lunes, diciembre 24, 2018

Navidad: Del temor a la alabanza.




"En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: 'No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre'. De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:
«Gloria a Dios en las alturas,

    y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: 'Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer. Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho."
[Lucas 2.8-20]


Siempre se habla de la rudeza de los pescadores que se transformaron en los discípulos de Jesús. Pero ser pastor de ovejas no era menos riesgoso. El rey David, antes de ser rey, fue pastor de ovejas. En 1ª Samuel 17.34-35, dice: 
“David le respondió:
—A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo.”
No sé ustedes, pero me parece que perseguir y golpear a un oso o un león hasta matarlo si era necesario, no es una actividad menos valiente que dar frente a una tormenta en alta mar.
Los pastores eran hombres valientes. El mismo texto de Lucas nos manifiesta que ellos estaban en su rutina normal de cuidar sus rebaños durante la noche. Eso es clave, porque la oscuridad de la noche no es un momento de paz y quietud, sino de alerta ante animales salvajes o el abigeato que pudio haber ocurrido ya en los tiempos de los evangelios.
Sí me llama la atención que estos valientes pastores nocturnos hubieran sentido miedo de la luz. Se supone que la luz nos trae tranquilidad. No sé si viviste el terremoto de 2010 en Chile, pero desde las 03:34 hasta que rayó el alba, yo sentí miedo. Era un miedo profundo cada vez que comenzaba nuevamente a temblar. Durante el día siguió temblando, pero era diferente a la luz del día. Por eso me llama la atención que estos pastores hayan sentido miedo ante la luz. Pero el mismo texto me lo explica: tuvieron miedo de la gloria de Dios. Eso es tremendo, porque no puedo evitar pensar en lo que sintió el profeta Isaías cuando contempló la gloria de Dios: ¡se quiso morir! No debe haber sido diferente a lo que sintieron estos valientes pastores. Han de haber pensado “¡Ay de mí, que soy impuro… no me queda otro camino más que morir porque he visto la gloria de Dios!”. Definitivamente no tuvieron miedo del ángel. De hecho, luego aparece ante ellos una multitud de ángeles, y no tuvieron miedo. Ellos sintieron el temor de la gloria de Dios. Esa gloria santa, incomparable, indomable, que aplasta, que consume. Por eso el ángel les dijo “'No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría…”
La historia sufre un cambio tremendo. Las buenas noticias dejaron atrás el miedo y dieron paso a la fe y a la alabanza: “vamos a ver lo que el Señor nos ha dado a conocer… regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído”.
El evangelio completo fue presentado a estos pastores: la mala noticia del evangelio es saber que, pecadores como somos, ante la gloria perfecta de Dios, no tenemos otro camino que morir, porque la paga del pecado es la muerte. Sin embargo, los pastores actuaron por fe; esa fe que estaba fundamentada en las mismas profecías de las Escrituras. Y el haberse reconocido merecedores de la muerte (el miedo que sintieron ante la gloria de Dios), pero al mismo tiempo recibiendo por fe la buena noticia del Salvador, les permitió glorificar y alabar a Dios por su obra redentora.
El evangelio echa fuera el temor. El evangelio nos permite abrazar la gloria de Dios. El evangelio nos transforma. El evangelio nos permite glorificar y alabar a Dios.
Gloria a Dios en las alturas… y en la tierra, Shalom.

sábado, diciembre 15, 2018

Cuando divulgamos 'fake news' de nuestro prójimo...

Si podemos dar una definición a 'Fake News', podríamos decir que las fake news es un contenido pseudo-periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación
El espíritu de las 'fake news' es desinformar sobre una situación o una persona. En  el caso de una persona, en palabras sencillas, una mentira para desacreditar a esa persona. 
A veces, la desinformación tiene forma de media verdad (igualmente una mentira); acabamos difundiendo esa media verdad (o verdad desde un único punto de vista) con motivaciones aparentemente piadosas, pero en realidad no son más que entramadas maneras de desacreditar a una persona.
El Catecismo de Heidelberg, hablando del tema en su pregunta 112, dice:
¿Qué se te pide en el noveno mandamiento?

