viernes, diciembre 23, 2011

Mensaje de Navidad para no creyentes

Mensaje de buena voluntad a los creyentes de otras religiones, ateos, agnósticos y secularistas en general.

(Texto escrito originalmente por Guilherme Carvalho de L'Abri, Brasil - Traducido por Jonathan Muñoz)

Por favor, cede a la tentación en esa oportunidad. Celebra la Navidad también (sin el chistecito del solsticio y otras cosas parecidas). No te impongas a ti mismo una penitencia negacionista de fin de año…

“¿Celebrar qué? ¡El cristianismo sólo trajo opresión al mundo!"

Sí. El cristianismo no es inocente. No me he olvidado de la Cruzadas, de Servet, del genocidio indígena por los conquistadores “cristianos”, de la persecución a herejes, de las guerras de religión en Europa, de la pedofilia de los sacerdotes, del Pare de Sufrir, de los pelliscones y bofetadas de tu mamá beata, etc… Pero esos males ya estaban en el mundo antes que apareciese Jesús. Incluso la persecución a “herejes”, Antíoco Epífano (pagano) ya la hacía - y todo está allí en el libro de los Macabeos. Razones para hacer estas cosas malas el hombres siempre las tuvo. No se hace necesario un genio o una inspiración especial para practicarlas.

Miento: creo que Pare de Sufrir fue una innovación brasileña de nuestros tiempos. :-D

Pero aunque tú no creas que Jesús es el Logos divino en carne humana y aunque estés indignado por la cobranza de diezmos, es un hecho que sin él no habría algunas innovaciones que exigen inspiración, genio y virtud. Sin Jesús no existiría la antropología cristiana, ni el universalismo cristiano, ni el apóstol Pablo (vd. Slavoj Zizek), ni las misiones de San Patricio y Columba, ni la síntesis filosófica-religiosa de la mentalidad semítica con la mentalidad griega que formó a Europa, ni la ruptura del racionalismo griego, ni San Agustín (y, en el futuro, la idea de “self”), ni la abolición al infanticidio ni la represión contra la esclavitud, ni la “caritas” cristiana, ni la preservación de la herencia latina después de la caída del Imperio Romano…

Y entonces no habría Occidente, ni los primeros hospitales, ni el aristotelismo cristiano ni la ruptura con el aristotelismo cristiano, ni Cambridge y Oxford, ni Dante Alighieri, ni Pico Della Mirandola, ni Renacimiento, ni Rafael, ni Reforma, ni Lutero con su libertad de conciencia, ni escuelas públicas para enseñar a leer la Biblia (y otras cosas), no Johann Sebastian Bach, ni Rembrandt, ni el empirismo, ni la Royal Society (vd. Hooykas), ni revolución científica, ni Pascal, ni Martin Bucer, ni constitución moderna, ni “Lex Rex” (vd. Rutherford), ni hugonotes franceses, ni revolución francesa, ni revolución Norteamericana (ni Marx tampoco, le guste o no), ni Harvard, Yale y Princeton con las iglesias que las fundaron, ni la idea moderna de derechos humanos (vd. Wolterstorff), ni William Carey y el fin de la quema de viudas en India ni la abolición de la esclavitud con William Wilberforce, ni Comenio, ni Kierkegaard, ni Dostoyevski, ni negro spirituals (ni Jazz, ni Blues, ni Gospel, ni Rock & Roll y tal vez incluso… ¡ni Metal!), ni Cruz Roja, ni Maritain, ni la moderna declaración de Derechos Humanos, ni Martin Luther King (ni “I have a dream”), ni el Sindicato Solidaridad en Polonia, ni Tarkovski, ni Arvo Part, ni Malick, ni Desmond Tutu y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica y así por delante...

¡Sí! Tú puedes despotricar y maldecir contra las miserias de la religión, pero sé honesto y realiza un acto racional de respuesta proporcional. Te guste o no, tienes una deuda con la fe que inspiró y movió cambios positivos, que disfrutas hoy.

Así, como ya dije, no te impongas a ti mismo esta penitencia. Olvida tu falta de fe por unos momentos (no es tan difícil. ¿No haces eso con tu vida, acaso, todo viernes en la noche?) y agradece… al universo (¿?) por Jesucristo. Si después de informarte bien sobre la historia cristiana (dije “historia”, no Dan Brown ni sus semejantes) un sentimiento de gratitud nace en ti, no lo reprimas – aunque no tengas hacia donde dirigirlo. Ante la ausencia de alternativas, agradécele al viento. Aún así, será mejor que dormir en la cuneta otra vez, esta Navidad.

¡Celebra a Jesucristo, sea quién él sea!

jueves, diciembre 15, 2011

Breve (muy breve) comentario sobre cristianos, tatuajes y piercings

Antes de comenzar, quiero compartir este breve texto sobre este tema. Lo estoy trabajando como libro, con investigación mucho más profunda, pero ante tanta pregunta sobre el tema, quiero exponer resumidamente lo que he ido leyendo y estudiando durante algunos años. Los dejo con este muy breve comentario...

Evangelio… ¿en contra de los tatuajes y piercings?

Los piercing y tatuajes son cada vez más comunes en nuestros días. Algo que hace una década atrás era mirado con total rechazo, prejuicio y hasta miedo, hoy es visto en hombres, mujeres y jóvenes como algo normal. Incluso he visto a más de algún adulto mayor colocándose un piercing.

Como cristianos estamos inmersos en una sociedad que, ante la aceptación de estas prácticas, quedamos completamente confundidos. Muchas voces se levantan a favor y en contra de esto y si debemos o no aceptar estas conductas dentro de las iglesias. No pretendo hacer una teología de la modificación corporal, pero sí reflexionar sobre lo que he vivido respecto de este tema. A fin de cuentas aún es un asunto de gran discusión y controversia en muchos círculos evangélicos.

