La muerte de José Pizarro el pasado 14 de octubre, marca la lamentable cosificación de quien fuera uno de los personajes más emblemáticos de los gentrificados barrios Bellas Artes y Lastarria. Y hasta cierto punto creo que el Divino Anticristo, o Isabelísima como se hacía llamar, fue una protesta viviente a este lamentable fenómeno urbano. No pudieron sacarlo de sus calles, transformándose en un "lunar" al que ahora hay que sacarle provecho.
Todos quienes lo recordamos, sabemos que su carrísimo de supermercado era su bien más preciado, porque en él transportaba toda su obra literaria, en la que podías encontrar desde asuntos relacionados a la política, hasta actualidad, pasando por religión y salud pública.
Le compré un escrito sobre filosofía. El hombre era una máquina de los neologismos, por lo que un día le dije que había palabras que no entendía. Sin dudarlo mucho, me ofreció un diccionario de revelaciones del Diosísimo para que yo pudiera comprender su obra. No se lo compré porque era mentira que lo tuviera escrito... me pidió 30 días para hablar con su comité editorial.
Hablamos de teología varias veces. Me debo haber tomado unos 5 o 6 café escuchando sus reflexiones sobre la relación entre Diosísimo y la salud pública alemana. Supe que le daban asco las barbas hipster, asunto sobre lo cual escribió posteriormente. Pero no todo era negociable en su vida. El día de su muerte, supe que le regaló un plato plástico a mi sobrino para que comiera, el cual está siendo usado hasta el día de hoy.
Como decía, su muerte marca el inicio de una industria del marketing en torno a él. Una industria que generará más dinero a esta nueva burguesía que seguirá subiendo los arriendos de su hábitat natural, instalando más cafeterías chic, más panaderías de masa madre, más barberías, sangucherías, teterías, heladerías y cuantas "erías" puedas imaginar.
Hace poco supe que una banda de pop nacional hizo un video donde aparece José Pizarro (ver aquí). También vi algunos 'stencil' con su cara, y una camiseta por ahí.
En fin. El Divino Anticristo, pasó de ser un 'ser humano' (indeseable para algunos, de culto para otros, prójimo para más de algún cristiano), a ser un 'producto de marketing' justamente por haber muerto. Ya no molesta. Ya no ensucia la impoluta visual del barrio Lastarria.
Muerto, ahora es un elemento decorativo que camina en una camiseta, o permanece fijo en un stencil.