sábado, febrero 01, 2020

La maleza y las disciplinas espirituales

L'Abri Brasil se encuentra emplazado en un terreno de unos 2800m² en la ciudad de Lagoa Santa, a 40 kilómetros de la ciudad de Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais. En esta fecha de lluvia, el pasto (y la maleza) crece de manera impresionante. Al menos cada 15 días habría que estar cortando el pasto; esto para entregar a los huéspedes un entorno acogedor, que permita invitar a desarrollar una reflexión contemplativa del entorno y la naturaleza. 
En uno de los costados del terreno de L'Abri, una calle lateral, hay poco más de 50 metros donde, en la solera, se junta tierra y crece pasto y maleza. A los pocos días de iniciado el 2020, pensé (en mi calidad de 'helper' o 'pseudo-helper permanente') en cortar el pasto que sale allí; como es un sector de parcelas de recreación y descanso, no toda la calle está pavimentada, sino que hay una franja de tierra, que es donde crece pasto y maleza. No lo hice y las consecuencias fueron nefastas: en algunas partes, el pasto alcanzó ¡más de un metro de altura!
Durante los períodos de estadía de corto plazo (Nanotermos), los huéspedes colaboran con tareas de manutención de la propiedad. En el inicio del Nanotermo de enero, que terminó hoy, comencé con el trabajo de desmalezar ese lugar, y fui con algunos de los huéspedes a recoger parte del pasto y la maleza de 1/3 de ese lugar. Pero entre el jueves 23 y el miércoles 29 cayeron más de 600mm de agua, lo que nos impidió limpiar durante esos días. 
Hoy fui a terminar ese trabajo. El pasto estaba creciendo nuevamente en ese 1/3 que logramos avanzar. Y entonces me llamó la atención el cómo la actividad de limpiar la maleza, me hizo pensar en las disciplinas espirituales. Déjame explicarlo: por lo general, los cristianos nos quejamos y avergonzamos de nuestra falta de lectura diaria y devocional de la Biblia, del estudio profundo de la Palabra, de la oración y del ayuno; también la comunión con otros creyentes y el servicio amoroso y desinteresado al prójimo. Y sabemos que hay otras cosas que van ocupando esos espacios. ¿Te has puesto a pensar en eso? Tomas una decisión, comienzas a ser riguroso en la oración y la lectura de la Biblia y de pronto, algo ocurre que tomas esos 10, 20, 30 minutos para hacer otra cosa "porque tenía que hacerlo". Y la "tierra", que ha recibido divinamente las cualidades y capacidades de ser fértil, comienza a dar fruto. El pasto comienza a salir... y a crecer. Y la maleza también. Y ojo que ese pasto NO debería estar allí. Mucho menos la maleza. Y cada día que pasa, crece. 
Mientras trabajaba, arrancando desde las raíces aquellas malezas, miraba mis herramientas y pensaba que la Palabra de Dios es esa azada (azadón, gualato), ya que solamente ella es capaz de arrancar de raíz la maleza. A veces, como el caso de hoy, se levanta verde, vigorosa, hasta parece una bella planta, pero solamente está en ese lugar para robar nutrientes a la tierra. La pala es como la oración, ya que repasa el área antes removida por la azada; bien a ras de suelo, parece demorosa, pero es altamente efectiva, sin lugar a dudas; podría incluso haber comenzado con la oración, pero solamente