R.: Que no levante falsos testimonios contra nadie, que no interprete mal las palabras de los demás, que no sea detractor ni calumniador, que no ayude a condenar a nadie temerariamente y sin haberle escuchado; que huya de toda clase de mentira y engaños como obras propias del diablo, si no quiero provocar contra mí la gravísima ira de Dios.
Que en los juicios, como en cualquier otra ocasión, ame la verdad, la anuncie y la confiese sinceramente. Y por último, que procure con todas mis fuerzas defender la honra y reputación de mi prójimo.
Los argumentos bíblicos son potentes:
  1. Proverbios 19.5, 9: El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado... El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá.
  2. Salmo 15.3: Solo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino...
  3. Salmo 50.19-20: Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño. Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.
  4. Romanos 1.29-31: Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados.
  5. Proverbios 12.22: El Señor aborrece a los de labios mentirosospero se complace en los que actúan con lealtad.
  6. Proverbios 13.5: El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra.
  7. 1ª Pedro 4.8: Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados. 

Probablemente no caemos tanto ni tan rápidamente en mentir y engañar respecto del prójimo. Y hacemos bien, sobre todo cuando comprendemos que ambas son obras propias del diablo, que desde el principio es padre de mentira. Pero la calumnia e incluso la difusión de un chisme (chisme puede ser incluso una verdad sobre alguien, pero de lo cual la persona en cuestión no puede desmentir porque se hace a espaldas de ella) es también un pecado contra el noveno mandamiento, porque el chisme busca desacreditar a esa persona. 
Juan Calvino, en la Institución de la Religión Cristiana nos ayuda a comprender las implicaciones de este mandamiento cuando dice:
El fin de este mandamiento es que debemos decir la verdad sin fingimiento alguno, porque Dios, que es la Verdad, detesta la mentira. La suma de todo será que no infamemos a nadie con calumnias, ni falsas acusaciones, ni le hagamos daño en sus bienes con mentiras; y, en fin, que no perjudiquemos a nadie, hablando mal de él o con burlas... Porque nosotros, o por malicia pecamos contra la fama del prójimo, o mintiendo y contradiciendo impedimos el bien y la comodidad de nuestros semejantes.
Como decíamos, el noveno mandamiento abarca mucho más que simplemente la mentira expresa sobre nuestro prójimo. Caso similar ocurre con el mandamiento que nos dice "No matarás"; cuando miramos cómo Cristo aplica los mandamientos, podemos inferir que no solamente quitarle la vida al prójimo está condenado, sino que desear su inexistencia y/o hacer como que no existe (sí, incluso invisibilizar al prójimo). Calvino termina recordándonos:
Aunque es necesario extender este mandamiento de un modo más general hasta incluir las calumnias y las murmuraciones perversas con las que se daña inicuamente al prójimo...
Dicho lo anterior, es necesario también atender la reflexión que hace el teólogo al comienzo del capítulo VIII y que es la parte afirmativa de la prohibición: Si Dios prohibe tal cosa, manda la opuesta. O sea, justamente porque Dios ama la verdad y la justicia, el que afirmemos la verdad sirve para conservar la buena fama del prójimo. Y afirmar la verdad incluye tanto el permitir al individuo del que se está diciendo algo poder responder a esa afirmación que se hace de él, como el rechazar el chisme. Calvino cierra su comentario del noveno mandamiento diciendo:
Mas si ponemos los ojos en el Legislador, que tiene no menor señorío sobre los oídos y el corazón que sobre la lengua, comprenderemos sin lugar a dudas, que en este mandamiento prohibe no menos oír y creer a la ligera los chismes y acusaciones, que decirlas y ser autores de las mismas. Porque sería ridículo pensar que Dios aborrece el vicio de la malidicencia, y no condena el corazón. 

Por tanto, si hay en nosotros verdadero temor y amor de Dios, procuremos en cuanto sea posible y lícito, y en cuanto la caridad lo requiera, no ocuparnos en decir u oír murmuraciones, denigraciones o gracias que molesten; y asimismo, no creer fácil y temerariamente las malas sospechas; sino que tomando en buen sentido los dichos y hechos de los demás, conservemos en el juzgar, como en el oír y en el hablar, íntegra y salva la honra y fama de cada uno.
Dios nos ayude en todo tiempo a ir contra nuestra naturaleza pecaminosa.