lunes, enero 22, 2018

Últimas palabras para UNO


Ayer tuvimos una suerte de despedida de nuestra comunidad de fe. Salvo quienes me avisaron que no podían estar por motivos laborales o de salud, estuvieron los precisos. Ni más, ni menos. Gracias por estar.

Pensé que tendría, en algún momento, la oportunidad para dirigirme a mis hermanos en Cristo (como ocurrió con David y Danitza, Javier y Pepa o Roberto y Rocío), a quienes Dios me permitió servir con los dones y talentos que él, por gracia, me ha regalado. Pero como esa oportunidad no ocurrió, les escribo estas palabras que tenía preparadas para ayer. Si bien es cierto puede conversar particularmente con algunos, vayan a todos ustedes las siguientes palabras:


No se nos hace fácil despedirnos de ustedes. Han sido un poco más de siete años de caminada y compañerismo. Muchos de ustedes llegaron sedientos de la Escritura y hambrientos de Cristo. Solamente por la Gracia de Dios pudieron encontrar algo de eso en este lugar. Y de verdad que, quienes creímos en el proyecto de Iglesia UNO nos esforzamos por ser esos mendigos que tienen la oportunidad de decirle a otros mendigos dónde hemos hallado alimento. Ciegos que, recobrando la vista, guiamos por gracia a otros ciegos a ver la luz... Su luz admirable. En estos siete años, Dios nos permitió ver llegar vidas destrozadas siendo restauradas; nos permitió ser consejeros; nos permitió enseñar y ser enseñados; nos permitió desarrollar actividades junto a ustedes; nos permitió soñar y aterrizar; nos permitió vernos crecer en cantidad y en conocimiento de las Escrituras y, por medio de ellas de Dios mismo.

No se nos hace fácil partir. A pesar de que con la Organización de Iglesia Uno como la 12ª Iglesia Presbiteriana de Santiago, tuvimos la sensación del deber cumplido (llegamos para trabajar en la plantación de esta comunidad), nos hubiera gustado verla reproducirse. Mucho más si esa reproducción nos consideraba como los siguientes plantadores, sobre todo por la experiencia de haber podido trabajar con un equipo que fue fundamental en la apertura del culto matutino en el barrio Brasil/Yungay. Es cierto que el equipo se mermó por la partida de sus integrantes a otras ciudades y países, pero esa experiencia de liderar nos animó a presentar un par de proyectos. Y a pesar que los proyectos no veron la luz, damos gracias a Dios por habernos dado la capacidad de pensar estos proyectos, porque reconocemos que es Él quien nos permite estas cosas.

Lo que sí se nos hace fácil es agradecer el poder comprender que cuando servimos con la convicción que lo hacemos para la gloria de Cristo, entonces lo podemos hacer de buena gana, porque Él ya nos recompensó salvándonos de nosotros mismos, salvándonos de nuestros anhelos egoístas.

Les regalo unas hermosas palabras de un autor que nos gusta mucho:
"Comunidad cristiana significa comunión en Jesucristo y por Jesucristo. Ninguna comunidad cristiana podrá ser más ni menos que eso(...) Esto significa, en primer lugar, que Jesucristo es el que fundamenta la necesidad que los creyentes tienen unos de otros; en segundo lugar, que sólo Jesucristo hace posible su comunión y, finalmente, que Jesucristo nos ha elegido desde toda la eternidad para que nos acojamos durante nuestra vida y nos mantengamos unidos siempre." (Dietrich Bonhoeffer)

Que Dios les bendiga y sigan siendo una comunidad en Jesucristo y por Jesucristo. Saben que tienen un lugar en el sur donde les acogeremos con cariño.
Como dice una canción de Pink Floyd, "The show must go on".
Con cariño, 
Jano, Esther, Sofía y Nicanor.

miércoles, enero 03, 2018

Una silenciosa y corta despedida

El miércoles pasado fue mi última visita al C.C.P. Colina 2. Durante la semana habíamos conversado con los hermanos del módulo 3 de poder hacer un desayuno/despedida. Ya saben: mate, tostadas y alguna cosa para acompañar el menú. Pero no pudimos. La rígida estructura eclesial carcelaria no nos permitió hacerlo.
Hace algunas semanas, y ante la ausencia del capellán por motivos personales, se está realizando un culto unido en el módulo 6 los días miércoles. Ese culto es obligatorio para todos los internos. A pesar de ello, el líder del módulo 3 solicitó un permiso especial para que pudiéramos salir un poco más temprano y tener nuestra despedida. La solicitud fue denegada por el hermano que quedó como líder interino de los evangélicos en ese lugar. A pesar de haber insistido, la respuesta fue siempre la misma: no. 
Cuando terminó el culto, me acerqué a mis hermanos del módulo 3. Estaban tristes. Con lágrimas en los ojos, nos dimos largos, fuertes y silenciosos abrazos a modo de despedida. 
Sabemos que tendremos la oportunidad de compartir tiempo juntos cuando nos encontremos en la libertad.  
Por mi parte, doy gracias a Dios por estos meses de aprendizaje y cariño inmerecido. 

martes, enero 02, 2018

Satisfechos y dependientes de Cristo

Mucho se habla de los buenos deseos para un año que comienza. Sabemos que en realidad nada mágico ocurre entre las 23.59 y las 00.00, pero tengo la impresión de que como seres humanos necesitamos cerrar ciclos... y esta fecha permite hacer recuentos, evaluaciones y todo lo demás. Pero insisto: nada mágico ocurre al comenzar un nuevo año del calendario gregoriano.
Sin embargo, mi deseo es que para este 2018 podamos depender más y mejor de Dios que durante el 2017. Al fin y al cabo, en ese recuento del 2017, todo aquello que consideramos como malo o negativo, tuvo que ver con una menor dependencia y satisfacción en Cristo. De otro modo, tendríamos la convicción de que tanto lo bueno y lo malo son cosas que colaboran para mi propio beneficio (Romanos 8:28). Entonces, una de las primeras cosas para poder tener realmente un mejor año, es que efectivamente pensemos que aquellas cosas malas o negativas ocurridas no son sino el resultado de una insatisfacción e independencia de Cristo. El beneficio de reconocer esto es anhelar depender más y estar más satisfechos de Cristo. Y eso es bueno.
Que este 2018 sea efectivamente un mejor año, en la medida que comprendamos que:
"Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida, y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de los beneficios de toda su labor. Sé que todo lo que Dios hace es perpetuo: Nada hay que añadir ni nada que quitar. Dios lo hace para que los hombres teman delante de él. Lo que antes fue, ya es, y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo pasado." (Eclesiastés 3:12-15)
Que Dios les bendiga.