lunes, diciembre 24, 2018

Navidad: Del temor a la alabanza.




"En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: 'No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre'. De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:
«Gloria a Dios en las alturas,

    y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: 'Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer. Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho."
[Lucas 2.8-20]


Siempre se habla de la rudeza de los pescadores que se transformaron en los discípulos de Jesús. Pero ser pastor de ovejas no era menos riesgoso. El rey David, antes de ser rey, fue pastor de ovejas. En 1ª Samuel 17.34-35, dice: 
“David le respondió:
—A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo.”
No sé ustedes, pero me parece que perseguir y golpear a un oso o un león hasta matarlo si era necesario, no es una actividad menos valiente que dar frente a una tormenta en alta mar.
Los pastores eran hombres valientes. El mismo texto de Lucas nos manifiesta que ellos estaban en su rutina normal de cuidar sus rebaños durante la noche. Eso es clave, porque la oscuridad de la noche no es un momento de paz y quietud, sino de alerta ante animales salvajes o el abigeato que pudio haber ocurrido ya en los tiempos de los evangelios.
Sí me llama la atención que estos valientes pastores nocturnos hubieran sentido miedo de la luz. Se supone que la luz nos trae tranquilidad. No sé si viviste el terremoto de 2010 en Chile, pero desde las 03:34 hasta que rayó el alba, yo sentí miedo. Era un miedo profundo cada vez que comenzaba nuevamente a temblar. Durante el día siguió temblando, pero era diferente a la luz del día. Por eso me llama la atención que estos pastores hayan sentido miedo ante la luz. Pero el mismo texto me lo explica: tuvieron miedo de la gloria de Dios. Eso es tremendo, porque no puedo evitar pensar en lo que sintió el profeta Isaías cuando contempló la gloria de Dios: ¡se quiso morir! No debe haber sido diferente a lo que sintieron estos valientes pastores. Han de haber pensado “¡Ay de mí, que soy impuro… no me queda otro camino más que morir porque he visto la gloria de Dios!”. Definitivamente no tuvieron miedo del ángel. De hecho, luego aparece ante ellos una multitud de ángeles, y no tuvieron miedo. Ellos sintieron el temor de la gloria de Dios. Esa gloria santa, incomparable, indomable, que aplasta, que consume. Por eso el ángel les dijo “'No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría…”
La historia sufre un cambio tremendo. Las buenas noticias dejaron atrás el miedo y dieron paso a la fe y a la alabanza: “vamos a ver lo que el Señor nos ha dado a conocer… regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído”.
El evangelio completo fue presentado a estos pastores: la mala noticia del evangelio es saber que, pecadores como somos, ante la gloria perfecta de Dios, no tenemos otro camino que morir, porque la paga del pecado es la muerte. Sin embargo, los pastores actuaron por fe; esa fe que estaba fundamentada en las mismas profecías de las Escrituras. Y el haberse reconocido merecedores de la muerte (el miedo que sintieron ante la gloria de Dios), pero al mismo tiempo recibiendo por fe la buena noticia del Salvador, les permitió glorificar y alabar a Dios por su obra redentora.
El evangelio echa fuera el temor. El evangelio nos permite abrazar la gloria de Dios. El evangelio nos transforma. El evangelio nos permite glorificar y alabar a Dios.
Gloria a Dios en las alturas… y en la tierra, Shalom.

sábado, diciembre 15, 2018

Cuando divulgamos 'fake news' de nuestro prójimo...

Si podemos dar una definición a 'Fake News', podríamos decir que las fake news es un contenido pseudo-periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación
El espíritu de las 'fake news' es desinformar sobre una situación o una persona. En  el caso de una persona, en palabras sencillas, una mentira para desacreditar a esa persona. 
A veces, la desinformación tiene forma de media verdad (igualmente una mentira); acabamos difundiendo esa media verdad (o verdad desde un único punto de vista) con motivaciones aparentemente piadosas, pero en realidad no son más que entramadas maneras de desacreditar a una persona.
El Catecismo de Heidelberg, hablando del tema en su pregunta 112, dice:
¿Qué se te pide en el noveno mandamiento?

