Seamos realistas. La infertilidad
deja abrumados a todos los involucrados. Amigos y familia a menudo no saben
siquiera si deben o no abordar el asunto, mucho menos saben qué decir. Parejas
sin hijos quieren ayuda y apoyo, pero muchas veces sufren en silencio. Las
iglesias saben que este asunto existe, pero muchas veces tampoco saben qué
hacer sobre el asunto. Lo que queda es, pues, un gran elefante en la sala. Muy
bien, entonces, vamos a hablar sobre el elefante.
Nosotros tuvimos que lidiar con
la infertilidad durante 9 años, antes de adoptar. Hoy, tenemos dos hijos y, a
pesar que aún lidiamos técnicamente con la infertilidad, ya es un asunto que
quedó atrás. No podemos hablar por todas las parejas infértiles (y recibimos con
agrado sugerencias, ediciones y otros comentarios a este texto), pero nos
gustaría poder usar nuestra propia experiencia –junto con la de otros amigos
que también luchan con la infertilidad- para ser directos sobre lo que las parejas
infértiles nos gustaría que sus familias, amigos e iglesias supiesen.
Probablemente
conoces a alguien que lucha con la infertilidad, y no lo sabes.
¿Cuán común es la infertilidad?
Uno de cada diez parejas en edad de tener hijos sufre con la infertilidad, según
la Asociación Americana del Embarazo (The Pregnancy Association). El Centro de
Control de Enfermedades y Prevención apunta a una estadística parecida,
diciendo que más de 6 millones de mujeres estadounidenses entre los 15 y 44
años luchan con la infertilidad. Dado que muchas parejas infértiles sufren en
silencio, necesitamos aceptar las estadísticas. No estamos diciendo que
necesitas identificar a esas parejas; estamos simplemente diciendo que es muy
probable que tengas algunas parejas infértiles conviviendo cerca de ti.
Tu iglesia
puede –y debe- ministrar a matrimonios que luchan con la infertilidad.
Algunas decisiones muy simples
pueden marcar la diferencia entre ayudar parejas infértiles en la iglesia, o
apartarlos para siempre. Para observar cuál es la situación actual, considere los
siguientes asuntos:
- Cuando celebras en día de la madre o del
padre, ¿reconoces que, a pesar de ser un día de regocijo para muchos, también
es un día de tristeza para otros?
Esos eventos
pueden ser brutales para parejas infértiles, dado que el propósito es celebrar
la belleza de una relación maravillosa de la cual ellos son constantemente
impedidos. Para ser claros, no estamos sugiriendo que la presencia de algunas
parejas sin hijos en su iglesia debería vetar la celebración por completo. Solo
pensamos que es una buena oportunidad para seguir la instrucción de Pablo en
Romanos 12.15, para alegrarnos con los que se alegran y llorar por los que
lloran. Nuestro pastor es experto en balancear esta situación apropiadamente.
Se centra en la celebración, pero también recuerda a la congregación que, para
algunos, ese día es difícil y, entonces, ora por estas parejas. Algunas pocas
palabras pueden tener un gran impacto en hacer que las parejas con infertilidad
se sientan parte de la familia de la iglesia en esos días específicos. Es
necesario que las parejas con infertilidad obedezcan la primera parte de Romanos
12.15, especialmente en los días separados para celebraciones; pero es
igualmente necesario que el resto de la iglesia obedezca la segunda parte de otra
manera.
- Las parejas infértiles ¿son bienvenidos a
las clases y/o grupos pequeños donde sus amigos participan, o son animados a
participar en otro lugar por no ser considerados una familia aún?
No excluyan a
ese grupo de matrimonios de las clases para familias. Tal vez algunos de tus
mejores amigos cristianos estén en esas clases; pero más allá de eso, las
parejas infértiles pueden llegar a tener hijos en cualquier momento, beneficiándose
con las clases sobre familia. Tal vez ellos decidan después participar en otra
clase, pero ¿por qué no dejar que ellos decidan?
- ¿Has dispuesto consejería constante y
clases que enseñen sobre los difíciles asuntos morales que esos matrimonios
tendrán que enfrentar?
