miércoles, agosto 19, 2009

Sutura, por favor...

Hoy Dios me regaló una hermosa cordillera. La montaña nevada, aire limpio y un espíritu de contemplación me hacían dar gracias desde temprano por el regalo de un nuevo día.
Pero ya a la altura de Manuel Montt comencé a sentir esa corazonada de que algo andaría mal... o que por lo menos algo no muy bueno sucedería. Ya en esa esquina, el operador del bus en el que me dirigía, comenzaría a discutir con un ser humano que, imprudentemente, estacionó su camioneta en la esquina antes mencionada, no permitiendo el giro necesario al bus para poder doblar en esa esquina. El altercado terminó en epítetos varios, lo que me hace pensar en algún diputado UDI y algún ministro de estado.

Luego, cuando el operador gira a la izquierda para seugir su recorrido por Irarrázaval, estuvimos a punto de colisionar con un vehículo pequeño.

A esas alturas, mis temores comenzaban a asomar.

Dos discusiones con pasajeros que quisieron bajar y el operador se detubo unas 8 cuadras más arriba por Irarrázaval, cuatro frenadas bruscas antes de llegar a Plaza Ñuñoa y una clase magistral de garabatos varios hacían temer por el éxito de mi arribo al paradero de Pedro Torres con Irarrázaval.

Me puse de pie, me acerqué a la última puerta del bus (he ahí mi error) y toqué el timbre. Para mi sorpresa, el chofer se detuvo, abrió la puerta y antes que pudiese bajar un solo pie, cerró sin percatarse que yo estaba ahí, atrapando mi pie entre la hidráulica puerta y el escalón. Me dolió suficiente como para reaccionar de la manera más absurda. ¿Por qué? Porque lo natural era haber emitido un grito desgarrador de dolor, pero mi cerebro le ordenó a mi extremidad superior derecha que empuñara la mano y golpeara con el mejor de mis derechazos la puerta del bus. El resultado: El vidrio templado del bus en el suelo, hecho añicos, junto con la carne del nudillo de mi dedo meñique, la carne de la falange proximal del dedo anular y la articulación entre falange proximal y media del dedo mayor de mi mano derecha.

Aprendí varias cosas.

1.- La derecha es buena para dar golpes (incluso de estado)

2.- El vidrio tempado de los buses es bastante duro

3.- La gente se asusta mucho cuando ve a una persona que camina ensangrentada

4.- El sangramiento de una extremidad es profuso

5.- Es posible perder un trozo de carne

6.- La limpieza de las heridas es la parte más dolorosa

7.- Es absolutamente incómodo asearse después de defecar

Las fotografías que comparto fueron después del primer aseo a las heridas, para no alarmar a nadie ni tampoco causarles náuseas y vómitos.

lunes, agosto 17, 2009

Vivir bien...

La gente procura vivir bien acá, cuando sería mejor procurar vivir bien en el más allá...