R.: Que no levante falsos testimonios contra nadie, que no interprete mal las palabras de los demás, que no sea detractor ni calumniador, que no ayude a condenar a nadie temerariamente y sin haberle escuchado; que huya de toda clase de mentira y engaños como obras propias del diablo, si no quiero provocar contra mí la gravísima ira de Dios.
Que en los juicios, como en cualquier otra ocasión, ame la verdad, la anuncie y la confiese sinceramente. Y por último, que procure con todas mis fuerzas defender la honra y reputación de mi prójimo.
Los argumentos bíblicos son potentes:
  1. Proverbios 19.5, 9: El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado... El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá.
  2. Salmo 15.3: Solo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino...
  3. Salmo 50.19-20: Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño. Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.
  4. Romanos 1.29-31: Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados.
  5. Proverbios 12.22: El Señor aborrece a los de labios mentirosospero se complace en los que actúan con lealtad.
  6. Proverbios 13.5: El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra.
  7. 1ª Pedro 4.8: Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados. 

Probablemente no caemos tanto ni tan rápidamente en mentir y engañar respecto del prójimo. Y hacemos bien, sobre todo cuando comprendemos que ambas son obras propias del diablo, que desde el principio es padre de mentira. Pero la calumnia e incluso la difusión de un chisme (chisme puede ser incluso una verdad sobre alguien, pero de lo cual la persona en cuestión no puede desmentir porque se hace a espaldas de ella) es también un pecado contra el noveno mandamiento, porque el chisme busca desacreditar a esa persona. 
Juan Calvino, en la Institución de la Religión Cristiana nos ayuda a comprender las implicaciones de este mandamiento cuando dice:
El fin de este mandamiento es que debemos decir la verdad sin fingimiento alguno, porque Dios, que es la Verdad, detesta la mentira. La suma de todo será que no infamemos a nadie con calumnias, ni falsas acusaciones, ni le hagamos daño en sus bienes con mentiras; y, en fin, que no perjudiquemos a nadie, hablando mal de él o con burlas... Porque nosotros, o por malicia pecamos contra la fama del prójimo, o mintiendo y contradiciendo impedimos el bien y la comodidad de nuestros semejantes.
Como decíamos, el noveno mandamiento abarca mucho más que simplemente la mentira expresa sobre nuestro prójimo. Caso similar ocurre con el mandamiento que nos dice "No matarás"; cuando miramos cómo Cristo aplica los mandamientos, podemos inferir que no solamente quitarle la vida al prójimo está condenado, sino que desear su inexistencia y/o hacer como que no existe (sí, incluso invisibilizar al prójimo). Calvino termina recordándonos:
Aunque es necesario extender este mandamiento de un modo más general hasta incluir las calumnias y las murmuraciones perversas con las que se daña inicuamente al prójimo...
Dicho lo anterior, es necesario también atender la reflexión que hace el teólogo al comienzo del capítulo VIII y que es la parte afirmativa de la prohibición: Si Dios prohibe tal cosa, manda la opuesta. O sea, justamente porque Dios ama la verdad y la justicia, el que afirmemos la verdad sirve para conservar la buena fama del prójimo. Y afirmar la verdad incluye tanto el permitir al individuo del que se está diciendo algo poder responder a esa afirmación que se hace de él, como el rechazar el chisme. Calvino cierra su comentario del noveno mandamiento diciendo:
Mas si ponemos los ojos en el Legislador, que tiene no menor señorío sobre los oídos y el corazón que sobre la lengua, comprenderemos sin lugar a dudas, que en este mandamiento prohibe no menos oír y creer a la ligera los chismes y acusaciones, que decirlas y ser autores de las mismas. Porque sería ridículo pensar que Dios aborrece el vicio de la malidicencia, y no condena el corazón. 

