en Chile, el 30,53% son de nacionalidad peruana; el 16,79% son de nacionalidad argentina; el 8,07% son de nacionalidad colombiana; el 7,41% son de nacionalidad boliviana; el 4,82% son de nacionalidad ecuatoriana; el 3,26% son de nacionalidad española; el 3,26% son de nacionalidad estadounidense; el 2, 89% son de nacionalidad brasileña; el otro 22,97% son de otras nacionalidades. Las más curiosas son 1 inmigrante de Micronesia (Oceanía), 2 inmigrantes de San Marino (Europa), 1 inmigrante de Birmania (Asia), 1 inmigrante de Burundí (África) y 1 inmigrante de Bahamas (América).
Según un estudio efectuado por la Jefatura Nacional de Extranjería y Policía Internacional del a PDI, el 58,8% de los extranjeros que viven en Chile, lo hacen en la ciudad de Santiago. Las comunas más habitadas por estos inmigrantes son las comunas de Santiago, Recoleta e Independencia[6].
Según el mismo reportaje, los extranjeros se desempeñan principalmente en tareas del tipo comercial, muchos otros como empleados en comercio local, muchas como asesoras del hogar (y sus maridos en la construcción), estudiantes (básico, medio y superior) y por último en otras tareas.
En medio de la vorágine de la ciudad, las historias de integración y discriminación se multiplican. La más común de escuchar es la referente a las diferencias culturales. “A los chilenos les cuesta entender las costumbres extranjeras. La mayoría de los inmigrantes son más alegres, más fiesteros, más ruidosos y eso molesta a los chilenos” dice el Presidente de la Comunidad de Peruanos en este mismo reportaje. También hay abusos, como por ejemplo en los arriendos, los cuales son indignos y a precios excesivos.

Extranjeros y su vida espiritual
No fue posible hallar datos sobre la vida espiritual de los inmigrantes, salvo las fiestas religiosas católicas (como la Fiesta del Señor de los Milagros de la comunidad peruana) o la presencia organizada de congregaciones musulmanas, hindúes, y las conocidas obras Presbiteriana y Asamblea de Dios para los inmigrantes coreanos. Seguramente muchas iglesias pentecostales y neo-pentecostales deben tener muchos inmigrantes en sus congregaciones. Pero es necesario poder levantar datos sobre los extranjeros en iglesias evangélicas en Chile.
Muchos inmigrantes están tranquilos en Chile, pero claramente se manifiestan, en su mayoría, discriminados, mal mirados y tratados como personas de segunda categoría. El trabajo para las iglesias protestantes es grande.

DESAFÍOS MISIONALES
Desafíos generales
Muchos autores han escrito mucho sobre este tema. Greenway, Keller, Conn o Bosch hablan sobre los nuevos paradigmas de la misión en las ciudades. Todos ellos están de acuerdo en que las migraciones son la “nueva ola” de las misiones.
Roger Greenway plantea que las migraciones tienen su origen en el aumento de la población mundial y, con este crecimiento, la necesidad de habitar otros lugares en búsqueda de trabajo y oportunidades para sus familias. Greenway dice que “el campo de cosecha es más grande que nunca antes. Más personas que nunca deben ser alcanzadas con el evangelio”[7]. Para Tim Keller, el asunto de los desafíos misionales urbanos es de gran importancia. En su libro Iglesia Centrada, Keller dice que “Todas las señales presentes nos hacen creer que el orden mundial del siglo XXI será global, multicultural y urbano”[8], por lo que anima a que “tengamos cristianos e iglesias dondequiera que haya gente, pero la gente del mundo se está trasladando a las grandes ciudades del mundo muchas veces con mayor rapidez que la iglesia”[9].
Raymond Bakke se pregunta ¿Qué está haciendo Dios con las migraciones masivas en el mundo? ¿Por qué en este tiempo en la historia las naciones están viniendo a las ciudades?[10] No podemos perder de vista que “cada una de las personas que llegan a las ciudades es un ser humano creado a la imagen de Dios. Cada persona tiene necesidades, pero por sobre todo, cada persona necesita a Jesucristo y la salvación que él otorga. ¡Qué tremendo desafío misionero nos aguarda en las ciudades!”[11].
Es, entonces, un hecho: Dios está usando las migraciones para que gentes de todas las naciones, razas, grupos étnicos y subgrupos puedan oír el evangelio de Jesucristo.

