Ser pastor es depender
del Eterno para intentar ser la persona correcta en el lugar correcto la mayoría
de las veces. Ser pastor es tener el coraje de hablar aquello que es necesario
hablar, y no solamente aquello que alguien quiere escuchar. Ser pastor es
exponerse, muchas veces, a ser incomprendido. Ser pastor es buscar ser un amigo
que lleva el mensaje del mejor amigo: Jesucristo. Ser pastor es tener el coraje
y el amor de aconsejar el camino correcto cuando el mundo anda en el camino del
error y la mentira. Ser pastor, felizmente, es tener el corazón alegre y
tranquilo al ver que se hace lo correcto, a pesar que eso te haya costado salir
mal en la foto. Ser pastor es buscar ser fiel a las palabras de vida que
nuestro Señor Jesucristo nos dejó. Ser pastor es ser mensajero de las buenas
nuevas del evangelio. Ser pastor es intentar ser el hombro y abrazo amigo,
principalmente cuando la vida, las circunstancias y el mundo decepciona y
derrumba a las personas y familias. Ser pastor es más que una tarea, un
ministerio o misión. Ser pastor es depender del apoyo, de las oraciones y de la
cooperación de las ovejas. Ser pastor es buscar el bien de los hijos e hijas de
Dios que Él le confió. Ser pastor es preparar a otros pastores, formar
discípulos que puedan cooperar con el cuidado del pueblo de Dios y con la
salvación de las almas y con la evangelización de todo pueblo, raza, lengua y
nación. Ser pastor es recibir aliento del Eterno y buscar ser un canal de
aliento. Ser pastor es saber que siempre hay mucho para mejorar y que siempre
habrá fallas en esta labor. Ser pastor es ser amado por gente exponencial: las
ovejas de nuestro Señor. Ser pastor es seguir siendo pastoreado por los hermanos
y por el Gran pastor de las ovejas.
Un abrazo. Pastor
Jeremías Pereira.