Por tanto, si hay en nosotros verdadero temor y amor de Dios, procuremos en cuanto sea posible y lícito, y en cuanto la caridad lo requiera, no ocuparnos en decir u oír murmuraciones, denigraciones o gracias que molesten; y asimismo, no creer fácil y temerariamente las malas sospechas; sino que tomando en buen sentido los dichos y hechos de los demás, conservemos en el juzgar, como en el oír y en el hablar, íntegra y salva la honra y fama de cada uno.
Dios nos ayude en todo tiempo a ir contra nuestra naturaleza pecaminosa. 

jueves, noviembre 01, 2018

¿QUÉ ES UN "REFORMADO"? - Por Augustus Nicodemus

Aprovechando el aniversario de la Reforma...
El crecimiento del interés por la fe reformada en todo el mundo es un hecho notorio en todas partes, según los estudiosos de la religión. Crecen por todas partes la publicación de literatura reformada, el ingreso de estudiantes a seminarios e instituciones reformadas, la realización de eventos, el surgimiento de nuevas iglesias e instituciones de enseñanza reformada y el número de personas que se dicen reformadas, especialmente oriundas de denominaciones pentecostales.
Como se trata de una etiqueta, es necesario definir "reformado". Por "reformado" entiendo a aquel que adhiere a una de las grandes confesiones reformadas producidas después de la Reforma protestante del siglo XVI, a los cinco grandes puntos de esa Reforma, que son la Sola Scriptura, Sola Gratia, Sola Fides, Solus Christus e Soli Deo Gloria y a los "cinco puntos del calvinismo", resumidos en el acróstico TULIP (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia Irresistible y Perseverancia Final)
La Reforma produjo movimientos asociados a sus grandes líderes, los cuales concordarían sustancialmente entre sí en cuanto a las "solas" y al TULIP, pero divergieron en otros puntos. Me refiero a luteranos, zwinglianos y calvinistas. Con el pasar del tiempo, el nombre "reformado" se fue asociando más y más a los calvinistas de manera que, genéricamente, los términos "reformado" y "calvinista" son usados como sinónimos.
Existe un gran número de iglesias que son de "tradición reformada" pero que ya no creen de manera ortodoxa respecto de estas doctrinas. Generalmente esas iglesias no están experimentando ese crecimiento, sino un vaciamiento, como la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCUSA) y otras denominaciones históricamente ligadas a la Reforma, pero que no profesan sus postulados. Por otro lado, en África, Corea, China e Indonesia, por ejemplo, llegan noticias del florecimiento calvinista. Es obvio que el calvinismo termina recibiendo diversas interpretaciones y expresiones en tantas culturas diferentes, pero los puntos centrales están ahí.
Eso no quiere decir que los reformados sean muy numerosos comparados con los pentecostales y arminianos, por ejemplo. Lo que quiero decir es que los relativamente pocos reformados han experimentado un crecimiento que ya llama la atención de muchas denominaciones y ha provocado alerta de parte de sus líderes.
La resurgencia calvinista en los Estados Unidos no está ocurriendo solamente entre Bautistas, sino entre muchas otras denominaciones. Uno de los motores es el ministerio de pastores reformados populares como John Piper, R. C. Sproul, J. C. Mahaney, Paul Washer, Tim Keller, Kevin DeYoung y John MacArthur, entre otros. Los eventos promovidos por ellos reciben millares de pastores de todas las denominaciones y sus libros son traducidos en decenas de lenguas, inclusive al portugués. En Brasil tenemos casi todos los títulos de esos autores.
Pero el mayor interés en la fe reformada en Brasil parece ser de parte de los pentecostales. Crece la presencia de pastores y líderes pentecostales en los grandes eventos reformados en Brasil. Crece también el número de pentecostales que están adquiriendo literatura reformada. Y crece el número de iglesias pentecostales independientes que están naciendo ya con una teología influenciada por el calvinismo. Algunas denominaciones pentecostales también han recibido la influencia calvinista a pasos agigantados.
El ministerio de editoriales que publican material reformado, como Editora Cultura Cristã, Fiel y Publicações Evangélicas Selecionadas, por ejemplo, han servido para colocar las obras de reformados brasileños e internacionales en las manos de los evangélicos brasileños ávidos por una teología consistente, y cansados de los excesos del neopentecostalismo y de la aridez del liberalismo teológico.
No tengo una explicación definitiva para el fenómeno del resurgimiento del TULIP. Por lo pronto, es curioso que una fe tan perseguida y odiada como el calvinismo, de repente, pase a tener más aceptación. Pocos en la historia de la iglesia fueron tan mal entendidos, distorsionados, vilipendiados, odiados y maldecidos como Juan Calvino. Llamado tirano, déspota, inquisidor de herejes, frío, duro, determinista, creador del capitalismo salvaje, Calvino ha sifrido mil muertes a manos de sus detractores quienes, la mayoría de las veces, nunca leyeron ni siquiera una de sus obras, y que se formaron una opinión leyendo obras de sus críticos.
Solamente espero que, a medida que el movimiento crece en Brasil, los reformados aprendan a retener lo que es esencial y bíblico en la Reforma, sin tornar en asunto de fe aquello que perteneció a siglos pasados en otras culturas, como infelizmente ya ha sucedido en Brasil con algunos grupos. Que recuerden que la fe bíblica, que es la fe de la Reforma, también puede expresarse dentro de la rica y variada cultura brasileña.

