martes, diciembre 26, 2017

Al partir, un abrazo y un barco de madera.


Fue mi penúltima entrada al módulo 3 de Colina 2. Si bien es cierto había podido ingresar al penal, no había podido entrar al módulo 3 durante varias semanas. El reencuentro con mis hermanos de la 'Iglesia del Dios viviente' fue emotivo. Abrazos largos, palabras sinceras de afecto y mucho qué conversar. Pero siempre nos concentramos primeramente en el culto. En esta oportunidad, el templo estaba instalado en el patio del módulo 3.
Al aire libre. Nuestro telón de fondo era el mural de la foto. Desde los sillones instalados en el púlpito, una perspectiva única del módulo 3. Como es la costumbre, comenzamos orando de rodillas al Señor, pidiendo su perdón, su guía y protección. Cantamos, oramos, leímos las Escrituras. Los otros internos, los gentiles, en sus rutinas habituales: caminando de a dos o tres en caminatas cortas de un lado a otro, trotando, trasladando cosas de un lado a otro, fumando, tomando mate. 

El momento de la predicación llegó. Debo subir al púlpito. Debo confesar que estaba nervioso. El patio lleno de gentiles escuchando; algunos incluso se asomaban entre los barrotes de las piezas. El mensaje, en Mateo 2.1-12:
"Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino."
Les exhortaba mencionando que en el texto podemos ver tres tipos de reacciones hacia Jesús: (1) la actitud de Herodes, que no quiere saber nada de Jesús. No quiere que Jesús asuma el reinado. Lo rechaza. No lo quiere cerca; (2) la actitud de los sacerdotes y escribas, que sabiendo sobre Jesús, no se rinden ante él. Saben de él, pero no lo conocen; (3) la actitud de los magos, que buscan respuestas, que anhelan conocer acerca de este rey, que quieren adorar, que escuchan lo que las Escrituras dicen sobre él, que se alegran profundamente al ver que son llevados ante el rey y pastor de Israel, que lo reconocer como el Rey, se postran ante él y que regresan por otro camino porque han entendido el plan. Entonces hice una aplicación invitándolos a reflexionar sobre ellos mismos y cuál es la reacción que Cristo les genera: si es la de Herodes, que rechazan a Jesús porque no quieren que Jesús sea el Señor de sus vidas; o la de los sacerdotes y escribas que saben sobre las Escrituras, conocen y practican los rituales, pero no se rinden ante él; o la de los magos que, ante toda la evidencia de cómo Dios los movió hacia el conocimiento del Hijo, lo reconocen como rey, como el gran sumo sacerdote y el sacrificio último prometido, que se postran y lo adoran, siendo sus vidas transformadas a tal punto que no regresan por el mismo camino, sino por otro, porque nadie que conoce verdaderamente al Hijo de Dios vuelve por el mismo camino. Entonces, tres internos llegaron hasta donde estaba el púlpito. Hemos visto anteriormente esa actitud, pero esta vez fue levemente diferente. Uno de ellos portaba un cuchillo carnicero. En mi prejuiciosa cabeza, tuve miedo, ya que caminó rápidamente hasta el púlpito, pero dejando el cuchillo en el suelo, se arrodilló y, llorando, daba voces de gratitud a Dios. Los otros dos internos que llegaron, también oraron de rodillas y se retiraron respetuosamente, y cuando les despedí con un "Dios te bendiga", agradecieron con una sonrisa. Los hermanos del módulo 3 daban voces de gratitud a Dios por lo ocurrido. Fue muy emocionante comenzar a despedirme de ellos con tan potente situación. Luego nos quedamos tomando mate con ellos. Ahí fue cuando regresó el del cuchillo a conversar. Le queda un año y medio adentro. Le ofrecí orar por él y pudimos hacerlo juntos. Se fue después de un abrazo fraterno.
Finalmente, cuando llegó la hora de salir, los hermanos de la 'Iglesia del Dios viviente' me hicieron entrega de un barco de madera hecho por ellos. El líder de los evangélicos en el  módulo 3 me dijo "Tome, para que no se vaya caminando al sur... un barco con un buen capitán al timón, no puede andar a la deriva. Cristo es el capitán. No importa dónde él lo lleve. Viaje confiado, porque él nunca lo llevará a un mal puerto."
Mañana miércoles es mi última entrada. Y tengo sentimientos encontrados. Pero una cosa sé: los abrazos de mañana serán los más sinceros, cariñosos y afectuosos que he recibido hasta esta parte del año. 
Gracias doy a Dios por todo esto.

martes, diciembre 05, 2017

Primeras últimas palabras para UNO

Son muchas las cosas que quisiera decirle a mis hermanos en Cristo que han decidido hacer de Iglesia UNO su comunidad de fe. A dos meses de partir, hay asuntos que no quiero dejar de expresar. Y este no será el único texto que les escribiré; creo que escribir de a poco me ayudará a manifestar de la mejor forma lo que tengo en mente. Dicho lo anterior, allá voy.
Cuiden lo que tienen. Cuiden esta comunidad de fe. Iglesia UNO es una iglesia atípica para su contexto reformado presbiteriano. Y por causa de eso, muchos han cuestionando su forma, pero no pueden hacerlo en su fondo. No somos perfectos, pero tampoco somos unos herejes. Nuestra liturgia es una liturgia presbiteriana; en cuanto a la predicación de la Palabra, priorizamos la predicación expositiva; no hemos dejado de ministrar los sacramentos en estos 7 años de historia... ¡Por la gracia de Dios somos lo que somos!
En 1ª Samuel 16.7, la Palabra de Dios dice "No te dejes llevar por su apariencia... El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón". Y son justamente nuestros corazones el primer aspecto que, por la gracia de Dios en el Evangelio, nos disponemos a que sean transformados en adoración al Padre, esforzándonos por desarrollar vidas comunitarias en amor a Cristo y buscando cumplir nuestros diversos llamados en el mundo guiados a la misión por el Espíritu. Es lo que repetimos constantemente en cada retiro de la iglesia.
Mientras vuestros corazones latan al ritmo del corazón del Padre, estarán cuidando lo que Dios ha regalado. 
¡Dios les bendiga!