la Palabra arrancará el pecado de raíz. Los guantes los pensé como el ayuno. Algunos los usan, otros no, pero su utilidad nos es revelada en la medida que avanzamos en las labores: su no uso nos generará ciertas heridas que pueden llegar a ser dolorosas, mientras que su uso nos proteje de nosotros mismos, de la fuerza, el ímpetu con el que hacemos las cosas. El rastrillo, claramente las disciplinas comunitarias, como la comunión, el servicio, la alabanza comunitaria: varios dientes dependientes del madero que los une para la obra de recoger todo lo que se ha estado arrancando. Porque si hay algo donde la Iglesia, el cuerpo de Cristo debe hacerse visible, es en acompañarnos en recoger y limpiar las partes que Dios, por medio de su Palabra, va arrancando de nuestras vidas para que nuestra tierra esté preparada, lista para dar cualquier fruto que Dios quiera plantar.
Claramente quedan raíces. Algunas son mucho más profundas de lo que mis fuerzas humanas pudieron arrancar. Y eso me recuerda que no depende de mí, al mismo tiempo que me invita a seguir trabajando arduamente, "cada 15 días" como decía inicialmente, para mantenernos libres de las indeseables malezas y del pasto que crece donde no debería crecer. 
Al final de mi jornada de trabajo, recordé la Parábola de la higuera sin fruto en Lucas 13. En la Parábola, el dueño de la viña fue a buscar fruto a su higuera. Me gusta ver el movimiento monergista del dueño. ¿No te llama la atención que tenga una higuera dentro de su viña? Estuve leyendo sobre esto y las higueras, para que den buen fruto, deben estar en buena tierra. En el contexto de Jesús, las tierras de las viñas son muy buenas tierras. El dueño sabe que obtendrá buen fruto. Pero va y aún no hay nada. Cuando piensa en cortarla, su siervo le pide darle un tiempo mientras él trabaja. Esta es una de esas parábolas que no tiene final, porque Jesús les está hablando a los fariseos y los maestros de la Ley, mostrándoles cómo la promesa hecha por Dios a Abraham se cumple con las buenas nuevas siendo anunciadas a los que no son Israel en la carne, sino en la fe en Jesucristo. Una de las cosas que más me gusta de ese texto, es el contexto, ya que Lucas sitúa esta Parábola junto a las palabras de Jesús (Lucas 13:29)  que anuncia que el cumplimiento de la promesa hecha a Jacob en Génesis 28:14 está en su muerte (y resurrección). El siervo del dueño de la viña es Cristo y el dueño es Dios Padre. Somos fruto de su trabajo que satisfizo a Dios (Isaías 53:11).
Las disciplinas espirituales no son egoístas. Si bien es cierto comienzan en la intimidad con Dios, pero son visibles, porque terminamos dando el fruto que Dios quiere, apuntando a su gloria en el servicio amoroso al prójimo. Las disciplinas limpian, rasan, voltean, arrancan, todo para que demos el fruto que el Señor quiere. Como dijo Brian Hedges, “Las disciplinas espirituales nos convierte en misioneros, no en monjes. Las disciplinas comienzan en privado, pero terminan en la calle. Si permaneces en lo privado, has perdido el punto por completo. La verdadera semejanza a Cristo es medida, no por la anchura de tus conocimientos o el largo de tus oraciones, sino por la profundidad de tu amor por otros”.