Cómo me veo

La primera cosa que necesitamos tener en mente es que se trata de un tema de apariencia personal y, por lo tanto, cambia según el tiempo y el lugar. Los usos y costumbres están directamente ligados a la cultura. Básicamente una cultura es formada por tres elementos: cosmovisión (la forma como un pueblo ve el mundo), sistema de valores (aquello que es importante para ese pueblo) y las normas de conducta (o modo como el pueblo se comporta; eso encierra el tipo de vestimenta y el trato hacia el otro). Las culturas son diferentes de acuerdo con su cosmovisión, valores y normas de conducta. Eructar en público después de comer algo es totalmente aceptable (y hasta loable) en ciertas culturas, pero es repugnante en otras. Una mujer con los pechos al aire es normal en muchos países de África, pero es obsceno en otras culturas. Besar a alguien en público es normal en Chile, pero puede llevarte a la cárcel en países islámicos. En estos mismos países islámicos un hombre no puede andar tomado de la mano con su esposa, pero puede andar de la mano con otros hombres. En occidente esta misma práctica evoca la idea de homosexualismo. Y por ahí va. Todas estas cosas son formas de expresión cultural. Puede ser un insulto o algo escandaloso para los que no son parte de la cultura, pero no necesariamente es errado para los que sí pertenecen a esa cultura. El hecho es que ninguna cultura es totalmente igual a otra y ninguna cultura (ni subcultura) está por encima de otra.

En el apocalipsis, Juan vio en el cielo pueblos de todas las tribus, razas, lenguas y naciones (grupos étnicos). Todas las culturas poseen elementos pueden e incluso deben ser redimidos, pero otros que necesitan ser rechazados por el Evangelio. Por ejemplo, hay culturas donde la poligamia es aceptable, pero ahí es donde debemos recurrir a la Escritura para dilucidar qué es lo aceptable y qué debemos rechazar.

Si entendemos que la apariencia personal es una cuestión de expresión cultural, esta apariencia también muda de acuerdo con la cultura y entenderemos que debemos mirarla con el prisma de la Escritura. Pinturas en la cara y en el cuerpo están presentes en diversas culturas. En la Polinesia, los nativos usan tatuajes para escribir su historia familiar en el cuerpo. También sucede lo mismo en algunas otras culturas orientales. El tatuaje y el piercing en el ombligo eran comunes en el antiguo Egipto. Algunos pueblos usaban piercing, aros y otras formas de alteración del cuerpo. Pero todo esto no necesariamente es “satánico” o “sacrílego”, sino “diferente”.

El problema es que el mundo se hizo pequeño. Nos estamos transformando cada vez más en una aldea global. Esta globalización genera que ciertas costumbres que antes sólo eran vistas en culturas aisladas y lugares remotos de la tierra, ahora se transforman en moda en todo el mundo. El tatuaje de henna es un ejemplo reciente de esta realidad. Y ¿quiénes son los responsables por el lanzamiento de la moda en nuestro mundo? Principalmente los medios de comunicación masivos que nos muestran artistas, músicos, cantantes usando determinada ropa, accesorio, estilos diferentes, muchas veces copiados por nosotros y de nosotros.

¡Así es! Cito dos ejemplos: Los raperos no inventaron un estilo de ropa y accesorios. Aquellos ya existían, pero fueron popularizados por los medios. La popularización de algunas costumbres orientales en occidente fue fuertemente influenciada por The Beatles cuando estaban en su fase de “El poder de las flores”. Muchas de las batas, camisones y pantalones que vemos hoy en las calles, plazas, centros comerciales y hasta en la iglesia fueron una influencia directa de la llamada “la mayor banda de todos los tiempos” y, por lo tanto, son “políticamente aceptadas” por nuestros liderazgos eclesiales. La popularización del piercing fue en 1993 con el video “Crying” de Aerosmith, donde Alicia Silverstone aparecía con un piercing en el ombligo. Una banda de rock, una balada romántica y una joven actriz. Elementos esenciales para fabricar la cultura y moda pop que es, simplemente, una mezcla de culturas y costumbres del mundo post-moderno.

Leonard Sweet, profesor y pensador cristiano, comenta sobre los tatuajes y piercings en su e-book “The Down Mistaken For Dusk”. Él dice que la razón por la cual la modificación del cuerpo es el tema Nº1 en discusiones y conversaciones de los jóvenes cristianos menores de 30 años, es por el hecho de ser parte de la cultura post-moderna actual (y casi global); una cultura donde la imagen es altamente valorizada.

¿Qué dice la Biblia sobre estas cosas?

Una gran ironía de estas acaloradas conversaciones, es que las cirugías plásticas, con silicona incluida, son cada vez más aceptadas entre los cristianos modernos. Hay pastores (y pastoras), ministros (y ministras) de adoración que están operad@s y nadie dice nada al respecto. Incluso en Chile tenemos varias pastoras, profetas y demases que han pasado por el bisturí de algún cirujano plástico cuando los diezmos y las primicias lo han permitido.

Sweet dice “La cirugía plástica es una forma severa de alteración del cuerpo. Esto es aceptado, ¿pero los piercing y tatuajes no?”. En la Biblia (Gn 24) leemos la historia de Isaac y Rebeca y de cómo se le regaló a Rebeca una argolla de seis gramos de oro para que se lo colocase en la nariz (un piercing) y, después de hacer esto, se arrodilló para adorar a Dios. Pienso que si esto fuese pecado o considerado pagano, entonces no hubiese mención a adorar a Dios.