Es muy
probable que los médicos de ellos sugieran enfáticamente que se haga o implante
varios embriones para que después “se reduzca selectivamente, si es necesario”.
Tal vez el matrimonio tenga que tomar decisiones sobre usar o no esperma, óvulos
o embriones donados. Tal vez les sugieran congelar algunos de sus embriones.
Tal vez se estén preguntando si proseguir con un tratamiento que cuesta cientos
de miles de pesos es “una buena mayordomía”. Las oportunidades de ayudar a
estos matrimonios a tomar decisiones basadas en la Biblia y fortalecer sus
convicciones son inmensas; no pierdas esas oportunidades. Más allá de
consejería y clases, tal vez esos matrimonios necesiten conversar con otros que
estén pasando por la misma situación. Tu iglesia ¿ya realiza alguna cosa para
facilitar la creación de este grupo? Si un matrimonio que está luchando contra
la infertilidad comienza a asistir a tu iglesia, ¿cuánto tiempo llevará para
que se encuentren con otros que comparten sus luchas, obtengan la ayuda bíblica
y el compañerismo cristiano que necesitan?
¿Cómo ser una
bendición para matrimonios infértiles?
- Entrégales la verdad y no solamente simpatía
Quien levantó
este punto fue Debbie Costa, una consejera bíblica y miembro de nuestra
iglesia, que está luchando contra el cáncer. Cuando le preguntaban sobre cómo
podrer ministrar a personas que estaban sufriendo, Debbie dijo “Se requiere más
que simpatía; se necesita la verdad”. Ella citó el Salmo 61.2:
“Desde los
confines de la tierra te invoco,
pues mi
corazón desfallece;
llévame a una
roca donde esté yo a salvo.”
La simpatía es
buena, pero no nos transforma. La verdad puede ayudarnos a pensar y responder
de modo diferente.
- Ore por ellos.
Si los conoces
lo suficientemente bien, pregunta cómo orar por ellos específicamente. Puede
ser que te digan que están esperando los resultados de algunos exámenes, o
decidiendo sobre opciones de tratamiento, o tomando decisiones financieras
difíciles, etc. Por ellos, apela al Único que tiene el control sobre todas las
circunstancias (Efesios 1.11).
- Debes ser cuidadoso al preguntar a alguien “¿por
qué ustedes todavía no tienen hijos? O ¿cuándo van a comenzar a tener una
familia?”
Si piensas en
hacer una de esas preguntas a un matrimonio con 30 años o más, piensa que
podrían tener razones bastante íntimas respecto de estos temas. ¿Eres lo
suficientemente cercano de ellos como para tener esa conversación? Si lo eres,
considera tener esa conversación (muchas veces ese es el elefante presente en
la sala). Si no, deja que ellos hablen sobre el asunto si así lo deciden.
- Mantén tu amistad con ellos.
Matrimonios
infértiles pueden sentirse desplazados, en la medida que sus amigos y familias
tienen hijos e inician esa nueva etapa de sus vidas. No tengas miedo de
invitarlos a actividades que involucran niños. Y no supongas que ellos no
querrán ir a comer con ustedes si acaso ustedes llevan a los niños o estuvieran
a la espera de otro hijo. Participar o no de las actividades es algo que ellos
deben decidir. No tomes la decisión por ellos al no invitarlos.
Los matrimonios
infértiles no son necesariamente ignorantes sobre el tema “niños”.
Mi esposa era educadora infantil
especializada, que trabajó con cientos de niños por más de siete años, luchando
con los más variados comportamientos. A pesar de ello, cuando intentaba
participar de las conversaciones con otras madres jóvenes sobre sus hijos, ella
era cuestionada: “¿y cuántos hijos tienes?”-de una manera muy poco inclusiva,
simplemente para decir que ella no podía participar, ya que no tenía hijos.
Infelizmente no fue un hecho aislado.
Algunos comentarios surgen, casi
con seguridad, más por ignorancia que por maldad, y nosotros entendemos eso.
Desarrollar un caparazón es parte del proceso de lidiar bien con esta prueba. La
falta de sensibilidad de algunos no justifica la sensibilidad en exceso de
otros. Entonces, el punto aquí no es decir “qué vergüenza que hieras los
sentimientos de los demás”.