martes, octubre 02, 2018

¿Por qué sufrimos?

A lo largo de la historia, la humanidad se hace la inquietante pregunta: ¿por qué sufrimos?
Para quien ha sido regenerado, el asunto del sufrimiento va más allá de la filosofía; es un asunto de teología: nos cuesta conciliar la doctrina del amor de Dios con el sufrimiento.
En Juan 11, Jesús se enfrenta a la muerte de Lázaro. El relato es tan íntimo, que podemos leerlo una y mil veces, y nos conmueve la tristeza que manifiestan las personas que participan en la historia. Amigos, parientes, familiares, están sufriendo la partida de Lázaro. Todos ellos están haciéndose la misma pregunta: ¿por qué sufrimos?
Pero el tema va más allá. A veces creo que Juan suaviza la forma en que se dirigen a Jesús. No podía ser posible que aquel que sanaba, no hubiese acudido urgentemente a hacerlo por su amigo. Deben haberlo increpado, sobre todo porque el texto nos dice que le avisaron con un par de días de anticipación a la muerte de Lázaro; eso es muestra que tenían fe en Jesús, pero Jesús, a propósito, no acudió pudiendo haberlo hecho.
Sé que lo que diré no tiene sentido. Al fin y al cabo "el mensaje de la cruz es locura para los que se pierden..." Pero bíblicamente hablando, si hay un motivo por el cual sufrimos, es para la gloria de Dios. Lo dice textualmente el versículo 4: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". 
¿Sufrimos para la gloria de Dios? Tengo que darte una buena noticia: sí. Y en el camino del sufrimiento vamos aprendiendo otras cosas, como dependencia de Dios, admiración de su grandeza, confianza en su amor; finalmente gratitud en su soberanía.
No me es fácil escribir esto, porque he vivido [y estoy viviendo] procesos de sufrimiento, y me hice muchas veces la misma pregunta: ¿por qué sufrimos?
Sufrimos para la gloria de Dios. Para que el Hijo de Dios sea glorificado. 

martes, junio 05, 2018

Confrontar ¿es falta de amor?