Y esto es L'Abri: "Existimos (y trabajamos) para demostrar con nuestra vida y obra, la existencia de Dios" [Francis y Edith Schaeffer]

miércoles, julio 24, 2019

Correndo a fé [Devocional 02]


Um dos aspectos básicos e essenciais do atletismo é olhar para frente. Mesmo quando você está correndo, nunca devemos nos concentrar em nós mesmos ou nos outros. Uma maneira certa de perder uma corrida ou aumentar as chances de se machucar é olhar para as pernas dos outros corredores.
Na vida cristã, o assunto não é diferente. Toda vez que nos concentramos uns nos outros, começamos a tropeçar e brigas e divisões surgem. Como alguém disse uma vez: "Quando dois ou três estão juntos - surgem problemas!"

A corrida do Evangelho nos convida a estar atentos a muitos elementos que corroem e até destroem nossos relacionamentos com os outros. Aplicar o evangelho apenas quando nossos relacionamentos estão errados é essencial. Por exemplo, quando falamos de perdão, uma questão fundamental é: vamos olhar para a pessoa que nos perdoou ou que nos feriu?

Há outra dinâmica nesta corrida, também expressa em Hebreus 12:1. Devemos lançar o pecado que nos rodeia. Não só temos que enfatizar a fé (receber o evangelho em nossos corações), também temos que enfatizar o arrependimento (renunciando a nossos desejos e pecados). Nessa corrida, o pecado é como usar um casaco grosso ou amarrar os cadarços. Nossos pecados são pesos que complicam nossas vidas e nos fazem tropeçar e cair. O evangelista Sadhu Sundar Singh observou: “É fácil morrer por Cristo. É difícil viver para ele. A morte leva apenas uma ou duas horas, mas viver para Cristo significa morrer diariamente.” A vida cristã implica morrer. Fé significa morrer! Ter fé é acreditar em verdades que vão contra a nossa maneira natural de ver as coisas. Arrependimento significa morrer! Bem, lamentar é desistir de desejos alojados. Amor significa morrer! Bem, amar é dar a nossa vida pelo bem dos outros. Quando morremos, escolhemos a posição fraca. Assim como Cristo, que suportou a cruz e sua vergonha (versículo 2), somos chamados a assumir a posição fraca e depreciada. Esta é a posição do poder, porque Deus dá graça aos humildes e seu poder se torna perfeito em nossa fraqueza.

Finalmente, esta corrida é uma corrida de perseverança (versículo 1). Desculpa, mas esta não é uma corrida curta e rápida, mas uma maratona de longa distância que requer perseverança e esforço contínuo. Temos que continuar na fé e no arrependimento. Assim, o Evangelho nos desafiará a nos perguntar, repetidas vezes, não se nos arrependemos ou não ontem, mas se nos arrependemos hoje ou não. Estamos crendo e obedecendo hoje? A grande questão não é se começamos ou não a vida cristã, ou quando começamos, ou se começamos de forma dramática o suficiente. A questão é se estamos ou não confiando em Cristo neste momento. Todos os israelitas passaram pelo Mar Vermelho, mas ainda se renderam no deserto. O mesmo evangelho foi pregado a eles, mas não adiantou, porque não foi combinado com a fé (Hebreus 4:2). Eles ainda tinham o mais magnífico sistema de leis da história, mas não completaram a corrida, demonstrando assim a impotência da lei (Romanos 8:3). 
Então, como podemos completar a corrida? O poder de continuar a corrida vem do Espírito quando nós tomamos a posição fraca diariamente, morremos para nós mesmos e descansamos em Cristo. Este é o ponto central do Evangelho.

viernes, julio 19, 2019

O que é viver o Evangelho? [Devocional 01]


Uma das perguntas que os cristãos, mais fazemos é: Como devemos viver a vida cristã? 

Muitos livros foram escritos com uma série de métodos e passos para fazer-lo. Sem querer subestimar os esforços daqueles que escreveram, na Bíblia já encontramos uma resposta.
Os dois primeiros versículos de Hebreus 12 resumem toda a vida cristã:

“Portanto, também nós, uma vez que estamos rodeados por tão grande nuvem de testemunhas, livremo-nos de tudo o que nos atrapalha e do pecado que nos envolve, e corramos com perseverança a corrida que nos é proposta, tendo os olhos fitos em Jesus, autor e consumador da nossa fé. Ele, pela alegria que lhe fora proposta, suportou a cruz, desprezando a vergonha, e assentou-se à direita do trono de Deus.”

Uma das coisas mais importantes que tenho aprendido na minha vida é que a vida cristã é uma caminhada de arrependimento e fé. Nesta caminhada estamos cercados por uma multidão de espectadores que são aqueles que caminharam na fé antes de nós (segundo Hebreus 11). São tantos que parecem uma grande nuvem. O fato de serem chamadas "testemunhas" é importante. O ponto não é que eles estão olhando para nós, mas que nós estamos olhando para eles. Nós os vemos como testemunhas que nos dizem como viver a vida cristã. Eles testificam sobre a vida de fé, confiança e dependência contínua de Deus. Eles testificam sobre uma vida que desejamos para nós mesmos: uma vida de obediência que vem da fé.