Desafíos con inmigrantes
El desafío general recae en el desafío con los inmigrantes. El desafío misional por esencia para la iglesia es que más obreros respondan al llamado del Señor, a prepararse y a ponerse manos a la obra para recoger la cosecha. La iglesia debería participar de las misiones en las ciudades, según Manuel Ortiz, porque “personas de todos los rincones del mundo están entrando a las ciudades. La urbanización y el urbanismo son el camino de vida y la nueva ola para las misiones”[12]. Es lo que decía anteriormente.
El tema aquí es que estos desafíos están asociados con los problemas que se viven en las ciudades. Quienes llegan a vivir a una ciudad no están del todo preparados para enfrentar las dificultades. No tienen las habilidades o entrenamiento para las ofertas de trabajo disponibles, o simplemente sus entrenamientos y habilidades no son reconocidos en el país de llegada, por lo que deben terminar trabajando en cualquier cosa, con sueldos miserables. En muchos casos, tampoco tienen el dinero para comprar una vivienda ni para pagar los altos arriendos. Como dice Greenway, “se ven obligados a vivir en emplazamientos marginales, en viviendas precarias…”[13]. En general, y como los mismos inmigrantes decían en el reportaje de La Tercera mencionado anteriormente, estas cosas son parte de la discriminación que viven los extranjeros que se vienen a vivir a Chile.
Y no solamente viven una vulnerabilidad física, sino que emocionalmente los inmigrantes también son vulnerables. Por esto, las personas que se han reubicado recientemente y que están experimentando cambios fundamentales en su vida, están más abiertas al evangelio. En la experiencia de Roger Greenway, “las personas que son nuevas en una ciudad están abiertas a nuevos conceptos, incluyendo ideas acerca de Dios y de la religión. A pesar del desarraigo y el deterioro que sufren muchos de ellos, Dios es soberano y les abre oportunidades para conocerlo que antes no habían tenido. Nuestra responsabilidad es hacer uso de estas oportunidades para poner en práctica el mandato misionero de Cristo y llevarles las buenas nuevas del evangelio”[14].

CÓMO ACTUAMOS
Hacer justicia
Ante esta realidad, Keller reacciona hablando de la necesidad de hacer justicia. Para Keller, hacer justicia significa cuidar de los vulnerables. En su análisis de Miqueas 6.8[15], apunta a que los términos mishpat (justicia) y chesedh (misericordia) que aparecen aquí, también aparecen en todos los otros versículos del Antiguo Testamento donde siempre se asocian a 4 tipos de personas: huérfanos, viudas, pobres y extranjeros. Según él, una contextualización de este texto incluiría hoy a refugiados, trabajadores inmigrantes, los sin techo, los muy ancianos y los padres y madres que cuidan solos a sus hijos.
Para el pastor Keller, la mishpat de una sociedad es validada de acuerdo con el tratamiento dado a estos grupos. Cualquier negligencia en relación a las necesidades de quienes son parte de este grupo, “no es simplemente falta de misericordia o caridad, sino una violación de la justicia. Dios ama y defiende a quien tiene menos poder económico y social, y debemos actuar de la misma forma. Ese es el significado de hacer justicia”[16]. Pero Keller no se queda simplemente ahí, sino que nos anima a que, haciendo esto (preocupándonos de cuidar a los vulnerables) estamos reflejando el carácter de Dios y por lo tanto, glorificándolo.
Me parece interesante que Keller invite a los reformados a repensar el concepto de justicia social apuntando justamente hacia los más necesitados, sobre todo pensando en que históricamente las iglesias reformadas siempre han estado ubicadas en los estratos medios. En Chile podríamos decir que se concentran en el estrato medio aspiracional, y donde hablar de justicia social está muy mal asociado al comunismo. Y es que Keller apunta a la doctrina de la gracia como el motor de esta justicia social bíblica que nos ayudará a enfrentar los desafíos urbanos. Keller dice que “cuando somos salvos gratuitamente por alguien de quien sólo merecemos repudio, es que saldremos por el mundo dispuestos a ayudar a cualquier persona en necesidad. Cuando recibimos por medio de Jesús ese amor de prójimo totalmente radical, pasaremos a ser el tipo de prójimo que la Biblia requiere que seamos”[17].

