martes, diciembre 26, 2017

Al partir, un abrazo y un barco de madera.


Fue mi penúltima entrada al módulo 3 de Colina 2. Si bien es cierto había podido ingresar al penal, no había podido entrar al módulo 3 durante varias semanas. El reencuentro con mis hermanos de la 'Iglesia del Dios viviente' fue emotivo. Abrazos largos, palabras sinceras de afecto y mucho qué conversar. Pero siempre nos concentramos primeramente en el culto. En esta oportunidad, el templo estaba instalado en el patio del módulo 3.
Al aire libre. Nuestro telón de fondo era el mural de la foto. Desde los sillones instalados en el púlpito, una perspectiva única del módulo 3. Como es la costumbre, comenzamos orando de rodillas al Señor, pidiendo su perdón, su guía y protección. Cantamos, oramos, leímos las Escrituras. Los otros internos, los gentiles, en sus rutinas habituales: caminando de a dos o tres en caminatas cortas de un lado a otro, trotando, trasladando cosas de un lado a otro, fumando, tomando mate. 

El momento de la predicación llegó. Debo subir al púlpito. Debo confesar que estaba nervioso. El patio lleno de gentiles escuchando; algunos incluso se asomaban entre los barrotes de las piezas. El mensaje, en Mateo 2.1-12:
"Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino."
Les exhortaba mencionando que en el texto podemos ver tres tipos de reacciones hacia Jesús: (1) la actitud de Herodes, que no quiere saber nada de Jesús. No quiere que Jesús asuma el reinado. Lo rechaza. No lo quiere cerca; (2) la actitud de los sacerdotes y escribas, que sabiendo sobre Jesús, no se rinden ante él. Saben de él, pero no lo conocen; (3) la actitud de los magos, que buscan respuestas, que anhelan conocer acerca de este rey, que quieren adorar, que escuchan lo que las Escrituras dicen sobre él, que se alegran profundamente al ver que son llevados ante el rey y pastor de Israel, que lo reconocer como el Rey, se postran ante él y que regresan por otro camino porque han entendido el plan. Entonces hice una aplicación invitándolos a reflexionar sobre ellos mismos y cuál es la reacción que Cristo les genera: si es la de Herodes, que rechazan a Jesús porque no quieren que Jesús sea el Señor de sus vidas; o la de los sacerdotes y escribas que saben sobre las Escrituras, conocen y practican los rituales, pero no se rinden ante él; o la de los magos que, ante toda la evidencia de cómo Dios los movió hacia el conocimiento del Hijo, lo reconocen como rey, como el gran sumo sacerdote y el sacrificio último prometido, que se postran y lo adoran, siendo sus vidas transformadas a tal punto que no regresan por el mismo camino, sino por otro, porque nadie que conoce verdaderamente al Hijo de Dios vuelve por el mismo camino. Entonces, tres internos llegaron hasta donde estaba el púlpito. Hemos visto anteriormente esa actitud, pero esta vez fue levemente diferente. Uno de ellos portaba un cuchillo carnicero. En mi prejuiciosa cabeza, tuve miedo, ya que caminó rápidamente hasta el púlpito, pero dejando el cuchillo en el suelo, se arrodilló y, llorando, daba voces de gratitud a Dios. Los otros dos internos que llegaron, también oraron de rodillas y se retiraron respetuosamente, y cuando les despedí con un "Dios te bendiga", agradecieron con una sonrisa. Los hermanos del módulo 3 daban voces de gratitud a Dios por lo ocurrido. Fue muy emocionante comenzar a despedirme de ellos con tan potente situación. Luego nos quedamos tomando mate con ellos. Ahí fue cuando regresó el del cuchillo a conversar. Le queda un año y medio adentro. Le ofrecí orar por él y pudimos hacerlo juntos. Se fue después de un abrazo fraterno.
Finalmente, cuando llegó la hora de salir, los hermanos de la 'Iglesia del Dios viviente' me hicieron entrega de un barco de madera hecho por ellos. El líder de los evangélicos en el  módulo 3 me dijo "Tome, para que no se vaya caminando al sur... un barco con un buen capitán al timón, no puede andar a la deriva. Cristo es el capitán. No importa dónde él lo lleve. Viaje confiado, porque él nunca lo llevará a un mal puerto."
Mañana miércoles es mi última entrada. Y tengo sentimientos encontrados. Pero una cosa sé: los abrazos de mañana serán los más sinceros, cariñosos y afectuosos que he recibido hasta esta parte del año. 
Gracias doy a Dios por todo esto.

martes, diciembre 05, 2017

Primeras últimas palabras para UNO

Son muchas las cosas que quisiera decirle a mis hermanos en Cristo que han decidido hacer de Iglesia UNO su comunidad de fe. A dos meses de partir, hay asuntos que no quiero dejar de expresar. Y este no será el único texto que les escribiré; creo que escribir de a poco me ayudará a manifestar de la mejor forma lo que tengo en mente. Dicho lo anterior, allá voy.
Cuiden lo que tienen. Cuiden esta comunidad de fe. Iglesia UNO es una iglesia atípica para su contexto reformado presbiteriano. Y por causa de eso, muchos han cuestionando su forma, pero no pueden hacerlo en su fondo. No somos perfectos, pero tampoco somos unos herejes. Nuestra liturgia es una liturgia presbiteriana; en cuanto a la predicación de la Palabra, priorizamos la predicación expositiva; no hemos dejado de ministrar los sacramentos en estos 7 años de historia... ¡Por la gracia de Dios somos lo que somos!
En 1ª Samuel 16.7, la Palabra de Dios dice "No te dejes llevar por su apariencia... El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón". Y son justamente nuestros corazones el primer aspecto que, por la gracia de Dios en el Evangelio, nos disponemos a que sean transformados en adoración al Padre, esforzándonos por desarrollar vidas comunitarias en amor a Cristo y buscando cumplir nuestros diversos llamados en el mundo guiados a la misión por el Espíritu. Es lo que repetimos constantemente en cada retiro de la iglesia.
Mientras vuestros corazones latan al ritmo del corazón del Padre, estarán cuidando lo que Dios ha regalado. 
¡Dios les bendiga!

lunes, noviembre 20, 2017

Entre abrazos y escupitajos.

