En Trento (1546), 53 obispos católicos insistieron en considerar dentro de la Escritura algunos libros que habían sido considerados apócrifos ("apócrifo" proviene del griego "apokrupha" y significa "no reconocido" o "no canónico"), básicamente porque Roma necesitaba argumentos "inspirados" para someter a los monjes protestantes que planteaban que la Escritura canónica y toda su revelación era suficiente.
De la misma manera, hoy hay algunos que se dicen "Profetas" y "Apóstoles" argumentan la necesidad de nuevas revelaciones, por considerar la Escritura insuficiente, básicamente porque en ella no encuentran argumento para someter a las personas.
En Apocalipsis 22.18 dice "Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro". Y con esta severa advertencia termina la revelación de Dios: la Biblia.
Ergo, todo aquel que plantea que la Escritura no es suficiente revelación y asegura tenerla personal y particularmente, es un anatema, aparte de ser un arrogante, como dijo un gran amigo.
Sola Escritura...
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