En el libro de Éxodo percibimos que las mujeres de los hebreos usaban aros y argollas, los cuales fueron ofrecidos como ofrenda al Señor para la construcción del Tabernáculo. Nuevamente no creo que Dios aceptase de parte de su pueblo ofrendas que representaran costumbres paganas.

Pero el texto más intrigante para mi se encuentra en Ez 16.11-12: “Te adorné con joyas: te puse pulseras, collares, aretes, un anillo en la nariz y una hermosa corona en la cabeza”, donde es el propio Dios quien refiere esto de Jerusalén. Al parecer tales adornos no son una ofensa al Señor, sobre todo considerando el fin último detrás del acto mismo de usar piercings o adornos.

No estoy haciendo una exégesis sobre estos textos; estoy solamente haciendo una lectura como la haría cualquier cristiano. Y si la Biblia pareciera no condenar el uso del piercing, ¿por qué nosotros deberíamos? Nuestro desafío no es condenar, sino orientar a las personas (principalmente a los jóvenes) sobre las motivaciones detrás de estas prácticas y sobre los riesgos que existen en hacer estas cosas sin contar con un profesional del área, cuidando temas como la higiene y la salud. La persona debe estar consciente de los riesgos de inflamación, enfermedades contagiosas y efectos secundarios para con la sociedad. Deben estar conscientes de que algunas alteraciones son irreversibles, dejando marcas para toda la vida.

Motivaciones

Pero lo más importante es que debemos hablar con nuestros jóvenes es sobre identidad, autoestima e imagen. Creo que estas cosas son las realmente importantes ante cualquier alteración del cuerpo, ya sea una rinoplastia, colocarse silicona, corchetearse el estómago, hacerse una liposucción, colocarse un piercing o hacerse un tatuaje. Y las coloco a todas juntas cuando su motivación no es un tema de salud, sino simplemente un tema estético.

Mi única intención es compartir algunas ideas para fomentar la reflexión bíblica y saludable sobre el tema. Como falta hablar del tatuaje, acá va.

La primera cosa que se esgrime entre los cristianos que condenan los tatuajes y piercing como pecado es la prohibición escrita en Levítico 19.28 y que dice “No se hagan heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel. Yo soy el Señor”

Creo tener la seguridad absoluta de que los mismos cristianos que usan este texto para condenar los tatuajes, no tienen ningún problema para afeitarse, vestirse con ropas de dos telas diferentes, comer carne de cerdo o langosta, o tener un jardín en casa con plantas de diferentes especies. Porque esas cosas también estaban prohibidas en el libro de Levítico, al igual que las heridas y tatuajes. Santiago nos dice que si alguien quiere vivir por la Ley, entonces debe cumplirla por completo, incluidas estas prohibiciones. Entonces me pregunto ¿por qué prohibimos sólo algunas partes, pero nos damos libertad (incluso esgrimiendo la gracia en Jesús) de no prohibir también estas otras? Y he aquí una buena noticia: Los cristianos no estamos justificados por la Ley, sino que por medio de la Gracia en Cristo Jesús. Y no una Gracia barata, sino la redentora, regeneradora, perfecta, santa y sublime, que en la cruz me hizo estar en paz con Dios.

En segundo lugar, me gustaría recordar que, a mi entender, a pesar de que no exista ninguna condenación bíblica para el uso de tatuajes o piercing, la Biblia es clara en una cosa: ¡No debemos exagerar en nada! Pablo habla sobre vestirse modestamente y Pedro dice que debemos buscar la belleza interior, que es la que tiene valor real para Dios. Muchas personas que se hacen tatuajes y piercings lo hacen motivados para llamar la atención a sí mismos o para choquear a los otros en una actitud rebelde. Tal actitud es claramente condenada por Dios en Isaías 3, donde el profeta dice que, por causa de la arrogancia de las mujeres, Dios iría a arrancar sus decoraciones (incluido el piercing de la nariz), sus ropas caras e iría a raparles sus cabezas como señal de vergüenza. Cuando algo en mi vida se transforma en una obsesión o comienza a tener más importancia que mi relacionamiento con Dios y con el pueblo de Dios, entonces tal cosa DEBE ser rechazada. Por eso Pablo dice: “Todo me es permitido, pero no todo conviene. Todo me es permitido, pero no dejaré que nada me domine… Todo es permitido, pero no todo edifica” (1ª Corintios 6.12; 10.23)

El tema de fondo es qué es lo que me motiva a hacerme un tatuaje o un piercing, pero tampoco debemos olvidar qué es lo que me motiva a no hacerme un tatuaje o un piercing. Si en ambas posturas hay una fuerte tendencia a hacerlo por autojustificación y orgullo propio, entonces estamos ambas partes mal.

Recomendaciones

Finalmente, para cualquier persona que esté considerando la posibilidad de ponerse un piercing o hacerse un tatuaje, yo le sugeriría que recuerde lo siguiente:

Como cristiano, creo que debemos orar y pedir la orientación de Dios en primer lugar. ¿Será que esto es apropiado para mi vida?

La Biblia dice que debemos honrar y obedecer a nuestros padres. Entonces, consulta la opinión de ellos.

La Biblia dice que le pertenecemos y, de tatuarnos algo, debemos hacerlo para glorificar a Dios en nuestro cuerpo, mostrando nuestra pertenencia a Él. Cualquier símbolo esotérico o de otra religión o palabras de maldición u otra que no le honre, creo que no está ni siquiera en discusión el usarlas.

