viernes, abril 29, 2016

Mundo caído, vidas quebrantadas

"Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón." (Génesis 50.15-21)
Si pudieras cambiar alguna circunstancia en tu vida, ¿cuál sería?
Una de las características del mundo caído en el que vivimos es que debemos enfrentar presiones, sufrimientos y tentaciones. Estas cosas son, lamentablemente, parte integral de la existencia humana. José no fue la excepción. 
Vendido como esclavo por sus hermanos, alejado de su padre, acusado falsamente por la esposa de Potifar, metido en prisión y olvidado allí. Pero luego su vida dio un giro inesperado, llevándolo a tener acceso a riqueza y prestigio. En ambas oportunidades José fue tentado a olvidarse de Dios.
Pero vemos en José mucho más que un simple ejemplo moral. En todos los casos fue su fe la que le permitió permanecer íntegro. Su fe en que los propósitos de Dios son perfectos. Su fe en que Dios, por medio de su historia de sufrimiento, estaba entretejiendo salvación para muchos.
Ánimo. En un mundo caído, nuestras vidas son quebrantadas con el propósito de que Dios sea glorificado.