Se tornó común entre los evangélicos acusar de falta de amor a otros evangélicos que toman posiciones firmes en asuntos éticos, doctrinarios y prácticos. 
La discusión, la confrontación y la exposición de las posiciones de otros son consideradas como faltas de amor. 
Es posible que al calor de una argumentación, durante un debate, salieron palabras que podrían haber sido dichas o escritas de otra forma. La sabiduría reside en conocer "el tiempo y el modo" de decir las cosas (Eclesiastés 8:5). Todos nosotros ya experimentamos la frustración de descubrir que no siempre logramos decir las cosas de la mejor manera. 
Sin embargo, no puedo aceptar que sea falta de amor confrontar hermanos que entendemos no están andando en la verdad, así como Pablo confrontó a Pedro cuando este dejó de andar de acuerdo a la verdad del Evangelio (Gálatas 2.11). Muchos dirán que esa actitud es arrogante y que nadie es dueño de la verdad. Otros, sin embargo, entenderán que es parte del llamado bíblico examinar todas las cosas, retener lo que es bueno y rechazar lo que es falso, errado e injusto. 
Considerar como falta de amor el discordar de los errores de alguien es desconocer la naturaleza del amor bíblico. Amor y verdad andan juntos. Oseas reclamó que no había ni amor ni verdad en los habitantes de la tierra en su época (Oseas 4.1). Pablo pidió que los efesios siguieran la verdad y en amor (Efesios 4.15) y a los tesalonisences denunció los que no recibían el amor de la verdad para ser salvos (2ª Tesalonicenses 2.10).  Pedro afirma que la obediencia a la verdad purifica el alma y conduce al amor no fingido (1ª Pedro 1.22). Juan desea que la verdad y el amor del Padre estén con sus lectores (2ª Juan 3). Querer que la verdad predomine y luchar por eso no puede ser confundido con falta de amor para con los que enseñan el error.
Apelar al amor siempre encuentra eco en el corazón de los evangélicos, pero hablar de amor no es garantía de espiritualidad y de verdad. Hay quienes se jactan de amar y que no llevan una vida recta delante de Dios. El profeta Ezequiel enfrentó un grupo de ellos: “…oyen palabras de amor, pero no las ponen en práctica” (Ezequiel 33.32). Lo que ocurre es que a veces el énfasis del amor es simplemente una capa para cubrir una conducta inmoral o irregular delante de Dios. Pablo criticó eso en los creyentes de Corinto, que se jactaban de ser una iglesia espiritual, amorosa, al tiempo que toleraban inmoralidades en su medio:
“¡Y de esto se sienten orgullosos! ¿No debieran, más bien, haber lamentado lo sucedido y expulsado de entre ustedes al que hizo tal cosa?... Hacen mal en jactarse. ¿No se dan cuenta de que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?” (1ª Corintios 5.2, 6)
Se trataba de un joven que era parte de la iglesia y que tenía relaciones sexuales con su madrastra. El discurso de las iglesias que hoy toleran todo tipo de conducta irregular en sus miembros es exactamente ese, de que son iglesias amorosas que no condenan ni excluyen a nadie.
Nadie en la Biblia habló más de amor que el Apóstol Juan, conocido por ese motivo como el “Apóstol del amor”. Él dijo que amaba a los creyentes “en la verdad” (2ª Juan 1; 3ª Juan 1); esto es porque ellos andaban en verdad. “Verdad” en las cartas de Juan tienen un componente teológico y doctrinario. Es el Evangelio en su plenitud. Juan ama a sus lectores porque ellos, junto al Apóstol, conocieron la verdad y andan en ella. La verdad es la base del verdadero amor cristiano. Nosotros amamos a nuestros hermanos porque profesamos la misma verdad sobre Dios y Cristo. Sin embargo, he aquí lo que el Apóstol del amor dijo contra maestros y líderes evangélicos que se habían desviado del camino de la verdad:
“Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros”. (1ª Juan 2.19)
“¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. (1ª Juan 2.22)
“El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”. (1ª Juan 3.8)
“Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano”. (1ª Juan 3.10)
“…todo profeta que no reconoce a Jesús no es de Dios, sino del anticristo” (1ª Juan 4.3)
“Cuídense de no echar a perder el fruto de nuestro trabajo; procuren más bien recibir la recompensa completa. Todo el que se descarría y no permanece en la enseñanza de Cristo no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den la bienvenida…” (2ª Juan 8-10)
¿Podríamos acusar a Juan de falta de amor por la firmeza con que resiste el error teológico?
El amor que exigen los evangélicos sentimentalistas termina tornándose la postura de quien no tiene convicciones. El amor bíblico disciplina, corrige, reprende, dice la verdad. Y cuando se enfrenta al arrepentimiento y la contrición, perdona, olvida, tolera, soporta. El Señor Jesús, al perdonar a la mujer adúltera, agregó al perdón “anda y no peques más”. El amor perdona, pero exige rectitud. El Señor pidió al Padre que perdone a sus atormentadores, que no sabían lo que hacían; sin embargo, durante toda la semana anterior a su martirio, no dejó de censurarlos, llamándolos de hipócritas, raza de víboras e hijos del infierno. Esa separación entre amor y verdad hecha por algunos evangélicos torna el amor en un mero sentimentalismo vacío.
Por lo tanto, el amor cobrado por quienes se ofenden con la defensa de la sana doctrina, la exhibición del error y la confrontación de la no verdad, no es amor bíblico. La falta de amor con las personas sería dejarlas que continúen siendo engañadas sin siquiera intentar mostrar el otro lado del asunto.