La semana pasada fui prisionero de reuniones y otros quehaceres. Eso me impidió sentarme a escribir lo ocurrido en la primera entrada después de un receso menor involuntario. Entonces pensé en poder escribir todo junto hoy. Y creo que fue una buena decisión, ya que fueron visitas bastante opuestas, pero con un trasfondo único y permanente: que el evangelio de la gracia brille en los rincones más oscuros de la sociedad.
Y digo 'visitas opuestas' porque el lunes pasado el recibimiento fue emotivo. Creo que no había recibido abrazos tan apretados ni efusivos fuera de los abrazos de año nuevo. Abrazos cariñosos, llenos de afecto, acompañados de constantes "lo echábamos de menos...". Yo solamente atinaba a decir "Yo también los echaba de menos". Y ciertamente que fue así. No respondí por ser políticamente correcto, sino que verdaderamente los extrañaba. Como siempre, cantamos, oramos, me invitaron a predicar, tomamos mate, comimos tostadas con palta, nos reímos, volvimos a abrazarnos y nos despedimos.
- "Siervo Jano... si tuviese una Biblia que le sobre, le agradecería mucho si me la pudiera traer", me dice el hermano Matías.
- "No me va a creer hermano Matías, pero justamente ayer domingo, un hermano de la libertad me regaló una y me dijo que era para cualquier hermano de Colina que pudiera necesitarla", le respondí.
- "¡Ese es mi Señor! Aún no está la palabra en mi boca y Él ya conoce toda mi necesidad!", me contestó. Sinceramente estos hermanos me enseñan una y otra vez sobre dependencia de Dios.
Pero este lunes, el hermano Luis, mano derecha del capellán, me pidió ir al módulo 7. Lamentablemente la iglesia que tiene asignado el módulo 7 ha sido inconstante. Por la gracia de Dios, el hermano Felipe y yo hemos sido los más constantes de todos los módulos. Y también lamentablemente la gente de la Iglesia Universal del Reino de Dios (conocida en Chile como "Pare de sufrir"). Digo lamentablemente, porque son una agrupación de cuestionables prácticas cristianas. En fin. Tenía pocas (y malas) referencias del módulo 7: básicamente constantes peleas, muertes y narcotráfico dentro del penal.
- "Vamos siervo", me dice el hermano Fernando, sub líder del módulo 7. Cuando llegamos, el funcionario no estaba para abrirnos la reja. 
- "Oe...", grita un 'gentil' desde adentro del módulo 7; "llámate al paco culiao... perkin tiene que estar aquí poh, que quiero salir poh...", sigue gritando.
- "Ya le dije ya poh, y dijo que te esperís no más poh, ¿y qué güeá?", le replica uno que estaba al lado de nosotros.
El clima estaba tenso. Se oían gritos, muchos garabatos y golpes en los barrotes. El hermano Fernando me advierte que no iba a estar fácil. Justo antes de entrar, y porque el funcionario de Gendarmería ordenó que antes de salir los internos, debían dejarnos entrar, uno de ellos me lanzó un escupo en la cara. Rápidamente me cubrí para que el hermano Fernando no viera que me habían escupido, para no generar más tensión de la que ya había en ese momento. Me limpié con la mano, la sacudí contra el suelo y me sequé la mano en la camisa. Entramos cruzando el patio hasta el fondo, ya que el templo del módulo 7 está en ese lugar.
- "Este módulo es complicado porque es el módulo más cercano a la calle, entonces desde afuera tiran pa'dentro pelotas de tenis con droga; por ello, este módulo es pelúo porque los gentiles y los pacos compran droga acá", agrega el hermano Fernando.
Entramos, cantamos, oramos, me permiten predicar la Palabra de Dios. Mientras predicaba, me hacían señas desde la puerta; señas del tipo "¡corte!". Acelero mi predicación, termino y bajo del púlpito, donde me esperaba uno de los hermanos del módulo 7.
- "Vámonos rápido siervo... se están agarrando en el tercer piso, con cuchilla, así que van a entrar los pacos...", me explica el hermano.
- "Vamos entonces", fue lo único que atiné a responder.
Llegamos rápidamente a la quietud y tranquilidad del módulo 6. Me quedé pensando en los hermanos del módulo 7 y en la pelea, sobre la cual rogué a Dios que nadie muera.
Mientras esperábamos que nos fueran a buscar para salir, las mismas palabras que había predicado, resonaban en mi mente por causa de lo devastadoras que son las peleas con muertes dentro de la cárcel: "...pero como el Roble y la Encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa".
Al final del día, entre insultos y peleas, entre abrazos y escupitajos (porque entre ellos se escupen permanentemente), el Señor sigue y seguirá sentado en su trono alto y sublime, y sus faldas llenan a cada "templo" de su Espíritu, quienes siguen alzando su voz a Dios en medio de la cárcel diciendo: "Heme aquí, envíame a mí".

viernes, noviembre 17, 2017

"Un lugar para dejar de tener pesadillas y pasar a tener sueños"

 Durante al menos cuatro años, muchas personas han alzado sus voces [vía redes sociales] para poder criticar las irregularidades que (por AÑOS) han ocurrido en el Sename: desde los abusos sexuales, medicación descontrolada y muertes en los centros de protección. Lamentablemente las críticas no se traducen en acciones concretas. Y muchas veces no es por simple desidia, sino por desconocimiento de las oportunidades para poder contribuir en mejorar las condiciones de vida de niños y jóvenes que, por diversos motivos, tienen que pasar por el Sename.
Dios nos regaló la oportunidad de conocer el trabajo de Casa Esperanza - House of Hope. Daniel Trujillo visitó la iglesia donde somos miembros y nos contó qué era y el trabajo que realiza Casa Esperanza. Si entran al enlace, podrán conocer el trabajo del Centro Comunitario, Residencia y Redes Comunitarias. Y no es menor el trabajo que se hace, ya que en la Residencia las chicas encuentran (por fin) un lugar seguro para vivir, continuar con sus estudios, sanar el alma y encontrar paz. 
Pero quiero hablar de la instancia donde, junto a mi familia, Dios nos ha permitido trabajar: el Centro Comunitario. En este espacio, hay niños de distintos hogares de protección (colaboradores de Sename), que asisten regularmente para tomar talleres de deportes, música (guitarra, batería, bajo, teclado y canto), manualidades, junto con clases de inglés y matemática. A mí, en particular, me tocó ayudar a organizar una bodega. Ese sábado, como ocurre cada sábado, comimos con todos los niños un almuerzo preparado por una amiga, mi esposa y algunas niñas de estos hogares colaboradores del Sename. En esa oportunidad fue la primera vez que vi un acto tremendo: llegó un niño sudado de tanto jugar, le pidió jugo a Daniel, quien le sirvió en un vaso. Luego de tragar el jugo, se secó la boca con la manga del polerón, abrazó a Daniel y le dijo: 
- "Te quiero mucho tío", dijo el niño.
- "Yo también te quiero... sé obediente", respondió Daniel, en un abrazo como el que un padre le da a un hijo.  
En la tarde, también pude realizar un taller de capacitación en Misiones Urbanas orientado a los voluntarios; taller que realizamos en dos oportunidades.
Pero también hay otra instancia de trabajo. Tiene que ver con lo espiritual. Y lo interesante es que nació en la relación que genera el Centro Comunitario y Redes Comunitarias con los vecinos, quienes comenzaron a ir al culto de los miércoles: Comunidad Esperanza. Lectura bíblica, cántico, oración, reflexión bíblica. No son muchos minutos los que se tienen para predicar la Palabra de Dios, pero es intenso. La última vez que pude predicar en el culto, hablé de que podemos tener confianza en Dios, porque nos ama tanto que lleva un conteo de nuestras lágrimas (Salmo 56). Algunas de las chicas se acercaron para poder preguntar la cita bíblica, ya que querían subrayarla. 
Para nosotros como familia ha significado mucho. Nos ha acercado al problema de los "niños Sename", pero por sobre todo nos ha acercado a la posibilidad de ser parte de los cambios que se requieren para dar igualdad de oportunidades y condiciones, las que van de la mano con la predicación del Evangelio, al mismo tiempo que cariño y afecto.
Si hay algo que he aprendido en todo este tiempo, es que mi fe puede hacerse tangible gracias al trabajo que realiza Casa Esperanza. En palabras de una de las chicas que tiene el beneficio de residencia: "Un lugar donde puedo dejar de tener pesadillas y pasar a tener sueños".

Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de ustedes le dice: «Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse», pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. (Santiago 2.14-17)

miércoles, octubre 18, 2017

De ser humano a divinísimo producto de marketing

 La muerte de José Pizarro el pasado 14 de octubre, marca la lamentable cosificación de quien fuera uno de los personajes más emblemáticos de los gentrificados barrios Bellas Artes y Lastarria. Y hasta cierto punto creo que el Divino Anticristo, o Isabelísima como se hacía llamar, fue una protesta viviente a este lamentable fenómeno urbano. No pudieron sacarlo de sus calles, transformándose en un "lunar" al que ahora hay que sacarle provecho.
Todos quienes lo recordamos, sabemos que su carrísimo de supermercado era su bien más preciado, porque en él transportaba toda su obra literaria, en la que podías encontrar desde asuntos relacionados a la política, hasta actualidad, pasando por religión y salud pública.  
Le compré un escrito sobre filosofía. El hombre era una máquina de los neologismos, por lo que un día le dije que había palabras que no entendía. Sin dudarlo mucho, me ofreció un diccionario de revelaciones del Diosísimo para que yo pudiera comprender su obra. No se lo compré porque era mentira que lo tuviera escrito... me pidió 30 días para hablar con su comité editorial.
Hablamos de teología varias veces. Me debo haber tomado unos 5 o 6 café escuchando sus reflexiones sobre la relación entre Diosísimo y la salud pública alemana. Supe que le daban asco las barbas hipster, asunto sobre lo cual escribió posteriormente. Pero no todo era negociable en su vida. El día de su muerte, supe que le regaló un plato plástico a mi sobrino para que comiera, el cual está siendo usado hasta el día de hoy. 
Como decía, su muerte marca el inicio de una industria del marketing en torno a él. Una industria que generará más dinero a esta nueva burguesía que seguirá subiendo los arriendos de su hábitat natural, instalando más cafeterías chic, más panaderías de masa madre, más barberías, sangucherías, teterías, heladerías y cuantas "erías" puedas imaginar.
Hace poco supe que una banda de pop nacional hizo un video donde aparece José Pizarro (ver aquí). También vi algunos 'stencil' con su cara, y una camiseta por ahí.
En fin. El Divino Anticristo, pasó de ser un 'ser humano' (indeseable para algunos, de culto para otros, prójimo para más de algún cristiano), a ser un 'producto de marketing' justamente por haber muerto. Ya no molesta. Ya no ensucia la impoluta visual del barrio Lastarria. 
Muerto, ahora es un elemento decorativo que camina en una camiseta, o permanece fijo en un stencil.

Lo menospreciado escogió Dios... para llevar esperanza

Desde el 20 de septiembre que no entraba a Colina 2. ¿Los motivos? No tenía forma de poder llegar hasta allá antes de las 09:30. No fue posible en los colectivos que salen desde  el costado de la feria Tirso de Molina; ni hablar los buses desde Vespucio Norte. Y es que no me es posible salir antes de las 08:20 desde el Metro Santiago Bueras en Maipú... hasta el lunes 16/10/2017 que mi hija Sofía no tenía clases y no tuve que ir a dejarla al colegio antes de salir a Colina.
Una sola vez llegué tarde. Gendarmería no hizo ningún problema en dejarme pasar; pero el capellán manifestó su molestia:
- "Si no van a llegar a las 09:30, mejor no vengan", dijo. 
- "Fueron 6 o 7 minutos de retraso por el tráfico en Vespucio. Además, Gendarmería no puso problemas...", le contesté.
- "Si vuelves a entrar solo después de las 09:30, te voy a suspender", replicó.
Nada qué decir. No quería ser suspendido. Quería estar junto a los hermanos del módulo 3. Frente a esto, no quedaba otra que abstenerse de entrar si acaso llegaba tarde; como el miércoles 11 que llegué a las 09:50. Esperando un rato afuera de la entrada a la cárcel, por si llegaba a ver al capellán para pedirle que me deje entrar, termino cruzando la calle para poder comprar un agua mineral, en unos quioscos que hay en ese lugar. Pero mi sorpresa fue grande cuando veo que no solamente son quioscos, sino que también es un centro de logística, de apoyo comunitario para las familias de los internos, restaurante y custodia. Eso era una gran noticia, ya que podría dejar en ese lugar mi mochila mientras entro a compartir con los hermanos. Todos dejan sus pertenencias en ese lugar: mochilas, chaquetas, billeteras, celulares. ¡Un excelente servicio! El asunto es que ese día miércoles, a pesar de no poder compartir con los hermanos de Colina 2, estuve conversando con algunas esposas y madres de los presos. A grandes rasgos, historias de delincuencia que se repiten una y otra vez... tercera y cuarta condena en dos de los casos. Para una de ellas, esto es normal, porque su hijo "eligió este estilo de vida". Y les ofrezco oración, luego de leerles una porción de las Escrituras. 
Pero este lunes sí pude entrar, como ya les había contado. Sin embargo, tampoco pude ver a todos mis hermanos; solamente pude abrazar al hermano Matías, al hermano Cristian y al otro Cristian. Y es que ocurrió que unos hermanos pentecostales que visitan la cárcel solamente los días lunes (son feriantes y aprovechan su día libre para servir en Colina 2) llevaron invitado a un pastor-evangelista brasileño, con trabajo de evangelismo en las favelas de Rio de Janeiro y trabajando contra la hambruna en pueblos del nordeste brasileño. Conversamos bastante como para que el capellán se percatara que dominaba el portugués, por lo que me pidió que le tradujera al invitado.
Es interesante cómo Dios se encarga de cumplir su Palabra cuando dice que "lo menospreciado escogió Dios... a fin de que nadie se jacte en su presencia", ya que fue realmente impresentable que el capellán de Colina 2 avergonzara públicamente al invitado, denostándolo por no manejar la sigla A.P.A.C. (Amando al Preso, Amando a Cristo), enrostrándole que la sigla viene de Brasil y que no le cree que haya trabajado en la cárcel de Brasil. Fue triste presenciar eso. Sin embargo, abogué por el invitado (ese tipo de persona que en su actitud al hablar manifiesta humildad) y hubo una confusión en el uso del concepto "capellán" en Brasil y en Chile (en brasil, la 'capelanía prisional' es exactamente la misma actividad que yo realizo, y no tiene nada que ver con el cargo de autoridad que ostenta el Capellán Evangélico de Colina 2. De hecho, existe la capellanía de hospital, fúnebre, escolar, de rescate, medioambiental, deportiva, militar, etc.). Entonces el escarnio público que sufrió el pastor-evangelista fue gratuita, injusta, desproporcionada... en pocas palabras, mala leche. 
Ante la argumentación, el Capellán Novoa pidió al pastor Julio César da Silva que predicara y yo tuve que traducir. No sé si lo hizo para enmendar el acto de injusticia realizado o no: lo que sí sé es que fue una predicación bíblica sobre la esperanza y el renovar las fuerzas en el caminar cristiano tan significativa para los hermanos del módulo 6, que los llantos de alegría resonaron en el templo. Y el pastor da Silva consoló a cada uno, entregando versículos sobre paz, esperanza y alegría a cada uno de los que se quedó para estrecharle la mano y abrazarlo. Fue tremendo.
No pude ver ni abrazar a mis hermanos del módulo 3, pero Dios me permitió traducir una predicación que me habló a mí, conocí a un gran hombre de Dios y, de paso, gané una invitación a predicar a la favela Rocinha en Rio de Janeiro.

jueves, septiembre 21, 2017

"Pastoreando" una iglesia en la cárcel

Hace un par de días, un amigo pastor me dijo: "Jano, estás pastoreando una iglesia en la cárcel".
Al principio no lo consideré como algo efectivamente cierto. De hecho, cumplo labores de tipo pastoral junto a mi hermano presbiteriano Felipe Villarroel. 
Sí creo que cumplo con una función de colaborador, compañero de lucha, consejero y expositor de la Palabra de Dios. Pero cuando pienso que la labor pastoral también es eso, tal vez sí estoy "pastoreando" una iglesia en la cárcel (insisto: ejerciendo cierta labor pastoral), no obstante que el pastor es el Capellán Evangélico de Colina 2.
En el sentido estricto, no soy pastor de la "Iglesia del Dios viviente" del módulo 2 de Colina 2. O sea, ni siquiera he sido ordenado como pastor. Tampoco pretendo que sea así, puesto que, como decía, por la gracia de Dios soy un colaborador en el rol educativo de la iglesia, ejerzo cierto liderazgo espiritual y sí soy activo en el cuidado pastoral de mis hermanos internos; y ese servicio que Dios me permite es inmensamente alentador para mis dones. Incluso es mi responsabilidad como presbítero (o anciano) de la iglesia.
Con todo, siervos inútiles somos, pues estamos haciendo solamente lo que se nos encargó que hagamos.

Sin embargo, hay necesidades pastorales urgentes por las que les ruego sus oraciones:
- Fortalecimiento del líder del módulo 3. El hermano Cristian G. necesita de nuestras constantes oraciones; la vida dentro de la cárcel no es fácil. Las luchas de convivencia son brutales, tanto con los hermanos, como con los "gentiles" del módulo 3.
- Vida espiritual de los hermanos. Las condiciones de vida en la cárcel requieren que un interno mantenga ciertas actitudes para poder hacerse respetar. El estilo de vida canero se contrapone con el estilo de vida del cristiano. Eso genera una compleja tensión para nuestros hermanos. Oremos para que Cristo sea manifiesto en todo lo que piensan y hacen.
- Violencia. Por diversos motivos, muchos hermanos acaban cediendo a la presión de vivir en la cárcel. El martes se vivió una situación de violencia entre los hermanos del módulo 3: un hermano robó cigarros a un gentil, escupió a uno de los otros hermanos y quiso apuñalar al líder del módulo 3. Fue separado del grupo de los evangélicos del módulo por asuntos de seguridad.
- Allanamientos. Las redadas de parte de Gendarmería son comunes. Ayer, miércoles 20, no pudimos tener nuestro culto porque estaban con este procedimiento y recién permitieron la salida de los hermanos a las 11.30. El motivo del allanamiento fue la muerte de una persona del módulo 4, que había estado en tensión con algunas personas del módulo 3. Las muertes de internos "gentiles" afectan a los hermanos. Para ellos, es Satanás llevándose las almas que no han conocido a Cristo. Oremos por fortaleza para ellos en cada allanamiento.

Estos son, en parte, los problemas de la iglesia donde Dios me está permitiendo ejercer una labor pastoral. Estas son las necesidades de, como dicen mis hermanos de Colina 2, las "ovejas" que Dios me está permitiendo acompañar pastoralmente.
Sin darme cuenta, en la práctica estoy "pastoreando" una iglesia de miembros que conviven con la muerte, se escupen y se intentan apuñalar... no muy distinto a lo que ocurre en mi iglesia local, donde también convivimos día a día con la muerte, nos escupimos e intentamos apuñalar, pero en el corazón. 

martes, septiembre 19, 2017

Dos horas tras las rejas

La experiencia de hoy, no tiene comparación. Nada de lo que he hecho en toda mi vida se compara a las dos horas que permanecí, junto a mis hermanos que cumplen condena, tras las rejas. 
Pero lo primero, es lo primero. La llegada habitual a las 09.30, primera reja de control: revisión, providencia 795, dejar llaves, cédula de identidad, revisión de la Biblia y libros que voy ingresando para la biblioteca de los hermanos, timbre azul sobre la piel, timbre de agua (con tinta visible a la luz ultravioleta), credencial colgada en el cuello que debe permanecer siempre visible. Segunda reja, revisión de timbres. Tercera reja, nuestros hermanos nos esperan en ese lugar para conducirnos a la cuarta reja donde podemos entrar por los timbres y la credencial. Detrás de los barrotes de la quinta reja, la del módulo 3, nos espera el hermano Cristian G. Él nos había dicho que en estas fechas siempre había alzamientos de parte de los internos; la necesidad de pasar las fiestas con la familia hace que todos anden hipersensibles. Entre los módulos 3 y 4, hay un intercambio de palabras entre los internos. Un piquete de gendarmes se pasea con cascos, palos y armas. Escuchamos promesas de puñaladas de un lado hacia el otro, antes de entrar.
El cabo Palavecino abre, deja que entremos y luego cierra. Se suma al piquete, mientras nosotros caminamos hacia el templo en el patio, por el pasillo del primer piso, que está más mojado que en otras oportunidades. Al llegar al patio, un escenario diferente nos recibe: alcanzo a contar 8 fogatas, que se transformarán en nuestras parrillas: hoy estábamos invitados a celebrar el 18 con ellos.
- "¡Hermanos! ¡Vinieron!", nos dice el hermano Williams.
- "No podía dejar de venir", le respondí.
El ambiente es festivo, no exento de algunas dosis de violencia
verbal. Discusiones menores, pero llenas de ofertas de puñaladas de un lado a otro.
- "Hermanos... hoy pensamos que era mejor no hacer el culto, para poder preparar todo", nos dice el hermano Cristian.
- "No hay problema. Esto nos bendice y edifica.", les responde mi compañero presbiteriano Felipe Villarroel.
- "Mientras las ovejas preparan todo, entremos por unos mates al templo...", replica el hermano Cristian. Seguimos su instrucción. 
Una vez adentro, nos entregan un regalo: fundas de cuero para nuestras Biblias, hechas en el taller de talabartería por el hermano Miguel. Después de unos mates, nos invitan a salir. Afuera, tienen instalada toda una tienda, con mesas, sillas, anafre artesanal, la carne y las verduras para las ensaladas.
- "Siervo, siéntese por acá" me indica el hermano Elías. Es el mejor lugar del espacio preparado. Mientras nos ofrecen un trozo de queque y un vaso de bebida, los "gentiles" del módulo colocan su música, preparan sus cosas. 
- "¿Quién puede preparar el arroz?, pregunta tres veces el hermano Cristian C. Nadie le responde.
- "¡Yo! ¡Yo quiero hacerlo!" dije levantando mi mano.
- "No siervo... usted no... usted siéntese y disfrute", me contesta el hermano Cristian C., con una sonrisa en la cara.
- "No te tienen fe Jano", dice Felipe.
- "No, es que el siervo no tiene que hacer nada, si son nuestros invitados", dice el hermano Matías.
- "Si Jesús vino a servir, la mejor forma de disfrutar es sirviendo", le dije a los hermanos, intentando persuadirlos. 
- "¿Se atreve a hacer el arroz? Son dos kilos", me dice el hermano Matías.
- "Traigan las cosas... el arroz, la olla, ajo, pimiento... lo que quieran colocar", les respondo, mientras me pongo de pie y me arremango la camisa.
Comencé a picar ajo, pimiento rojo y verde. Mientras preparo el arroz, los hermanos me abrazan cariñosamente. El ambiente es cada vez más distendido. Coloco la olla con la preparación del arroz sobre el anafre artesanal (un ladrillo con un soporte de fierro para la olla y unos filamentos conectados a la corriente con un enchufe de dudosa calidad). Mientras disuelvo un caldo maggi en un tazón (me piden colocarle ese condimento), se me acerca el hermano Víctor y me ofrece un "omeprazol canero": un trozo de pan quemado, junto a un vaso de mineral con limón y sal. Me dicen que es para cuidar el estómago. Con la sal, se sube mucho la mineral y se me derrama sobre la camisa. Es motivo de risas, así que nos reímos todos juntos. El arroz queda listo y muy bien graneado, a pesar de lo complicado (para mí) de su cocción. Mientras tanto, la carne es asada sobre una rejilla colocada sobre medio tambor, en cuyo interior arde la madera de viejos muebles y literas artesanales que ya no pueden ser usadas. 
A las 12.00, los módulos son cerrados. Hasta las 14.00, el personal está en colación y solamente queda un piquete para atender cualquier urgencia. Por ese motivo siempre tenemos que abandonar a las 12.00. Pero hoy tenemos autorización para quedarnos hasta las 14.00. Cuando llegó la hora de cierre, fue impresionante el cambio en el ambiente. Los "gentiles" comienzan a pasearse con estoques en sus manos, amarrados a sus cinturas, marcando territorio. El olor a "paragua" y a laca (que aspiran) inunda gran parte del patio.

Nuevamente se escuchan voces de amenaza y oferta de estocadas y puñaladas. Es en ese momento que el hermano Cristian, líder del módulo 3, nos invita a "conocer la cárcel de verdad".
- "Vamos a subir a las piezas. Mientras vayamos subiendo, no miren mucho a los gentiles. Andan empastillados, drogados y eso los pone más violentos de lo que son... podrían enojarse de verlos a ustedes. Sáquense la credencial y caminen como uno más de nosotros", son las instrucciones que nos da el hermano Cristian. 
- "Como usted mande hermano Cristian", le respondí.
A esa altura, y por el calor que hacía, ya estaba sin corbata y con la camisa afuera del pantalón. Comenzamos nuestro paseo por los pabellones del módulo 3. 
Efectivamente, estábamos en la cárcel de verdad. En todos los pisos la gente camina con sus estoques en las manos, se comunican con sus celulares, consumen drogas, discuten violentamente. Finalmente llegamos a la pieza del hermano Cristian. Viven 5 internos cristianos con él. Las piezas son un "departamento" de tres pisos, de 2,5 metros de ancho por casi 3 metros de alto. La de ellos está limpia, ordenada y con buen olor, a pesar de encontrarse al lado del baño. Fotos de la familia y corbatas son parte del entorno. Conversamos sobre lo complejo de vivir hacinados. Ellos lo ven como una oportunidad de convivir puliendo el carácter.
Luego, nos llevan al otro pabellón, ubicado en el otro extremo del tercer piso. En ese lugar vive el hermano Matías, el hermano Williams y otros tres más. También es un lugar ordenado y limpio. La vista de la ventana da hacia el patio del módulo 3. Allí nos cuentan que, cuando hay peleas, allanamientos o intervienen los piquetes de fuerzas especiales, ellos se encierran en las piezas a clamar a Dios para que los muertos sean los menos posibles. 
- "Acá la cosa es brígida mi hermano", me dice Matías. "Recuerdo un joven que era de este piso y bajó al patio para jugar a la pelota... cuando estaba en la cancha, vino un gentil y le puso una pura estocada en el corazón. Lo atravesó de lado a lado. Cuando sacó el estoque, cayó un pedazo de corazón al piso y la sangre salía como una motobomba."
- "En momento así uno percibe que está en la segunda cárcel más peligrosa del país", agrega Víctor.
Desde la cama del hermano Matías, pienso que efectivamente Dios es bueno al permitirme conocer toda esta cruda realidad. Soy bendecido de poder servir en este lugar.
Bajamos al patio. Los hermanos nos sorprenden nuevamente. Tenían todo listo. La mesa puesta, las ensaladas aliñadas. Era hora de comer. El hermano Felipe ora. Comemos, nos reímos, nos alegramos juntos, nos sacamos fotos. El cariño se siente en cada cosa preparada. La hora de apertura de las rejas está llegando.
Oramos juntos por Chile. Damos gracias por las autoridades, por Gendarmería y por los jueces en los tribunales. 
- "Gracias hermanos por este día. Por estas dos horas tras las rejas. Por este tiempo de compartir que es tan espiritual como el culto de cada día..." son las últimas palabras que dejamos a nuestros hermanos de Colina 2. Hermanos que, como lo he dicho anteriormente, son libres a pesar de estar momentáneamente tras las rejas. 



 

jueves, septiembre 14, 2017

"Lo quiero mucho siervito..."

No pensaba escribir hoy, pero acá estoy.
Hay 43,7 kilómetros entre mi casa y el C.C.P Colina 2. Generalmente logro llegar antes de las 09.30 hrs. Hoy no fue uno de esos días. Tampoco llegué exageradamente tarde. Estaba estacionando el auto de mi amigo Alexis a las 09.36. En el registro de la primera reja, el Gendarme anota mi hora de ingreso: 09.40 hrs. Diez minutos tarde. Y se notaron...
Sin ningún problema, llegué hasta la tercera reja (a pesar que había allanamiento en el módulo 4), que es donde nuestros "guardadores" nos esperan. Hoy, no había ninguno de ellos. Como no tengo mi teléfono celular, no puedo avisar que llegué; opté por caminar solo. 
- "Buenos días pastor", es lo que más escucho mientras camino hacia el módulo 3.
- "Buenos días. Dios le bendiga".
- "Pastor, ore por mi hijita que está enferma..." Cuando escucho esto, me detengo, miro al "gentil" a los ojos y le digo:
- "¿Cómo se llama?"
- "Emilita... lleva tres días en el hospital"
- "Oremos...", le digo tomando sus manos. Un tibio silencio se generó por los minutos que duró esa oración. Sus manos llenas de cicatrices me hablan de una vida dura, pero que frente a la angustia de la enfermedad de una hija, se ponen temblorosas, al igual que su voz.
- "Gracias siervo del Señor", me dice abrazándome. Le sonrío dándole unas palmadas en su cara, me doy media vuelta y sigo mi camino.
Cuando llegué al módulo 3, el Cabo Palavecino me saluda y me abre la quinta reja y camino solitariamente por los pasillos, entre literas, la basura y los escombros de los arreglos que están haciendo en los baños del primer piso del módulo. Cruzo el patio saludando a los "gentiles", hasta que mis hermanos me divisan y salen a mi encuentro.
- "Siervo Jano, ¡¿entró solo?!, me dicen con sorpresa.
- "No vi a nadie y me atreví a entrar. Disculpen si estuvo mal...", les dije.
- "No, para nada. Solamente que nos sorprende que haya llegado hasta acá"
La mayoría de nuestros hermanos tenían talleres hoy: carpintería, electricidad, albañilería. Antes de salir, se reúnen en círculo y oran los unos por los otros. Todos ellos van con gozo. El líder de alabanza, el hermano Cristian (otro distinto al líder del módulo), se me acerca y me pregunta al oído:
- "Siervo, ¿usted puede dirigir la alabanza hoy? Nuestro hermano Williams y nuestro siervo Cristian tienen taller y nadie más sabe tocar guitarra".
- "Yo puedo, pero no me sé el repertorio..."
- "No se preocupe. Lo que el Señor ponga en su corazón. Nosotros lo seguimos".
Antes de comenzar el culto, un tiempo de consejería con el hermano Williams.
Así terminé enseñando una canción y cantando un repertorio de antiguas canciones. También una que aprendí de ellos. Cuando llegó el momento de la pedicación, el coordinador me asigna también esa responsabilidad. Llevaba preparado el Salmo 19. 
Una vez terminado el culto, nos sentamos en círculo para matear. Tres mates calientes acompañaron nuestra conversación sobre los últimos años de la dictadura en La Legua y en la San Gregorio. En ese tiempo, niños y adolescentes jugando a tirar cadenas al tendido eléctrico. Conversamos y planeamos que cada miércoles haremos un culto más corto e invitaremos a los "gentiles" para orar por ellos, ya que hemos visto que es una necesidad latente. 
Llegó la hora de partir. Por algún motivo, nos llevan al módulo 6, pero a medio camino nos ordenan salir. Internos del módulo 4 están lanzando su comida al suelo desde el tercer piso. Protestan por el allanamiento. El hermano Luis es el comisionado para llevarnos hasta la tercera reja. Antes de cruzar la cuarta reja, uno de los hermanos del módulo 3 me abraza fuertemente y me dice:
- "Lo quiero mucho siervito Jano..."
Que te lo diga una persona que ha sido condenada por robo con intimidación y robo con violencia, hace que esas palabras valgan mucho más de lo que puedes imaginar. 
- "Yo también lo quiero mucho hermano... yo también"

lunes, septiembre 11, 2017

Cuenta la historia que en Colina...

El miércoles pasado, como todos los días de lunes a viernes, desperté a las 06.00
Debo ser sincero. No tenía ganas de ir a Colina 2. Ninguna. Pensé en mentir para no quedar mal con la gente. Pero no pude. Me levanté, sin ánimo, y me fui.
Llegando allá, Dios usó a mis hermanos de la "cana" para levantar mi ánimo, a pesar de mi mismo. Y es que la forma en que cantan, oran y entregan cariño, contagia.
Hoy lunes, fue diferente mi actitud. Me levanté con ánimo, con ganas de poder verlos y adorar juntos, abrazarlos y orar con y por ellos. "Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos..." fueron las palabras que mi amigo Daniel Kennison me invitó a tener en mente. Así que lleno de ánimo, partí.
La niebla cubría gran parte del camino a Colina. 3ºC marcaba el termómetro... y dentro del módulo 3 se sentían lo suficiente como para hacerte tiritar de frío.
- "Un matecito siervo", me dice el hermano Miguel.
- "Por favor", le respondo yo. No fue hasta después del tercer mate que entré en calor.
Percibo algunas necesidades puntuales, como un afinador de guitarra, un cable para guitarra eléctrica y cuerdas, tanto para guitarra eléctrica, como de nylon para guitarra acústica. Pero a pesar de las falencias técnicas, mis hermanos cantan como si no hubiese mañana. La primera en ser entonada hoy es una canción que aprendí allá:

"¿Quién vive, quién vive? ¡Cristo vive!
A su nombre, a su nombre, gloria para Él.
¡Maranata, Maranata, Cristo viene!
Diga el débil, diga el débil, ¡Fuerte soy!
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece..."
Probablemente no sea una canción con profundas reflexiones teológicas, pero es pura Palabra cantada.
Pero hay una canción que hoy me llamó poderosamente la atención. No recuerdo la melodía, pero relataba diversas historias de personajes de las Escrituras. Elías, Eliseo, Daniel, David, todos ellos mencionados como personas que alababan al Dios viviente (que dicho sea de paso es el nombre de la iglesia del módulo 3: "Iglesia del Dios viviente"). La última estrofa de la canción dice:

"Cuenta la historia 
que en Colina
se alaba al Dios viviente..."
Y ¿saben una cosa? La historia es verdad. Después de un poco más de un mes visitando a los hermanos de la "Iglesia del Dios viviente", puedo decir que efectivamente, en Colina 2, en el módulo 3, bajo el techo que se divisa detrás de las camas de los internos, se alaba el Dios viviente... con tanto fervor, que mi corazón es fortalecido; fortalecido para alabar al Dios viviente.

viernes, septiembre 01, 2017

Un día "normal"

Como cualquier día normal, entramos a las 9.30
Luego de haber pasado la primera y la segunda reja, llegamos hasta la tercera reja, donde un grupo de unos 20 reclusos estaban sentados uno detrás de otro. Algo así como en esta foto, pero estaban todos vestidos. Me recordó la película Carandirú. El motivo: estaban en medio de un procedimiento en el módulo 7.
- "¿Dónde van?", nos pregunta un sargento.
- "Al tres", responde Felipe.
Con la cabeza nos autoriza a entrar. Cuando pasamos el portal de la tercera reja, nadie nos esperaba al otro lado. Teníamos dos opciones: o esperábamos allí, exponiéndonos a que los Gendarmes nos manden de vuelta a la segunda reja, o caminar sin "protección" hasta nuestro módulo. Optamos por lo segundo. 
Cuando llegamos a la reja del módulo 3, tampoco estaban los hermanos encargados de nosotros. Felipe nos dice que mejor vayamos al módulo 6 y de allí busquemos entrar al 3. Cuando llegamos al 6, estaba cerrado y sin un Gendarme en la puerta, como en un día normal. Claro... en el 7 hay un procedimiento de allanamiento. Desde dentro del 6, el hermano Luis Piutriñ solicita a otro de los hermanos del módulo 6, que estaba haciendo tareas de limpieza, que nos lleve hasta el templo del 3. Cuando llegamos al templo "Iglesia del Dios viviente", los hermanos estaban tomando sol. Se sorprenden cuando nos ven llegar. Debo reconocer que algo extraño había en ellos. No supe qué, pero estaban, en un comienzo, idos, distantes, ajenos.
Rápidamente el hermano Cristian nos invita a servirnos mate. 
- "Siervo, un matecito antes de comenzar", nos dice, mientras da órdenes de que seamos atendidos con celeridad.
El culto comienza con una oración de rodillas, pidiendo a Dios por nuestras faltas. Me invitan a orar para levantar la oración. "Somos indignos de ti, pero nos has limpiado para invitarnos una y otra vez a celebrar culto a Ti, oh Señor", fueron las palabras que finalizaron mi oración. Luego, cantamos, como un día normal. 
- "Vamos a dar la oportunidad a nuestro siervo Jano, quien va a adorar al Señor con una canción", dice el coordinador del culto. Me pongo de pie, me cuelgo la guitarra y un hermano me sostiene el torpedo para no olvidar la letra de la canción. La canción escogida es "Tú no eres una religión" del repertorio de canciones de Iglesia UNO.

"Tú no eres una religión.Tú no esperas que yo haga algoa cambio de tu bendición.Tú no buscas en mi corazónmis pecados y mis erroresacusándome quién soy.
Para Ti, soy tu hijo amado al ser entregado mi corazónY a mí, tú me has colocado en Tu gloria, adorando por siempre.
Tú buscaste cómo estrecharla brecha que nos separabaa causa de nuestro pecar.Con sangre fuiste pronto a pagarla deuda que nos ahogabapor toda la eternidad.
Para Ti, soy tu hijo amado al ser entregado mi corazónY a mí, tú me has colocado en Tu gloria, adorando por siempre.
Tu misericordia y tu gracia me das.Por los siglos, Cristo eres Tú.Desde siempre y para siempre me amarás,y esperamos en tu fidelidad"
Cuando me voy a sentar en uno de los asientos de los coristas, el hermano Alberto, que estaba al lado mío, me dice "Gracias por recordarme que para Dios soy su hijo amado... no sabe cuánto me cuesta comprender que alguien haya hecho algo por mí..." Nuestro hermano que coordina dice maravillosas palabras: 
- "Hermano, Dios le bendiga. Vamos a pasar a la parte más importante de este servicio al Señor, como es escuchar Su Palabra. Disponga su corazón para recibir el alimento espiritual, dando tres gloria a Dios..."
- "¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios para siempre!", repetimos todos.
La predicación, Romanos 8.28-39 y el mensaje contundente que la salvación no se pierde, porque nada podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús.
Finalizamos el culto y nos vuelven a servir tostadas con margarina. Deliciosas. Y nos vamos entre mate y té, como un día normal.
Llegadas las 12.00 tenemos que salir raudamente. En la puerta, muchos internos y,
nuevamente, no hay Gendarme. Vuelvo a romper los "protocolos de seguridad" de nuestros hermanos evangélicos para poder abrazar y orar por un "gentil". Y es que de verdad es complejo en una cárcel donde sólo hay 2 Gendarmes por cada 200 reclusos.
Nos despedimos con un abrazo de nuestros hermanos custodios.
Salimos. Como un día normal. Aunque me cuesta decir "normal" en un lugar donde las riñas violentas se repiten dos o tres veces por semana y donde el año pasado dejó 40 muertos.
Sigamos orando por ellos.

miércoles, agosto 23, 2017

Mate, tostadas y la seguridad de la salvación

Después de la tormenta, siempre viene la calma. Eso dice el dicho popular. Hoy, no fue la excepción. Después de la tensa semana pasada, hoy pudimos entrar sin mayor problema directo al módulo 3. El hermano Cristian Gutiérrez y el hermano Cristian Cornejo (pide nuestras oraciones por un tumor en el cuello) nos esperaban en la tercera reja para llevarnos hasta allá. 
El módulo 3, como relataba anteriormente, es muy diferente al 6. En las escaleras de la entrada hay un contenedor de basura para recibir los residuos desde los pisos superiores. Nadie se preocupa si la basura orgánica cae o no cae dentro del contenedor. El resultado es ese olor nauseabundo del que les hablaba. El primer piso tiene muchas filtraciones, hay basura por los pasillos, las letrinas están expuestas, pero el templo de la "Iglesia del Dios Viviente" nos acoge. 
Lo que ven acá (foto usada con permiso) es el púlpito del templo del módulo 3, junto con mi querido hermano Cristian Gutiérrez, un hombre de recién cumplidos 29, pero que aparenta más de 40. "La droga, la maldad y la mala vida a uno lo van envejeciendo..." nos dice con algo de tristeza. Nos invita a sentarnos y conversar un mate antes de comenzar el culto. Aprovechamos de preguntar más detalles de sus vidas a los hermanos. Todos son de Santiago: Lo Hermida en Peñalolén, Huamachuco en Renca, Sara Gajardo en Cerro Navia, Rosita Renard en Ñuñoa, son algunos de los lugares de donde vienen nuestros hermanos. 
El mate corre mientas hablamos de necesidades, sueños y anhelos. Un parlante para el micrófono (de esos con los que cantan los músicos en las micros) es la necesidad más imperiosa. Mi hermano Felipe Villarroel ya está gestionando eso. Eso les anima mucho.
Comenzamos nuestro culto al Señor. Cantamos y oramos. Me dan la oportunidad de predicar nuevamente. Isaías 43.1-21 es el texto que los invito a leer. "Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice... Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy... Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve... Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?... No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas... He aquí que yo hago cosa nueva... Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará..." Estos son los énfasis a los que llevé a mis hermanos a reflexionar. Luego, un llamado a pedir perdón a nuestro Señor. Brotan los "Gloria a Dios" en medio de algunos sollozos. La Palabra ha sido predicada.
Probablemente esto no sea relevante para algunos de ustedes, pero para ellos, a quienes siempre les dice que la salvación se pierde, fue un mensaje que les llevó al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo. De hecho, tienen instrucciones de rechazar a cualquiera que les enseñe que la salvación no se pierde; pero hoy, sin decirles explícitamente eso, dejamos que la gloriosa Palabra de Dios se los dijera. 
Terminamos nuestro culto y nos sentamos al rededor de una mesa. Nos honran con un tazón de té caliente (que se agradece mucho porque el frío en el módulo penetra hasta los huesos) y unas maravillosas tostadas con margarina. Sinceramente no merecemos tanto cariño, pero lo aceptamos con alegría en el corazón.
Antes de salir, nos comentan que elevaron una solicitud para quedarnos un día hasta las 14.00 para almorzar con ellos. 
Cuando llegamos a la reja del módulo 3, no había Gendarmes. Los internos estaban reclamando con gritos e insultos. Algo tenso en medio de tanta quietud... de hecho, nos estaban llevando de vuelta al templo para nuestra seguridad. Pero en ese lugar, ocurrió un contacto maravilloso: un interno no creyente me toma del brazo y dice: 
- "Esto es lo mejor que me puede pasar hoy... necesito que ore por mí"
- "¿Cómo te llamas?", le pregunto.
- "Arturo me llamo yo... mire pastor (me muestra su costado con una de esas bolsas para contener desechos directo de los riñones. También deja en evidencia una serie de cortes en su piel, producto de riñas)... no me siento bien".
- "A ver si la otra semana nos acompaña en el culto", le dice mi amigo Felipe.
- "En la cárcel es difícil seguir al Señor..." nos responde.
Simplemente lo abrazo y le digo:
- "Lea Isaías 43.1-21. Es lo que compartí a los hermanos hoy. Cristo es la seguridad de nuestra salvación".
Así es... Jesucristo es la seguridad de nuestra salvación. Nada estorbará Sus planes para con nosotros.