El mundo corporativo y empresarial tiende a rechazar a las personas tatuadas. Piensa bien entes de hacerte un tatuaje, porque eso puede quitarte un puesto de trabajo en el futuro.

Recuerda que vas a tener esta marca de por vida. No cometas la estupidez de hacerte algo de lo cual te arrepientas después.

domingo, diciembre 11, 2011

Creyentes 'copeteros'

El siguiente artículo (titulado originalmente como 'Creyentes Cachaceros") pertenece al pastor Sandro Baggio, misionero de Steiger y fundador de la iglesia Projeto 242 de Brasil. Lo he traducido al considerarlo un muy buen artículo que puede fortaleces y enriquecer tu caminada cristiana. Acá los dejo con este artículo:

En mayo de 1990 yo era misionero de OM (Operación Mobilización) y estaba a bordo del barco Logos II. Estábamos anclados en Bremenhaven, puerto de la ciudad de Bremen al norte de Alemania. Una noche, al salir con amigos para conocer esa hermosa ciudad, fuimos al Marktplatz que estaba repleto de personas. Parecía un Oktoberfest (a pesar de yo nunca haber ido a uno). OM tenía una ley seca, o sea, ninguno de sus misioneros tenía autorización para ingerir bebidas alcohólicas mientras estuviese trabajando con la organización. Pero alguien sugirió que, en ese local, deberíamos tomar algo. Yo no sabía exactamente que beber y, ante mi indecisión, me sugirieron una cerveza dulce. La idea sonó agradable y acepté. Una vez que llegó, tomé la cerveza de tonalidad clara, servida en un vaso similar a una pequeña copa, diferente a los ‘vasos schoperos’ en que servían la cerveza en otras mesas (y bastante más pequeño que esos ‘vasos schoperos’). Bebí tranquilamente. Y me embriagué como una yegua.

Al regresar al barco, subí con mucho cuidado y pasé callado frente el vigía nocturno, orando para que no se notase mi estado. Más allá de avergonzarme, aquella situación me trajo recuerdos dolorosos de mi infancia.

Yo crecí en un hogar marcado por los disturbios que surgen del abuso del alcohol. Parte de mi infancia fue un verdadero infierno por causa de las tomateras de mi padre. Cuando niño, era común beber hasta emborrachar en las fiestas de fin de año. Con once años, comencé a beber con mi hermano un año mayor. Comprábamos vino y cachaza y esperábamos el día en que mi mamá y hermanas estuviesen fuera de casa para llamar a unos amigos y emborracharnos.

En una de esas “fiestas”, mi hermano tuvo un coma alcohólico, fue internado de urgencia y por poco no murió. Fue el fin de nuestras tomateras. A los catorce años entregué mi vida a Jesús en el culto de una iglesia pentecostal y “ellos me enseñaron lo correcto e incorrecto, es blanco es negro” como dice la canción de King’s X.

Fue solamente cuando estaba en el seminario teológico que comencé a estudiar seriamente lo que la Biblia dice sobre la ingesta de bebidas alcohólicas. Me sorprendí al descubrir que, al contrario de lo que se me había enseñado (y que me pareció muy bueno teniendo en cuenta mi historial familiar con el alcohol), la Biblia no condena beber vino. En la Biblia, el vino es visto como señal de alegría y bendición de Dios. Salomón habla de la promesa para los que honran a Dios con sus recursos: sus graneros estarán plenamente llenos y sus barriles desbordarán de vino (Proverbios 3.9-10). Él dice que son dichosos los que comen en el momento apropiado para trabajar con fuerzas y no para emborracharse; una alerta contra la embriagues al mismo tiempo que reconoce que el vino nos da alegría y felicidad (Eclesiastés 10.17 y 19). Semejantemente el salmista alaba a Dios como creador que “hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, para hacer salir de la tierra el pan, y el vino que alegra el corazón del hombre…” (Salmo 104.14-15)

O sea, en estos y en otros tantos pasajes que tratan el tema del vino y los fermentados, aprendí que la Biblia enseña claramente que:

- Beber no es pecado, pero…

- Beber en exceso es pecado, por lo tanto…

- Necesitamos ser cuidadosos con el poder seductor del alcohol y…

- A veces, la mejor cosa que podemos hacer es no beber.

Que beber no es pecado debería quedarnos claro, tomando en cuenta que el primer milagro de Jesús (Juan 2) fue transformar el agua en vino en una fiesta de casamiento. “Pero”, me habían dicho “no era vino como tal, no tenía fermentación, era sólo jugo de uva”. Esta teoría se cayó por tierra considerando que otros pasajes de la Biblia hablan sobre la posibilidad de embriagarse con vino, así que no podía ser “sólo jugo de uva” (nadie puede embriagarse sólo con jugo de uva). De hecho, Pablo, escribiendo al joven pastor Timoteo, le recomienda beber un poco de vino con sus comidas (Timoteo 5.23). Al hablar de las características de los diáconos y presbíteros, Pablo dice que ellos no deben ser amigos de “mucho vino” (Timoteo 3.3) ni tampoco “apegados al vino” (Timoteo 3.8), palabras que no tienen sentido si se tratara sólo de “jugo de uva”. En su carta a Tito menciona el comportamiento de las mujeres cristianas y dice que ellas no deben ser “esclavas del vino” (Tito 2.3). Más allá de eso, hay fuertes indicios de que el propio Señor Jesús bebía vino. En contraste con Juan Bautista, de quien el ángel dice a sus padres que él no bebería vino ni bebida fermentada (Lucas 1.15), Jesús fue acusado de “comedor y bebedor” (Mateo 11.18-19). Jesús no tuvo pecado alguno y el bebía. Pablo no recomendaría un poco de vino a Timoteo si tomar vino fuese pecado. Y la Santa Cena no sería celebrada con vino si su ingesta fuese pecado. Uno de los problemas en Corinto es que algunos se estaban embriagando en la Cena, prueba de que no se trataba “sólo de jugo de uva”.

