Mentira. Tan común, tan destructiva. Se han inventado máquinas para detectarla, programas de TV y hasta concurso donde se premiaba la mejor mentira para viajar a ver el mundial de fútbol. Pero una mentira sigue siendo mentira.
Cuando era niño, mi mamá siempre me decía que no hay nada oculto que no salga a la luz. Siempre me inculcó el no decir mentiras, pero como toda persona, mentía igual. Y es que es una práctica tan común que incluso se habla de "mentiritas" o "mentiras blancas" o de "mentiras piadosas". ¿Puede de verdad una mentira ser ‘piadosa’?
El diccionario define la palabra mentira como “una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa o parcial, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total”. Agrega que “una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva, exagerar una verdad o incluso la verdad, si la intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses del oyente”. Y es aquí donde quiero detenerme a reflexionar. En esta parte donde entendemos que mentir implica un engaño intencionado y consciente.
Nadie miente sin pensarlo. Y esa es la parte que me duele, porque me he sentido engañado. He sentido que se me ha mentido… y es demasiado triste cuando la persona que miente es alguien a quien estimas demasiado. Más aún, cuando esa persona que te ha mentido y engañado es un hijo de Dios, quien supones no andará por la vida mintiendo. Creo que todos ustedes han sentido esa maldita sensación de haber sido engañados por un cristiano alguna vez.
De antemano pido disculpas a quien se haya sentido engañado. Si es así, mi email está abierto para recibir mensajes y poder arreglar las cosas y pedir perdón por haber mentido o haber engañado a quienes más quiero.
Pero ahora el punto es poder desahogarme de manera pública (como lo hacía el Rey David en los Salmos), entregando también alguna enseñanza para quien pueda leer esta carta abierta de mi vida.
Porque descubrir la mentira es un proceso doloroso. Y aún más cuando esa mentira (o la verdad esas) va ensuciando el nombre del Dios por el cual estoy dispuesto a dar mi vida. Me han mentido y duele… o por lo menos me han engañado, pero me duele igual. Duele porque amas o estás involucrado. Si no amaras o no estuvieras involucrado, no dolería. Pero duele. Y mucho.
¿Qué hacer cuando descubres la mentira o el engaño en el cual te han hecho caer? ¿Aborrecer? ¿Odiar? ¿Guardar rencor?
Creo que la primera cosa es “hablar las cosas”. Sentarse y poder enfrentar a esa persona que te está haciendo o te hizo daño. Sanar las heridas es el primer paso del proceso de restauración. Pero ¿qué pasa si esa persona no te quiere escuchar? ¿Qué hacer en el caso de que el diálogo sea imposible? ¿Cómo actuar frente a esto?
Como cristiano creyente y practicante hay una sola respuesta: enfrentar a la persona con la Biblia, que es “útil para impugnar” y orar para que el Espíritu Santo convenza de pecado a quien te miente o engaña.
Lo primero que esa persona debe llegar a comprender es que nos hacemos daño cuando mentimos. Efesios 4:25 dice: "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros".
Como segunda cosa, el noveno mandamiento prohíbe la mentira. Éxodo 20:16 dice: "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio". Para los puristas del nuevo pacto, esto se traspasa en la consabida “Hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante el Señor”
La tercera cosa es poder decirle a esa persona que mentir es no asemejarse a Cristo. Colosenses 3:9-10 plantea "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno".
La cuarta cosa para conversar con esa persona es que Dios aborrece la mentira. Proverbios 12:22 nos dice que "Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento".
Una quinta cosa que puedo añadir para conversar con esa persona que te ha dañado con mentira y engaño es que los mentirosos están excluidos de la presencia de Dios. En el Salmo 101:7, dice "No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos".
Un sexto punto para enfrentar a esta persona es decirle que los deshonestos no serán permitidos en la ciudad de Dios. Apocalipsis 22:15 dice "Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira".
Séptima cosa es plantear que somos mentirosos si decimos ser cristianos pero no obedecemos los mandamientos. 1 Juan 2:4 dice "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, él tal es mentiroso, y la verdad no está en él".
Una octava y última cosa a decir es que los hipócritas son mentirosos. Santiago 3:14 dice "Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad".
Pero frente a todo esto, nuestra actitud debe ser la misma de Jesús. Si somos cristianos (pequeños cristos), debemos hacer lo que hizo Jesús: enfrentar las cosas y PERDONAR.
Dios perdonará los pecados. 1 Juan 1:9 dice que "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Y es perfectamente apropiado para Dios hacer esto por nosotros porque Cristo murió para limpiar nuestros pecados.
A nosotros nos queda CONVERSAR las cosas con quien nos ha engañado, ARREGLAR esos problemas, PERDONAR a quien nos afrenta y continuar construyendo juntos para la expansión del Reino.
Pero SIEMPRE es necesario hablar las cosas… si no se conversa ¿cómo se llegará a buen puerto?
Dios les bendiga.
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