Este 2009 intenté consolidar una idea de negocio que, fracasó. Este año intentamos con unos amigos hacernos cargo de la campaña de un político que, fracasó. Este año trabajé en un proyecto de radio que, fracasó. Este año puse muchas ganas en un proyecto de televisión que, fracasó. Postulé una y mil veces a diversos trabajos, tanto en publicidad, como en otras cosas, pero después de cada entrevista de trabajo, todo fracasaba. Cada una de las cosas que intentaba hacer, fracasaba. Y obviamente me comencé a preguntar ¿será que soy penca en todo lo que hago?
Igual hubo algunos trabajos temporales que me ayudaron, en parte, a sostener económicamente a la familia, pero las cosas no prosperaban. Desde febrero de este año que no gano un peso por mi profesión. Y eso me llevó a sentir desgano y desilusión de la publicidad. Y seguía preguntándome ¿será que soy penca en todo lo que hago?
Gracias a Dios mi esposa tuvo una oportunidad de trabajo como secretaria de un colegio. Eso nos ayudó mucho durante el primer semestre del año, pero desde junio en adelante, la cosa se puso fea. Y seguía probando con hacer pizzas, repartir sándwiches o atender personas en algún café del parque forestal, pero en cada lado donde iba la respuesta era la misma: tienes muchos estudios o te falta experiencia. ¿De qué había servido las muchas cosas que he realizado en mi vida?... y nuevamente la pregunta venía a mi cabeza “¿será que soy penca en todo lo que hago?"
Y todos (o la gran mayoría) saben que las cuentas se pagan con dinero y no con buenas intenciones. Entonces comencé a pedir dinero prestado a diferentes personas: amigos, familiares, conocidos. Todo cuanto estuviese a mi mano para poder mantener a mi familia. Y sí, durante todo ese tiempo rogaba a Dios que tomara el control, pero sólo sentía silencio de parte de Él. Muchas veces me preguntaba “¿cuál es el fin último del que tenga que soportar esta situación?”
No sé cuántas veces me rendí ante Dios. Perdí el número de veces que le rogué ayuda y trabajo. Ya no podría contar la cantidad de oportunidades en las cuales lloré hasta que la garganta dolía, los ojos ya no soportaban más sal y me quedaba dormido. Pero de respuestas a mis súplicas, nada. ¿Habría algo malo en mi vida? Porque siempre he mantenido que ni aún con una pistola en el pecho negaré a Dios… pero entonces, ¿por qué Dios se esmeraba en ponerme a prueba? Muchas veces me sentía como Job cuando dice en el capítulo 10:
Está mi alma hastiada de mi vida; Daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma. Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo. ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos y que favorezcas los designios de los impíos? (...) Renuevas contra mí tus pruebas, y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo. ¿Por qué me sacaste de la matriz? Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto. Fuera como si nunca hubiera existido, llevado del vientre a la sepultura. ¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco...
Fue en julio que, luego de una noche de llanto y dolor en el corazón, conectado a Internet en la casa de un amigo, Evandro Sudré, mi gran hermano brasileño me comenta nuevamente (porque ya lo había hecho en muchas oportunidades) sobre Underfaith y la posibilidad de que le ayudara en su venida a Chile. Iba a ser necesario que alguien le colaborara con coordinar ese viaje. Yo por mi parte había sentido muchas veces en este período de tiempo que para ser bendecido por Dios, debía “buscar primero el Reino y todas las demás cosas vendrían por añadidura”, así que ofrecí mi persona para esa tarea.
La llegada de Evandro y Darlán (Filé) fue más rápida de lo que pensaba. Noches previas conversaba con Esther y le comentaba todo lo que me estaba pasando, a lo que ella, en primera instancia, no le interesó en lo absoluto. Y era obvio. ¿Cuál era la idea de colaborar con un ministerio brasileño si eso no ayudaría a pagar la olla? La verdad es que ni siquiera me lo he querido cuestionar, porque sigo pensando en poner mi fe a prueba y pedir a Dios que cumpla su parte… y eso se fue cristalizando también en mi esposa.