Asuntos prácticos
El cómo llevar a cabo un trabajo intencionado dirigido a enfrentar este desafío urbano, va a depender de la lectura etnográfica que se logre hacer del espacio donde los inmigrantes estén. Probablemente repetir modelos no sirva, como la mayoría de las veces sucede. Pero hay cosas que deben realizarse sí o sí. Irven Paul, hablando sobre el legado de David Trumbull, plantea la imperiosa necesidad de no dejar de lado las doctrinas que caracterizan el evangelio, de acuerdo con la tradición reformada. Al respecto dice que “debe destacarse una convicción profunda y una fe absoluta en la soberana majestad y gracia de Dios trino. Es el creador, sustentador, redentor y juez de toda vida. Su providencia gobierna sobre todo”[18]. Esto nos trae aliento y paz para apuntar a cumplir una misión entre los inmigrantes, ya que sabemos que Dios, por una parte ha atraído a los inmigrantes hacia nuestro país, y por otro proveerá de todas las cosas para que el trabajo de llevar el evangelio a estos extranjeros se cumpla. El tema es, tal vez, saber cuán comprometidos realmente estamos.
Tony Campolo entrega algunos asuntos prácticos (bastante radicales) que cualquiera de nosotros puede hacer con los inmigrantes, mientras las cúpulas eclesiásticas reformadas deciden armar o apoyar intencionadamente algún proyecto de plantación de iglesias en medio de los inmigrantes. Estas ideas (mencionadas en este extracto) son[19]:
a)    Mantengamos un espíritu humanitario. Todos necesitamos recordar que estas personas que buscan la manera de ganarse la vida son seres humanos.
b)    Acoge a una familia de refugiados. Los refugiados que huyen de su país de origen para escapar de las atrocidades, a menudo acaban atrapados por las nuevas dificultades, como encontrar un empleo, matricular a los hijos en una escuela de la localidad, aprender sobre cómo son los sistemas de salud, legales y bancarios, encontrar un hogar donde vivir, aprender el idioma… solo por mencionar algunas.
c)    Hazte amigo de extranjeros. Provee orientación, abre tu hogar para dar alojamiento, ayuda en el proceso de adaptación.
d)    Celebra la comunidad. A pesar de toda la conectividad, somos una comunidad humana fracturada. Invita a los extranjeros a celebrar sus diversas tradiciones (siempre y cuando no atenten contra los aspectos fundamentales y esenciales del cristianismo) 

CONCLUSIÓN
“Campesinos y gentes del pueblo

Te saldrán al encuentro viajero
Y verás cómo quieren en Chile
Al amigo cuando es forastero”
[Si vas para Chile – Chito Faró][20]


Siempre nos hemos jactado como chilenos de ser personas bastante acogedoras. Pero lamentablemente no lo hemos sido siempre. Es cosa de recordar el llamado a una marcha en contra de los inmigrantes en Antofagasta, después de un partido de fútbol. O sea, nuestra más conocida tonada “Si vas para Chile” estaría pasando a ser una pieza de museo. Porque no solo puedo citar ese evento en particular, sino que las despectivas bromas en contra de los peruanos en la Plaza de Armas de Santiago o las muchas veces que se pifia los himnos de Argentina, Bolivia o Perú cada vez que nuestras selecciones de fútbol se encuentran para las clasificatorias mundialistas.
Mientras más leía sobre estos temas, más recordaba la doctrina de la gracia. Sólo con esta mirada superficial sobre este tema podemos darnos cuenta que, simplemente, no hemos dado el ancho en lo que refiere al tema de los inmigrantes. Sólo por medio de la gracia de Dios es que podemos seguir siendo aceptos delante de él. Hemos fallado y debemos arrepentirnos, porque claramente no hemos amado lo suficiente a los inmigrantes. Ni siquiera hemos sigo generosos.
Shane Claiborne dice que "la generosidad es una virtud que no es exclusiva a aquellos con un don espiritual especial o una pasión filantrópica admirable. La generosidad está en el centro mismo de nuestro nuevo nacimiento. La cultura popular nos ha enseñado a creer que la caridad es una virtud, pero para los cristianos la caridad es solo lo esperado. La verdadera generosidad no se mide por cuánto regalamos sino por cuánto nos quedamos después de esto, en especial al observar las necesidades de nuestro prójimo. No tenemos el derecho de no ser generosos”[21]. Tiene mucha razón cuando dice que la caridad es lo mínimo esperado de parte de un cristiano que ha sido sacado de la indigencia espiritual absoluta a la condición de hijo de Dios.
Una de las formas de hacer justicia y amar misericordia, como decía Tim Keller, es comenzar con pequeños actos de redención en este tema. Y es que los inmigrantes han venido para quedarse y asentarse en nuestro país. Por eso pienso en, o crear ministerios enfocados a los inmigrantes, o de una trabajar en una plantación de iglesia en un barrio donde vivan muchos inmigrantes, con la finalidad de alcanzarlos con el evangelio de Jesucristo.
¿Habrá restauración de las relaciones rotas por el racismo y la xenofobia? ¿Existe alguna vía de reconciliación con los inmigrantes? ¿Hay alguna forma en que podamos estar internamente en paz con ellos en medio de nosotros?
En Colosenses 1.18-20 el apóstol Pablo nos cuenta que, porque Cristo derramó su sangre en la cruz del calvario, reconcilió todas las cosas consigo. Graham Cole dice que “el alcance de la reconciliación y la pacificación efectuada por Cristo es impresionante. Todas las cosas fueron tocadas por el sacrificio de Cristo. El ‘todas las cosas’ incluye lo terrenal y lo celestial. Su muerte en la cruz sirvió no solo para restaurar la relación de la humanidad con Dios, sino también para renovar las relaciones en todo el universo”[22]. Siendo así el alcance de la fuerza pacificadora y restauradora de Cristo, no podemos no hacer el trabajo que tenemos que hacer como hijos de Dios y desarrollar estrategias de alcance con el evangelio a todos los inmigrantes que llegan a nuestro país.
Termino admirando las corajosas palabras de David Trumbull en 1886:
“En este continente hay veinte millones que necesitan la doctrina evangélica cristiana y son alcanzables”
Dios nos ayude a seguir el legado de un inmigrante que cambió nuestro país.