Por Augustus Nicodemus

sábado, marzo 17, 2018

Nuevas oportunidades

«Él librará al indigente que pide auxilio, y al pobre que no tiene quien lo ayude. Se compadecerá del desvalido y del necesitado, y a los menesterosos les salvará la vida. Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida.»Salmos 72:12-14 NVI


Durante la semana fui, por encargo de un amigo, a buscar leña al campo. ¡20 metros de leña! (en palabras sencillas, un camión cargado de leña). La persona que solicitó la leña contactó a dos haitianos para ayudar a cargar y descargar la leña. Uno de ellos, hablaba bastante español, bastante procrastinador, muy gracioso. El otro, más callado, muy trabajador, menos gracioso... o menos payaso. Entre los tres, hicimos la pega de cargar y descargar el camión con leña. El dueño del camión, pura talla a los haitianos.
Entre todo lo que conversamos, surge la pregunta tipo broma por parte del dueño del camión: 
 - ¿Y tú, cuántos Magister o Doctorados tienes? Porque acá dicen que todos los haitianos tienen Magister y Doctorado, y que saben 3 idiomas y lo único que veo acá es un flaco que está cargando leña bajo la lluvia... 
Debo confesar que me molesté. Al punto que levanté la voz y yo le respondí:
- ¿Sabe una cosa amigo? Yo tengo 4 años de estudios de Ingeniería Comercial, una Licenciatura en Comunicación Social, una Licenciatura en Teología, y cursos de nivel superior en Redacción, Derechos Humanos, Filosofía Cristiana y Resolución de Conflictos; hablo fluidamente 3 idiomas, he viajado a capacitarme a Estados Unidos, Brasil y Alemania... y estoy cargando leña bajo la lluvia junto con dos haitianos.
Hubo un silencio incómodo. 
Al poco rato, el mismo dueño del camión me pregunta:
- Oiga amigo, ¿y qué hace acá?
- Lo mismo que ellos: buscando nuevas oportunidades.
Más tarde, con más calma, conversé con Sherlot, el haitiano más trabajador. Él tenía un camión y hacía fletes entre República Dominicana y Haití. Con el terremoto, a su negocio le fue muy bien, ya que había que transportar muchos materiales de construcción y alimentos. Las carreteras estaban medias malas, pero eran transitables. Luego, las mafias terminaron por arrebatarle las rutas, los trabajos esporádicos y, con un atentado incendiario, su camión. Sherlot llegó hace 1 mes a Chile y se vino directo al sur, porque le dijeron que podía trabajar en la agricultura. Sherlot no tiene Magister ni Doctorado. Tampoco habla dos idiomas. Pero es trabajador. Tan trabajador que al otro día regresó al lugar donde yo trabajo para ordenar la leña... casi 12 metros, él solo. Sus últimas palabras fueron:
- Amigo... problema Haití, no terremoto, no cólera, no lepra. Problema Haití gobierno corrupción. Chile no corrupción. Chile trabajo.
Ahí sentí pena.
Pero creo en un Dios que se compadece del desvalido, del necesitado. Y usa a sus hijos para extender una mano cariñosa. Clamo por leyes migratorias que puedan proteger de la neo-escalvitud a personas vulnerables como Sherlot.

martes, marzo 06, 2018

In God, we trust?

¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
(Salmo 13.1-2)

Todos llevamos dentro algún tipo de drama personal, de carga difícil de soportar, de lucha que nos desgasta y que podría desencadenar sin previo aviso un verdadero cataclismo en nuestras vidas. No existe el antídoto que nos vacune contra toda clase de “malos tiempos” y menos una píldora que reduzca el “tiempo de la aflicción”.