El asunto se pone interesante porque, con mi colaboración en Underfaith, muchas cosas comenzaron a ocurrir en mi interior. Vinieron recuerdos del año 2002 y 2003 cuando fui invitado a reuniones de Tribal Generation, compartí con unos alemanes del movimiento JesusFreaks y otras “casualidades”, personas y nombres que se repetían. Pero lo más “terrible” para mí fue percatarme que desde esos años había tenido un fuerte llamado de parte de Dios a trabajar, ministrar, pastorear con tribus urbanas o en iglesias para abrir camino a las tribus urbanas. Pónganle el nombre que quieran, pero el llamado estaba y no fue hasta este encuentro con Underfaith que eso me golpeó tan fuertemente que fue imposible resistirme.
Muchas cosas pasaron ese 2002 que, aún habiendo ocurrido una invitación a trabajar en esta misma pega, hice caso omiso, pero que ahora, siete años después, comenzaba a corroerme por dentro el mismo llamado. Y le agradecí a Dios el haberme dado madurez y el haberme esperado todos estos años para volver a sumarme a un trabajo que amo, que me apasiona y que me llena. Creo que tengo el beneplácito de parte de Dios para esta pega. Y eso me deja feliz.
Pero tal como decía al comienzo, he estado reflexivo y muy dubitativo. Y es que durante todo este tiempo he seguido necesitado en el aspecto económico. Quiero confiar ciegamente en Dios, pero mi lado humano me impide hacerlo… o por lo menos genera la duda que me tiene un poco apesadumbrado. Y es que esta navidad fue diferente. Fue una navidad austera, con mucho sentido a lo verdaderamente importante. Fue una navidad de regalos de otros hacia mi hija, mi esposa y, claro, algunos para mi. Pude reflexionar sobre el nacimiento de Jesús y que su sacrificio vicario me regaló vida eterna. Pero cuando falta para comprar algunas cosas o cuando falta como para hacer un regalo a mi hija y a mi esposa es cuando me pregunto nuevamente ¿será que soy penca en todo lo que hago y que todo esto de Underfaith es una excusa para seguir siendo penca en la vida?, ¿no será mejor dejar de lado esto y dedicarme nuevamente a lo anterior, lanzar currículum en cuanta agencia encuentre y volver a trabajar en publicidad? Digo porque de esta forma puedo pagar la olla, a los acreedores, pagar un arriendo en Ñuñoa (donde vivía tranquilamente antes de todo esto) y dejar de pasar pellejerías por un Dios, hasta ahora, ausente en mi economía.
¿Sabes? Creo sinceramente que la recompensa para los que dedicamos nuestra vida al servicio de Dios es mucho mayor. Y tal vez no llegue a tener una casa como la que he soñado. Tal vez nunca maneje el Kia Soul que quisiera tener. Puede ser que en muchas otras navidades celebremos con un plato de fideos con salsa o incluso un té con pan… pero la fe me hace pensar en lo mejor está por venir y que es mucho mejor que una oficina de 9 a 18. La fe me hace sentir que vale la pena esperar y aguantar un poco más. Porque si Dios ha permitido que tenga que vivir con menos de lo justo es simplemente porque Él sabe que, junto a mi esposa e hija, somos capaces de soportar aún un poco más.
Y, claro. Tengo muchas ganas de poder encontrar un trabajo hasta marzo. ¿Y por qué hasta marzo?, Simplemente porque en abril nos iríamos a Brasil para poder dedicarnos, desde esa fecha y hasta la muerte, a ser siervos.
Esperaré, porque Dios tiene el control.
3 comentarios:
Hola amigo, muy linda tu carta abierta (tu corazón abierto y buscando). Que Dios te bendiga mucho mucho y que recompense tu sincera búsqueda y tu disposición al servicio.
Buen Fin de Año
Gracias Marijo... Tu libro me ha ayudado harto. Me halaga que hayas leído mi blog.
Dios te bendiga.
“El SEÑOR cumplirá su propósito en mí.
Oh SEÑOR, tu misericordia es para siempre;
no desampares la obra de tus manos.”
Salmos 138:8 RVA2015
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