BIBLIOGRAFÍA
CAMPOLO, Tony. Todos queremos cambiar al mundo. Editorial Vida, Miami, 2008.
CLAIBORNE, Shane. Revolución Irresistible. Editorial Vida, Miami, 2011.
COLE, Graham. God the Pacemaker. Apollo, Illinois, 2009.
CONN, Harvie. The urban face of mission. P&R Publishing, New Jersey, 2002.
GREENWAY, Roger. ¡Vayan y hagan discípulos! Libros Desafío, Grand Rapids, 2ª Edición, 2010.
KELLER, Tim. Iglesia Centrada. Editorial Vida, Miami, 2012.
____________ Justiça Generosa. Editora Vida Nova, São Paulo, 2013.
PAUL, Irven. Un reformador yanqui en Chile. Ediciones IPCH, Santiago, 1995. 

WEBGRAFÍA
www.latercera.com
www.caras.cl





[1] F.Ur.T.O son las siglas de Frente Urbano de Trabalhadores Organizados, una banda carioca que hace mucha crítica social por medio de su música.
[2] CAMPOLO, Tony. Todos queremos cambiar al mundo. Editorial Vida, Miami, 2008, p.146-147
[3] Calle 13 es una banda puertoriqueña que se hace famosa por una famosa canción con ritmo de reggaetón, pero que luego se distancia del estilo para dedicarse al rap-fusión con letras de denuncia social.
[4] REVISTA CARAS. Santiago Cosmopolita. [en línea] http://www.caras.cl/sociedad/santiago-cosmopolita-2 [consulta: 21 noviembre 2013]
[5] LA TERCERA. Censo 2012: El 30,5% de los extranjeros residentes son peruanos. [en línea] La Tercera en Internet. 02 de abril, 2013. <http://www.latercera.com/noticia/nacional/2013/04/680-516823-9-censo-2012-el-305-de-los-extranjeros-residentes-son-peruanos.shtml> [consulta: 23 noviembre 2013]
[6] DÍAZ, F. ¿Dónde están y cómo viven los extranjeros en Chile? [en línea] La Tercera en Internet. 24 de noviembre, 2013 <http://www.latercera.com/noticia/nacional/2013/11/680-553170-9-donde-estan-y-como-viven-los-extranjeros-en.chile.shtml> [consulta: 25 noviembre 2013]
[7] GREENWAY, Roger. ¡Vayan y hagan discípulos! Libros Desafío, Grand Rapids, 2ª Edición, 2010, p.13
[8] KELLER, Tim. Iglesia Centrada. Editorial Vida, Miami, 2012, p.169
[9] Ibíd. p.169-170
[10] CONN, Harvie. The urban face of mission. P&R Publishing, New Jersey, 2002, p.32
[11] GREENWAY, Roger. ¡Vayan y hagan discípulos! Libros Desafío, Grand Rapids, 2ª Edición, 2010, p.121
[12] CONN, Harvie. The urban face of mission. P&R Publishing, New Jersey, 2002, p.46
[13] GREENWAY, Roger. ¡Vayan y hagan discípulos! Libros Desafío, Grand Rapids, 2ª Edición, 2010, p.122
[14] Ibíd. 
[15] KELLER, Tim. Justiça Generosa. Editora Vida Nova, São Paulo, 2013, p.25
[16] Ibíd. p.26
[17] Ibíd. p,90
[18] PAUL, Irven. Un reformador yanqui en Chile. Ediciones IPCH, Santiago, 1995, p.143
[19] CAMPOLO, Tony. Todos queremos cambiar al mundo. Editorial Vida, Miami, 2008, p. 147-155
[20] Canción popular chilena.
[21] CLAIBORNE, Shane. Revolución Irresistible. Editorial Vida, Miami, 2011, p.115-116
[22] COLE, Graham. God the Pacemaker. Apollo, Illinois, 2009, p.182