No obstante, lo que si hallamos en la Biblia es que los hombres de Dios encontraron algunas formas de paliar el dolor y tratar de responder a la pregunta: ¿hasta Cuándo? Seamos bíblico-realistas, No existe un libro más apegado a la realidad del hombre que la Biblia. Es por eso que cuando la leemos con detención nos sorprende la crudeza de sus testimonios pero también lo fabuloso de la esperanza que sus testimonios nos plantean.

Algunos suponen que el cristianismo es una medicina en contra de los malos tiempos y por lo tanto se sienten culpables y alejados de la bendición cuando éstos asoman en el horizonte. ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Te estás sintiendo así en este momento? Nuevamente planteamos que la gran riqueza del cristianismo radica en que el Señor nos da herramientas que nos permiten poder construir nuestra casa sobre roca, y el sentido común para evitar hacerlo sobre la arena, antes que enseñarnos a controlar tempestades o llevarnos a vivir en lugares en donde no existen las furiosas tormentas. Veamos entonces algunos consejos del Señor que no nos ayudarán a encontrar la fecha de caducidad de nuestros problemas pero si a aprender a enfrentarlos:

En primer lugar, debemos aprender a confiarle al Señor todos nuestros sentimientos y dilemas. Los salmistas en sus cantos no se reservaban nada, simplemente se lo decían todo al Señor. En el Salmo 10 se pide la destrucción de los malvados y las palabras iniciales no son necesariamente una alabanza al creador: “¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación? ” (Sal. 10.1).
¿Pueden ustedes imaginar un servicio religioso en donde cantemos con esas palabras? El texto del encabezado también nos muestra la severidad del sentimiento del corazón de los salmistas. Luego, no tienen mejor idea que “cantar” con lujo de detalles de la terrible realidad de maldad que ellos están observando: “Porque el malo se jacta del deseo de su alma... Sus caminos son torcidos en todo tiempo... Llena está su boca de maldición, y de engaño, y de fraude... arrebata al pobre trayéndolo a su red ” (Sal. 10.3a,5a7a,9c). Sin embargo, las palabras no se quedan en el terreno de la queja, sino que se convierten en oración y compromiso por el cambio: “Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano; no te olvides de los pobres” (Sal. 10.12). Más que atrevimiento es la osadía de hombres que no pueden ocultar su canto de la realidad en que viven, y que, por lo tanto, esperan seguir cantando al Señor que sigue reinando entre ellos: “Jehová es Rey eternamente y para siempre...” (Sal. 10.16a).

En segundo lugar, debemos aprender a llamarnos nosotros mismos la atención en búsqueda de fortaleza. ¿Por qué no debo derrumbarme en medio de la prueba? ¿Por qué debo tener paciencia? ¿Por qué debo mantenerme fiel? ¿Cuáles son mis fundamentos? ¿En qué se basa nuestra vida para sostenerse? Todas estas preguntas deben responderse en lo profundo de la conciencia y con nuestras propias palabras. Los salmos no sólo hablan de lo que Dios va a hacer, sino también de la reivindicación de la confianza que nosotros hemos puesto en Él. Justamente, el Salmo 15 expresa el llamado a la integridad personal a cualquier costo sin importar el tiempo que estemos viviendo.

Pero es en el Salmo 16 donde encontramos el punto de inflexión entre nuestro Dios protector y las convicciones que nos fortalecen. Así dice David: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti” (Sal. 16.1-2). Son estas convicciones las que copan el corazón del salmista y le llevan a decir: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra no seré conmovido” (Sal. 16.8).

Finalmente, la pregunta a la que esta reflexión nos está guiando no es “¿hasta cuándo?”, sino más bien es “¿hasta dónde?”. Tener respuestas en tiempos de aflicción no está en función del tiempo de duración sino en directa proporción con las fuerzas que tengamos para enfrentarlos. Si lo pensamos bien nos daremos cuenta del poderoso sentido de estas palabras: Si nuestro corazón está engrandecido de convicciones... entonces siempre las pruebas serán pequeñas; en cambio, si nuestro corazón está empequeñecido por falta de principios que sustenten nuestra vida y confianza en el Señor... entonces las pruebas siempre serán gigantescas e insoportables.