jueves, junio 12, 2014

Lanzando una comunidad misional

Cuando estamos siendo impulsados por Dios a servir a otros en otros barrios de nuestras ciudades, llevando el Evangelio de Cristo, la primera pregunta que surge es ¿por dónde empezar? La respuesta es: orando. No conozco otra forma de hacerlo.
Muchas veces queremos empezar trabajando nuestras "ideas geniales" para un determinado barrio. El problema es que, muchas veces, nuestras ideas geniales no son otra cosa sino la extensión de nuestra pretensión y arrogancia. Nos acercamos a Dios pidiendo que bendiga nuestras ideas, cuando lo que debemos realmente hacer es llegar ante Dios con un papel en blanco y preguntarle "Señor, ¿qué quieres que hagamos?".
Puede sonar cliché, pero lo que realmente tenemos que hacer antes de hacer cualquier cosa, es escuchar al Señor y dejar que el Espíritu Santo nos muestre el camino. Él nos ha regalado esta maravillosa forma de depender de Él.
Si hay algo que no debemos olvidar jamás es que Él es el Señor de la cosecha, por lo que sabe mejor que nadie cómo se debe cocechar.
Siempre pienso en los planes que el apóstol Pablo tenía para entrar con el Evangelio a Misia. En más de una oportunidad he hablado de esto y de cómo Pablo debe haber sido un hombre suficientemente sensible al Espíritu Santo como para saber que su idea debía dejarla de lado y abrazar la de Dios. Termina, entonces, yendo a Macedonia donde anuncia el Evangelio y muchos, por su obediencia y humildad, terminan conociendo al Dios verdadero. Los planes de Dios NADIE los puede perfeccionar ni mejorar. ¡Y nos está invitando a abrazar sus planes!
Por ello, cuando pensamos en lanzar una Comunidad Misional, debemos hacerlo fundamentados en este principio. Necesitamos aprender a ser humildes y creer sinceramente que, sin el Espíritu Santo, no podemos hacer nada. Nuestras ideas, nuestro intelecto, nuestros planes son una locura si lo hacemos por fuera de la dirección del Espíritu Santo.
Quiero invitarlos, entonces, a responder dos preguntas (que se hace el pastor Mike Breen) en oración, pidiendo a Dios que nos muestre sus planes:
1. ¿Para quién quieres ser una buena noticia?
2. Para las personas del barrio donde estás entrando, ¿cuál sería una buena noticia?
"Si Dios nos está enviando, ¿conocemos la estrategia de Dios para entrar en esa comunidad?" [Mike Breen]

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