Muchos creyentes, al descubrir esto, están comenzando a disfrutar de una copa de vino o una cerveza, libres de una conciencia culpada.

El problema hoy en día no parece ser el de la abstinencia forzada o de las prohibiciones legalistas. Ya no vivimos en la época de la ley seca en la mayoría de las iglesias evangélicas brasileñas. El problema es que cada vez más hay más cristianos bebiendo más de la cuenta. Me sorprendo al mirar en Facebook y ver un número creciente de fotos exhibiendo tragos como si fuesen trofeos o “confesiones” de tomateras, como si se tratara de cosas triviales. Es el caso clásico de quien no sabe lidiar con la libertad y, después de un período de represión, van de un extremo a otro.

¿Por qué será que el hombre, cuando huye de sí mismo
Se ahoga en el copete y se droga sin parar?
¿Será que la vida impuesta es perder un todo vale?
¿Vivir siempre drogado es mejor que luchar?
¿Beber hasta morir esa es la solución?
(Beber hasta morir – banda ‘Ratos de Porão’)

Los cristianos, ¿pueden beber? Sí. No hay prohibición sobre eso en la Biblia. Pero la Biblia deja absolutamente claro que embriagarse es pecado y que los borrachos no heredarán el Reino de Dios: “…ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1ª Corintios 6.10 y Gálatas 5.19-21). Hay diversas historias en la Biblia sobre las consecuencias de emborracharse, llevando a las personas a cometer una serie de delitos graves bajo el efecto del alcohol. Incesto, violencia, adulterio, pobreza, asesinato, depresión y locura son algunos de los males relacionados con la borrachera relatados por la Biblia.

En su comentario de la primera carta de Pablo a Timoteo, cuando Pablo recomienda al joven pastor que, por causa de sus enfermedades, no beba solamente agua, sino que “un poco de vino”, Calvino dice lo siguiente sobre la embriagues:

“El término griego usado describía no sólo la embriagues, sino cualquier tipo de descontrol al beber vino. Beber con exceso no es sólo indecoroso en un pastor, sino generalmente resulta en muchas cosas mucho peores, tales como peleas, actitudes necias, ausencia de castidad y otras que no es necesario mencionar”

Y sigue:

“¡Cuán pocos hay en nuestros días que carecen de abstinencia de agua; en contraparte, cuantos carecen de ser frenados en su uso inmoderado de vino! Es también evidente qué necesario se nos hace, incluso cuando queremos actuar correctamente, rogar al Señor que nos dé el Espíritu de sabiduría para instruirnos en el camino de la moderación”

Por tanto, es necesario tomar cuidado con el poder seductor del alcohol. Estadísticas apuntan que el consumo de alcohol en Brasil aumenta cada año, tornándolo al país en uno de los más afectados por problemas asociados al alcoholismo. Una de las razones pareciera ser que beber se está transformando en algo cultural. En Brasil, la cerveza se transformó una bebida tradicional (la AMBev produce ¡35 millones de botellas de cerveza al día!) y esto ha hecho que los brasileños comiencen a beber cada vez más jóvenes (la iniciación en el alcohol está entre los 10 y 13 años). El resultado de tanta tomatera es que, según algunas proyecciones, se cree que el 7,3% del PIB anual es destinado a problemas provenientes del alcohol y que el 65% de los accidentes fatales en São Paulo tienen un conductor embriagado.

Hay diversas advertencias en la Biblia sobre la seducción del vino. La más notoria de ellas sea, tal vez, la de Proverbios 23.31-35:

No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor.

Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero.

Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

Chesterton comenta:

“El vino, dice la Escritura, alegra el corazón del hombre, pero solamente del hombre que tiene corazón”. Por lo tanto, “Nunca bebas cuando estés infeliz por no tener algo para tomar, porque parecerás un triste alcohólico tirado en la calzada. Pero bebe cuando, aún sin alcohol, estés feliz; eso te hará parecido a un risueño campesino italiano. Nunca bebas cuando lo necesites, pues tal acto racional es el camino a la muerte y el infierno” (G. K. Chesterton en ‘Omar y la viña sagrada’)

La conclusión es que, a veces, lo mejor que se puede hacer es no beber. Esto no es legalismo, sino sentido común. El comediante Eddie Murphy reveló que no bebe porque el alcohol no hace bien y que la última vez que tuvo resaca, fue después de tres copas de champaña en 1993 y lo hizo decidir no beber alcohol nunca más.

“Yo no bebo. Si bebo, sé que no me voy a sentir bien. Y, a veces, parece que todos los que beben están felices y divirtiéndose más, pero sé que no puedo” (Eddie Murphy)

Del mismo modo, conozco muchas personas que no beben por diversos motivos. Algunos no pueden beber por cuestiones de salud. Otras porque, habiendo sido víctimas del alcoholismo, saben que basta una dosis para que caigan nuevamente en el abismo. El cristiano que es libre para beber sin embriagarse, necesita ser libre también para no beber cuando la ocasión no fuera conveniente (o no beber nunca, si fuese el caso). Sobre todo, necesita tener la sensibilidad para no beber cuando esté en presencia de personas que puedan tropezar al intentar imitarlo. Eso también es un acto de caridad.

Concluyendo, más allá de agotar el asunto, creo que, como cristianos, deberíamos ser ejemplo de responsabilidad con relación a nuestros hábitos de comida y bebida. Pablo hace una lista en esta área como ‘obras de la carne’, cosas a las que estábamos sujetos antes de conocer a Cristo (Romanos 13.13-14). En contraste, el fruto del Espíritu es el dominio propio (moderación). Por eso, el apóstol recomienda, en vez de embriagarse con vino, debemos procurar estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5.17-18). El apóstol Pedro también advirtió a sus lectores sobre ciertos abusos que ya no deberían ser parte de sus vidas como cristianos (1ª Pedro 4.3). Tales advertencias hacen eco de las palabras del propio Señor Jesús en Lucas 21.34:

“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”

POST-SCRIPTUM

“Templanza, infelizmente, es una palabra que perdió su significado original. Hoy en día ella significa la abstinencia total de bebidas alcohólicas. En la época en que la segunda virtud cardenal recibió ese nombre, ella no significaba eso. La templanza no se refería apenas a un trago, sino a los placeres en general; esto no implicaba abstinencia, sino moderación y no pasarse de los límites. Es un error considerar que los cristianos deben ser todos abstemios; el islamismo, no el cristianismo, es la religión de la abstinencia. Es claro que abstenerse de bebidas fuertes es deber de ciertos cristianos en particular o de cualquier cristiano en determinadas ocasiones, ya sea porque si toma el primer vaso no podrá parar, o ya sea porque está rodeado de personas que tienen inclinación al alcoholismo y no quiere inducir a nadie a seguir su ejemplo. El punto es que se abstenga, por un buen motivo, de algo que no es condenable en sí mismo, pero que no se incomoda ver a otros disfrutar del alcohol. Una de las señales de un mal carácter es aquél que no logra privarse de algo sin querer que todos los demás se priven también. Ese no es el camino cristiano. Un individuo cristiano puede encontrar bueno el abstenerse de una serie de cosas por razones específicas –de casarse, de carne, de cerveza o de ir al cine-, pero en el momento en que comienza a decir que estas cosas son malas en sí mismas, o que comienza a poner malas caras a las personas que usan estas cosas, este cristiano se desvió del camino” (C. S. Lewis en ‘Cristianismo puro y simple’, Martins Fontes, p. 103-104)

miércoles, noviembre 09, 2011

Una aproximación al pluralismo intolerante

Encono. Esa es la palabra que resume la actitud tanto de grupos tradicionalistas como de los otros progresistas que se han venido enfrentando por el tema de la ley antidiscriminación aprobada ayer por el senado. Pero ambos extremos movidos desde un profundo moralismo (tradicional o alternativo), que busca pisotear al otro para validar su postura.
A la luz de la Escritura, veo que todo tipo de lucha por imponer una moralidad, tanto tradicional como alternativa, está necesariamente movida por el afán de un corazón que quiere vivir independiente de Dios (Marcos 12.13-34). No hace falta demostrar que quienes no creen en Dios quieren ser independientes de él. Eso es un hecho. Pero lo que me preocupa es quienes, diciéndose cristianos, practican una imposición moral movida por la independencia de Dios. ¿Cómo así?
Jesús lo dejó claro con la parábola del hijo pródigo. El menor representa a quienes no quieren dejarse guiar por los decretos, normas y leyes de Dios. La historia ustedes la conocen. Pero el hijo mayor representa a quienes han decidido tomar las leyes, decretos y normas divinos, cumplirlos al pie de la letra, pero por el sólo hecho de recibir la recompensa por cumplir, pero siempre alejados del deseo del corazón del Padre. O sea, viven moralmente correctos, pero tan alejados del Padre como el hijo menor. Porque esa parábola está dirigida principalmente a los hijos mayores.
El anhelo de Dios Padre es que el evangelio sea predicado, tanto para salvación como para condenación, y no que impongamos nuestras normas morales. El evangelio es suficiente para dar a conocer a Dios. El libro de Hechos 2.42-47 nos relata cómo los cristianos vivían el Evangelio, las personas admiraban el Evangelio queriendo ser como los cristianos y el Espíritu Santo iba añadiendo a la iglesia a quienes eran salvos. No hay luchas sociales ni políticas por imponer la moralidad cristiana, sino que se vive para ser testigo y luz en medio de la oscuridad espiritual. Y el trabajo de traer a la luz a las personas no es nuestro, sino de Dios. Insisto que nuestra tarea es vivir santamente (porque Dios es santo) y predicar el evangelio, pero quien llama de las tinieblas a su luz admirable es Dios. Fue Él quien, por medio del sacrificio de Cristo, pagó nuestra deuda de independencia de Dios heredada de Adán. Eso es lo que nos dice, a grandes razgos, el relato bíblico. Eso es lo que nos debería mover: el principio escritural de que todo fue perfectamente creado por Dios, que todo cayó en un estado de pecado y separación y que debe ser redimido en Jesucristo. Quien no crea esto, no ha comprendido la Escritura. Las cartas de los apóstoles están llenas de la explicación de todo esto, para quien quiera leerlo. El libro de Romanos está completamente dedicado a esto.
Pero para poder conversar el tema con quienes no han querido reconocer la Escritura como la Palabra de Dios, es necesario que busquemos una base común. No podemos negarnos al diálogo para poder convivir sanamente y, si aplicamos los principios escriturales, lograr vivir en armonía: santos viviendo en armonía en una sociedad impía (leer en Jeremías el llamado de Dios a su pueblo de cómo debía vivir en Babilonia). ¿Es eso posible? Absolutamente. Es el anhelo de Cristo cuando ora al Padre en Getsemaní, según el relato de Juan. No es en vano que Cristo clame a Dios que "no los quites del mundo, sino que guárdalos del maligno".
Pensando en esto, les comparto estas doce tesis, tomadas del pastor Gilherme de Carvalho (de L'abri Brasil) que buscan ubicar las bases del diálogo con los grupos GLBTT sobre todos estos temas. Aprovecho el espacio para que se informen de L'abri y Francis Schaeffer.
Les invito a leer estas tesis.