No entanto, há alguém que é o exemplo supremo de vida que somos chamados a viver: Jesus, o Filho de Deus. Jesus é o exemplo supremo de confiança no Pai e de viver pelo poder do Espírito. É nele que devemos fixar nosso olhar: Jesus, o autor e consumador da nossa fé (versículo 2). Jesus é o exemplo inigualável de viver pela fé. Em Jesus, a fé alcançou sua perfeição. Nunca em nós. Se aquelas pessoas de Hebreus 11 foram grandes, bem, Jesus é ainda mais! A fé de todos aqueles santos em Hebreus 11 cambaleou de uma vez ou outra, mas a fé de Jesus não. Até o fim, e até mesmo no jardim antes de sua morte, suas palavras foram: "Não minha vontade, mas a Sua." Toda a vida de Jesus foi vivida em confiança e total dependência do Pai. Em Jesus nossa fé é perfeita.

Mas como podemos fixar nosso olhar em Jesus de maneira prática? Por exemplo, o que significa olhar para Jesus quando você está com raiva ou brigando com seu cônjuge? Como olhamos para Jesus quando os filhos estão sendo desobedientes ou rebeldes? Como o evangelho deve agir em sua vida enquanto você dirige ao lado de um motorista violento?

Fixar nosso olhar em Jesus nada mais é do que crer no evangelho (que por nossos crimes contra Sua santidade, Jesus morreu para eu ser livre da culpa do pecado), porque o evangelho é tudo sobre Jesus. Jesus é a encarnação do evangelho, as boas novas que deveriam ser nossa comida diária. Assim como os israelitas no deserto, devemos nos alimentar do maná do céu e beber água da rocha que é Cristo. Além disso, como os israelitas, não podemos manter este maná para o amanhã. A vida cristã é uma vida contínua e diária de fé e arrependimento.

"Esse evangelho de Deus, prometido por meio de seus profetas nas Sagradas Escrituras, é Jesus Cristo nosso Senhor" (Paráfrase Romanos 1: 1-4)

El éxito del fracaso


En algunos países de habla hispana se usa el término "exitismo" para referirse al afán desmedido por el éxito. Las RR.SS. son una buena herramienta para fomentar el exitismo y, si eres como yo, hemos caído muchas veces en ello: luchamos por los 'likes', como si ellos midieran verdaderamente algo. Peor aún: hay quienes llegan a pagar en las RR.SS. para que a la gente le guste su trabajo, su ministerio, su música, su falsa vida... su, su, su. Ojo que no estoy hablando del pago de publicidad para promocionar productos o servicios que podamos ofrecer; eso es harina de otro costal.
Estos últimos días he venido reflexionando que la mayoría de las publicaciones son gritos desesperados de éxito, avisando a sus contactos "lo bien que me va"; pero la verdad es que son más los fracasos que los éxitos. Yo mismo, no logro encontrar alguna cosa en la que me haya realmente destacado: ni en los deportes, ni en la música, ni como publicista, ni como teólogo. Sinceramente no he tenido éxito en nada. Tengo 41 años en esta tierra y no le he ganado a nadie... de hecho, creo que ni siquiera he perdido contra alguien.
A pesar de haber fracasado de mayor o menor manera en todas las áreas de mi vida, puedo ver la providencia de Dios en todo. En cada fracaso, veo a Dios supliendo mi incapacidad. En cada derrota, veo a Dios siendo victorioso. En cada error cometido, veo la misericordia de Dios que me invita a cambiar. En cada pecado, lo único que veo es la santidad del Hijo de Dios que cubre mi pecado y veo cómo su Espíritu Santo me corrige para recordarme que mi pecado todo ya fue clavado en la cruz de Cristo.
Mi esposa Esther, con esa sabiduría que solamente proviene de lo Alto, me dijo: "Es necesario que fracases en todo, porque necesitas entender que no se trata de ti, sino de Tu Señor".

Así es. Todo se trata de Él.
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas.