miércoles, mayo 18, 2016

Falta de amor

La historia cristiana ha estado llena de desacuerdos, rivalidades, contraposiciones y confrontaciones. Como Reformado, vienen a mi mente la apasionada crítica de Lutero a Zwinglio o el rencor generado entre Servet y Calvino. Incluso la falta de cortesía con la que John Knox habló a la reina de Escocia. Muchos se preguntan si acaso Lutero debió insultar con garabatos a Zwinglio (¿habrá sido posible que Lutero tratara a alguien sin garabatos?), si Calvino pudo haber hecho algo para que Servet no fuera quemado o si Knox pudo haber mostrado un poco de compasión a la reina. Y ellos y muchos más, por sus defensas a la verdad, han sido acusados de faltos de amor. 
Claro, desde nuestra perspectiva en pleno siglo XXI, estas personas pueden ser considerados unos desalmados y poco cristianos (los Reformados sabemos que, en una discusión con legos en el asunto, lo primero que te lanzan a la cara es la consabida "Calvino mató a Servet, así que Calvino no es crisitano"); porque es esta época donde el "amor" (así entre comillas) ha sido elevado a un sitial de dios mismo. Como la verdad es relativa, entonces el amor pasa a ser el absoluto.
Esta cultura de lo relativo, pero donde el "amor" es absoluto, ha invadido la iglesia de manera brutal. Porque el "amor" es absoluto, entonces la iglesia ha recluido a la verdad a un calabozo en la parte más escondida del palacio, colocando sobre ella una pesada máscara de hierro. De esta manera se populariza la idea que planteara Rob Bell: #LoveWins. 
Lamentablemente, en nombre del "amor", hemos abierto mano de la verdad. En nombre del "amor" nos hemos desviado de la verdad, pavimentando la ruta con hermosos conceptos como la unidad de la iglesia. Y la "unidad" (así entre comillas) se ha vuelto más importante que cualquier doctrina, incluso más importante que el evangelio. Bajo el estandarte de la unidad se tolera casi todo tipo de extravíos doctrinales, mientras las transgresiones morales se obvian y se interpela a la gente a perdonarlas rápidamente, como dice Lutzer.
Hace poco leí un libro llamado "Ortodoxia Humilde" de Joshua Harris, quien plantea que hemos aprendido a reprender como Jesús pero no a amar como Jesús. Y es una afirmación que, si cae en manos del "post amor cristiano" (post, porque bíblicamente el simplemente perdonar sin advertir ni llamar al arrepentimiento no es amor), se celebra con ahínco. Pero, ¿qué será realmente eso de "faltos de amor"?
Tengo la impresión que Pablo responde a qué es realmente el amor cristiano. En Gálatas 2.11ss, Pablo relata el encontrón que tuvo con Pedro. Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, dice:

“Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable. Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita. Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?”

Más de alguno podría decirme que no está hablando de lo mismo. Pero no hay que ser muy experto en el tema como para darnos cuenta que hay un principio bíblico en las palabras de Pablo. Porque, ¿qué habrá querido decir y/o hacer Pablo con declaraciones tan poco llenas de amor como “le eché en cara su comportamiento condenable” y “le dije a Pedro delante de todos”?
Me da la impresión que en el contexto de la carta a los Gálatas, Pablo está confrontando a Pedro con el Evangelio. Sí. El Evangelio de la gracia. ¿Cómo así?
Me explico. El mismo afán post cristiano ha travestido el Evangelio en una especie de “energía amanerada” que es incapaz de tocar a alguien con el pétalo de una rosa. Concuerdo con el pastor David Nicholas [Spanish River Church] cuando plantea que pareciera ser que muchos se escandalizan con el verdadero Evangelio porque realmente no creen en él. Porque predicar que el amor de Dios sí realmente perdona nuestras bajezas más perversas, sin predicar sobre arrepentimiento, es un falso Evangelio. Al menos uno mutilado. Porque el verdadero Evangelio no es solamente “Cristo me salvó”, sino también que toda mi bajeza, mi inmundicia y mis crímenes en contra de la santidad de Dios mataron en la cruz al Hijo Santo de Dios.
El Evangelio sólo es amoroso cuando me invita al arrepentimiento. No existe otro evangelio.
Cito al pastor Nicholas nuevamente cuando está hablando de la necesidad de anunciar las malas noticias del evangelio: “Eso es lo que debemos decir a los otros, sabiendo que el Espíritu Santo tomará nuestras palabras y las usará para convencer a las personas de su pecaminosidad y desesperanza.”
No. No me siento superior a nadie. Pero argumentar que porque soy igualmente pecador no tengo moral para denunciar el pecado ni llamar al arrepentimiento a otro, es minimizar la obra de Cristo, quien usa a la Iglesia en el llamado al arrepentimiento.

Sigo preguntándome, ¿qué delata la verdadera falta de amor?