DOCE TESIS SOBRE EL PLURALISMO SOCIAL

(Guilherme de Carvalho - L'Abri Brasil)

(1) Los cristianos también pueden estar a favor del pluralismo. Chilenos de todas las creencias, clases y orientaciones morales concordamos en rechazar el Estado totalitario, así como la religión totalitaria. También nosotros concordamos con el movimiento GLBTT en que es necesario promover una sociedad pluralista. De hecho, la propia narrativa cristiana de “creación-caída-redención” da sentido a la diversidad como resultado de la voluntad divina sobre las elecciones humanas.

(2) Los cristianos son críticos del pluralismo individualista. No existe una visión única sobre el pluralismo social. Hay quienes piensan, por ejemplo, que en una sociedad pluralista todos están obligados a ser pluralistas e individualistas, en el sentido liberal, siendo deber del Estado promover esa condición. Ese tipo de pluralismo atomizador oriundo de la política liberal americana es intolerante, pues ignora la existencia de otras instancias de experiencia comunitaria entre el Estado y el individuo. Los cristianos entienden que la tentativa de reorganizar toda la sociedad por medio de la ficción útil del “contrato social” entre individuos presuntamente “autónomos”, en lugar de restringir el contractualismo de su propio ámbito que es el campo de la justicia pública, es un grosero error de la modernidad. Instituciones sociales naturales o no, anteriores al Estado moderno, nada deben a él y no pueden ser disueltos en nombre de la voluntad de los individuos que se unen en un contrato político. La tarea del Estado, en cuanto pluralismo, se restringe a preservar el libre tránsito de los individuos entre grupos e instituciones divergentes entre sí.

(3) Los cristianos tienen una visión realista sobre el pluralismo. En una perspectiva cristiana, la diversidad es un valor ambiguo. La diversidad puede ser tanto buena como mala. En el mundo de los hombres, la diversidad aparece tanto como resultado de la individualidad y de diferencias culturales (el lado positivo), así también como resultado de fallas humanas (el lado negativo). Pues hay divergencias que son fruto de nuestros preconceptos, errores de interpretación y fallas morales. Como diferentes grupos sociales tienen diferentes visiones sobre cuál divergencia es normal y cuál es anormal, no es plausible discutir “pluralismo” sin incluir en la discusión esas divergencias, y sin reconocer que el desacuerdo no puede ser “corregido” por medio de leyes. Todo pluralismo que intente eliminar el desacuerdo por medio de leyes es totalitario.

(4) En el mundo hay diferentes fes o “creencias morales”. Una fe moral o creencia es una visión sobre quién es el Hombre, cuál es su papel en el mundo y qué es verdadero y errado para esta fe. Diferentes religiones contienen diferentes creencias morales. Pero no son sólo las religiones que sustentan creencias morales. Las ideologías “seculares” como el socialismo, el capitalismo, el liberalismo y el positivismo sociológico también son creencias morales. El movimiento GLBTT también tiene una fe moral, con su propia visión sobre la inexistencia de “normal” y “anormal”. Esa cultura no se constituye sobre la base de un hecho científico ni es una verdad lógicamente necesaria. Es una fe, un proyecto compartido, una creencia moral.

(5) Creencias morales integran la identidad de las personas. Como involucran al ser humano, sus visiones de correcto e incorrecto y sus perspectivas sobre la naturaleza de “bien”, esas creencias naturalmente comprometen profundamente la existencia de los que la sustentan. El individuo no “escoge” arbitrariamente su creencia moral, ni la produce en condiciones normales, por medio de riguroso razonamiento científico o filosófico. Las creencias morales surgen naturalmente como fruto del contexto, de experiencias personales y de la estructura psíquica de cada uno, siendo siempre elaborada a posteriori. Y se tornan parte de la identidad de grupos humanos. Por eso la creencia moral es un área extremamente sensible y existencialmente cargada.

(6) Creencias morales se expresan en formas institucionales de manera diferenciada. Una fe moral nunca es algo que exista apenas en la mente de alguien. Ella existe en su vivencia total, afectando directamente sus relaciones sociales. Si un grupo comparte una creencia moral, es natural que esta moldee sus instituciones. En el caso de algunas instituciones, como la empresa privada o el órgano público, la creencia moral es apenas uno de sus aspectos y no su centro definidor. Pero en el caso de otras, de entre las cuales podríamos citar la familia, la comunidad religiosa, las instituciones educacionales, las asociaciones y fundaciones sin fines de lucro y destinadas al servicio social, y los partidos políticos, la creencia moral reside en su propio núcleo y determina la identidad de la institución. Esas instituciones no pueden existir sin alimentarse de una u otra fe moral específica. En ese sentido, cada una de esas instituciones tiene carácter “confesional” o de “credo”.

(7) Todos tienen el derecho de sustentar y compartir creencias morales. Los homosexuales y otros GLBTT deben tener el derecho, no sólo de existir y expresar su afectividad, sino también el derecho de defender públicamente su creencia moral. Pero en una sociedad verdaderamente pluralista, es necesario preservar el derecho de otras comunidades a que articulen y preserven sus creencias morales, independiente de la opinión de la mayoría. Es correcto tener leyes para proteger al movimiento GLBTT con sus creencias morales, pero es equivocado hacerlo de tal manera que otras comunidades sean impedidas de mantener sus creencias morales. La democracia no debe degenerarse a nivel de una “tiranía de la mayoría”.