El punto es que nunca supongas
que un matrimonio sin hijos (infértil o no) se completamente inexperto o les
falte amor. No es necesario que tengas
miedo de dejar a tus hijos con nosotros en la guardería de la iglesia. No
supongas que no sabemos cómo alimentar a tu bebé, dar mamadera o cambiar un
pañal. No pienses automáticamente que no podemos ser buenos profesores de la
Escuela Dominical. Podemos ser tan compasivos y competentes como cualquier otra
persona. (Sólo para ser claro: sabemos que existen cosas que nunca
comprenderemos completamente sin que tengamos hijos en nuestra cada, todos los
días, por años.)
La infertilidad
puede causar graves tensiones financieras y conyugales, además de las tensiones
emocionales.
Exámenes y tratamientos de
infertilidad pueden costar millones de pesos en cada intento, y aun así no
garantizan un resultado positivo. Y lo que es peor, es común que esos exámenes
y procedimientos no sean cubiertos por los planes de salud.
Tal vez ya escuchaste hablar de
matrimonios intentando un procedimiento in vitro u otros procedimientos
similares. ¿Sabías que esos procedimientos cuestan cerca de 15.000 dólares (en
los Estados Unidos) y ofrecen una baja posibilidad de éxito? Además, a los
matrimonios se les recomienda comprometerse con varios ciclos del mismo
tratamiento.
Entonces, llegamos a las dudas
financieras que los matrimonios infértiles deben enfrentar: ¿cuánto estamos
dispuestos a gastar por intentar tener un hijo?, ¿debemos vender la casa?, ¿adquirimos
una nueva hipoteca?, ¿nos trasladamos a otro estado donde se obligue al plan de
salud a cubrir el gasto del tratamiento?, ¿no tomar vacaciones?, ¿cuántos
ciclos de tratamiento podremos pagar?, ¿estamos siendo buenos mayordomos de
nuestros recursos al gastar millones en estos procedimientos, o debemos invertir
ese dinero en ahorro, jubilación o causas sociales? Es fácil decir que la vida
no tiene precio, pero ¿dirías lo mismo sobre la posibilidad de vida?
Si crees que la adopción es un
mejor camino, piénsalo nuevamente. Las adopciones nacionales e internacionales
pueden costar fácilmente 25 a 30 mil dólares (en los Estados Unidos). Y, por
más que sea algo más seguro que los tratamientos de infertilidad, la decisión
de cuándo dejar los tratamientos y optar por la adopción también puede causar
mucha tensión. ¿Cómo llegar a un acuerdo donde ambos concuerden en dejar de
intentar tener hijos?
Mezcla esas dificultades
financieras –que pueden durar años- con la montaña rusa emocional de tener
cierta esperanza, y ver irse todo agua abajo vez tras vez, tras vez, tras vez. ¿Será
alguna sorpresa que surjan tensiones conyugales? El deseo unificador de
comenzar una familia puede eventualmente tornarse una fuente de conflicto
cuando las emociones están a flor de piel y las decisiones no son claras.
¿Qué pueden
hacer la familia, amigos e iglesia sobre esto? Simple: ora, anima y exhorta.
Si tienes una relación cercana
con el esposo o la esposa, acompáñalos en la prestación de cuentas. Haz
preguntas como “¿Cómo están ustedes?”, “¿Han orado juntos sobre la toma de
decisiones (Filipenses 4.6)?”, “¿Han mostrado sumisión el uno al otro según lo
establecido en las Escrituras?”. Ayuda a recordarles que Dios tiene un plan –no
solamente para la satisfacción momentánea del matrimonio, sino para la gloria
de Dios y Su reino (Isaías 55.8-9). Tal vez necesiten prestar atención si el deseo
que ambos tienen es realmente lo que Dios quiere para sus vidas. La
infertilidad no es un cheque en blanco para la auto-conmiseración o la negativa
a prestar cuentas. Necesitamos ser animados, pero también exhortados.
[Este post, de autoría de Brian
Nicholson, fue publicado originalmente aquí]