En algunos países de habla hispana se usa el término "exitismo" para referirse al afán desmedido por el éxito. Las RR.SS. son una buena herramienta para fomentar el exitismo y, si eres como yo, hemos caído muchas veces en ello: luchamos por los 'likes', como si ellos midieran verdaderamente algo. Peor aún: hay quienes llegan a pagar en las RR.SS. para que a la gente le guste su trabajo, su ministerio, su música, su falsa vida... su, su, su. Ojo que no estoy hablando del pago de publicidad para promocionar productos o servicios que podamos ofrecer; eso es harina de otro costal.
Estos últimos días he venido reflexionando que la mayoría de las publicaciones son gritos desesperados de éxito, avisando a sus contactos "lo bien que me va"; pero la verdad es que son más los fracasos que los éxitos. Yo mismo, no logro encontrar alguna cosa en la que me haya realmente destacado: ni en los deportes, ni en la música, ni como publicista, ni como teólogo. Sinceramente no he tenido éxito en nada. Tengo 41 años en esta tierra y no le he ganado a nadie... de hecho, creo que ni siquiera he perdido contra alguien.
A pesar de haber fracasado de mayor o menor manera en todas las áreas de mi vida, puedo ver la providencia de Dios en todo. En cada fracaso, veo a Dios supliendo mi incapacidad. En cada derrota, veo a Dios siendo victorioso. En cada error cometido, veo la misericordia de Dios que me invita a cambiar. En cada pecado, lo único que veo es la santidad del Hijo de Dios que cubre mi pecado y veo cómo su Espíritu Santo me corrige para recordarme que mi pecado todo ya fue clavado en la cruz de Cristo.
Mi esposa Esther, con esa sabiduría que solamente proviene de lo Alto, me dijo: "Es necesario que fracases en todo, porque necesitas entender que no se trata de ti, sino de Tu Señor".
Así es. Todo se trata de Él.
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas.
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