“Saquen una hoja”… las palabras más terribles que mi profe podía decir. Porque sinceramente, yo no era del tipo de persona que estudia todos los días para estar preparado. Entonces para mí era terrible que me dijeran eso. Y generalmente me iba muy mal en este tipo de evaluaciones. A veces entregaba la hoja en blanco, en otras oportunidades escribía puras tonteras y en muchas otras intentaba copiar. Pero nunca estaba preparado para eso.
Nuestra vida de cristianos es una constante “saquen una hoja” de parte de Dios. Permanentemente el Padre está permitiendo pruebas en nuestras vidas para que podamos ejercer lo que hemos aprendido de él, por él y para él. Porque definitivamente se trata de eso: llevar a la práctica todo lo que hemos aprendido.
La Biblia dice en Filipenses 4.13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, siendo un tremendo baluarte para enfrentar la prueba. Pero es justamente aquí donde comienzan nuestros problemas. Es muy común que pensemos “Ok. Si todo lo puedo en Cristo que me fortalece, entonces Señor, dame fuerzas y llévame a ser capaz de soportar todo esto, porque yo debo salir adelante, porque un hijo de Dios no puede estar derrotado ni angustiado”. Y creo que cometemos un tremendo error. ¿Por qué? Simplemente porque, a pesar de estar reconociendo que Dios nos regalas las fuerzas, queremos tomar el control de la situación nosotros, transformándonos en seres autosuficientes, creyéndonos capaces de que, con un poquito de fuerza extra, podremos nosotros mismos solucionar los problemas a los cuales estamos siendo enfrentados. Autosuficiencia en vez de dependencia absoluta. El pecado original.
Cuando leo las Escrituras veo que Dios me regala fuerzas para soportar la angustia, la tristeza, el dolor, el sufrimiento, como lo dice, por ejemplo, el mismo Jesús en el Sermón del Monte. Pero nos está diciendo una y otra vez que esas fuerzas como águilas son para pasar por el valle de sombra y de muerte y salir de la situación compleja porque “Dios está con nosotros”. Nuestro amado Señor nos dice “entrégame tu carga”… nos está diciendo “tú no podrás con esto; yo llevaré esta carga, déjame que te guíe por el camino y déjame hacer esto. Te regalo fuerzas para esperar, para no decaer, para no angustiarte, para no desesperarte, pero déjame a mí tomar el control. Si me dejas tomar el control, aunque sufras, podrás ser feliz porque estás siendo consolado por mí”.
Deja de lado tu orgullo y tus propios intereses frente a una prueba. Deja que Dios haga. Guarda silencio ante Dios y espera en él y él hará. Obedece al Dios de las Escrituras y aprende a depender plenamente de él. Dios nunca irá en contra de sus propios preceptos ni tampoco te desamparará, por lo tanto ante cualquier prueba, no tomes las decisiones que te convengan a ti, sino deja que Dios te muestre las decisiones que te convengan en él. A veces dolorosas, pero son las que te convienen en él.
Cuando te enfrentes a situaciones complejas, aprende a descansar en Dios, entrega tu carga y podrás sobrellevar cualquier cosa porque recién ahí comprenderás que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
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