(8) Tener el derecho a una creencia moral es tener derecho a mantener instituciones basadas en esa creencia moral. Algunos proponen que el derecho de promover la heteronormatividad y el desalentar la práctica homosexual sea limitado al culto en las iglesias que así lo deseen. Esta sugerencia es correcta, pero es incompleta, porque las “iglesias” no son las únicas instituciones que tienen raíces confesionales. Sería admisible eliminar el concepto de heteronormatividad en instituciones y actividades en las cuales la creencia moral es un aspecto más bien secundario o en instituciones en las cuales la creencia moral GLBTT es aceptada como principio. Pero en instituciones en las cuales la creencia moral constituye su elemento fundamental y definidor, como la familia, la comunidad religiosa, las asociaciones asistenciales, y todas las instituciones y actividades que tienen carácter “confesional” o de credo, deben tener el derecho de operar libremente, según su creencia moral, sin ningún tipo de interferencia o juzgamiento Estatal.

(9) Suprimir creencias morales puede ser mera violencia cultural. Si el Estado es invocado para privilegiar un grupo con sus creencias morales, y suprimir las creencias morales de otro grupo, tenemos un caso de violencia cultural perpetrada por el Estado. Las creencias morales son muy sensibles, pues están ligadas a la identidad personal, grupal e institucional. Forzar el cambio en cualquiera de esos niveles, aún con apoyo de la mayoría, es crear tensión social y violar la conciencia y la identidad humana. Las instituciones en que el Estado estaría autorizando a desalentar una creencia moral o instituciones que la sustentan serían: a) el surgimiento de una creencia que, por medio de la coerción física, psicológica o moral, destruyese la capacidad de sus miembros de examinarla racionalmente y abandonarla libremente; b) el surgimiento de una creencia que promoviese la violencia y la supresión de la libertad de otras creencias morales con sus instituciones correspondientes, amenazando con eso el propio principio pluralista. La tarea del Estado respecto del pluralismo se restringe a la preservación de la pluralidad de creencias e instituciones y del libre tránsito de los individuos entre esas creencias e instituciones. Cualquier ampliación de esa tarea implica violencia cultural y el quiebre del Estado laico.

(10) Pluralismo verdadero es convivir con pluralidad de creencias morales. La definición de pluralismo como “todos concordando en no diferenciar entre normal y anormal” genera violencia, porque excluye todas las creencias morales que no comparten de una forma relativista de creencia moral ligada a la cultura GLBTT. Esa definición es ingenua e irreal, porque no percibe que la divergencia de creencias morales es incorregible e independiente de la voluntad humana. Es también una expresión de violencia cultural, porque desalienta la diversidad de creencia moral e interfiere en el libre tránsito entre las creencias morales. Un mejor pluralismo sería reconocer que “todos concordamos en discordar sobre lo que es normal y anormal”. Sólo en este caso tendríamos un pluralismo humano y realista, honesto y no utópico.

(11) Una sociedad pluralista necesita incluir espacios no pluralistas y no solamente mentes no pluralistas. Cada creencia moral se expresa dentro de una comunidad moral que comparte esa creencia. Dentro del movimiento GLBTT, por ejemplo, la heteronormatividad es una creencia sin sentido. De la misma forma, en comunidades cristianas clásicas, la heteronormatividad es un punto consensual. Para ser genuinamente pluralista la sociedad necesita permitir espacios de disenso, dentro de los cuales las reglas son diferentes, a pesar que los individuos sean libres para transitar entre ellos. Un pluralismo plausible propone una pluralidad de creencias morales incorporadas en una pluralidad de instituciones confesionales.

(12) Una sociedad verdaderamente pluralista debe autorizar el pluralismo confesional para todas las instituciones que tienen raíces confesionales. Toda institución trae en sí elementos de una fe moral. Instituciones públicas pueden comprometerse con una u otra fe específica, dependiendo del momento histórico. Igualmente, instituciones que no son fundadas en una fe moral no dependen para su existencia de una fe moral específica. Pero todas las instituciones que se muestran intrínsecamente dependientes de una creencia moral compartida por sus miembros debe tener el derecho de mantener esa creencia, aún cuando esa creencia sea indeseada por parte o por la mayoría de la sociedad, y el Estado no debe ni promover ni discriminar tales instituciones en absoluto. Familias, instituciones educacionales desde el nivel básico hasta el nivel superior, asociaciones, fundaciones asistenciales, partidos políticos, comunidades y grupos religiosos, y todas las instituciones e iniciativas demostrablemente confesionales deben tener su derecho confesional preservado, independientemente del origen de su fe moral (sea “religiosa” o “secular”), siendo la promoción gubernamental de pluralismo restricta a espacios no confesionales y a las relaciones interconfesionales.

lunes, octubre 03, 2011

El maldito "Dios producto"

Hace un buen tiempo, Chile ha sido bombardeado por un concepto de Dios equivocado. Algo totalmente contrario a la enseñanza de Jesús en relación con Su Padre. Sin mayores rodeos, sendas herejías como que Dios te entrega todo lo que desees, como si se tratara de un genio de la lámpara.

Sinceramente no me gusta cómo el consumismo trata a Dios, como si se tratase de un producto para comercializar. Dios no es algo que se venda en las liquidaciones en los centros comerciales. No es un recuerdo que le damos a una persona porque la estimamos. Dios no es un buda que al sobarle la barriga te dará buena suerte. Dios no es amigo de Santa Claus. De hecho, no es Santa Claus. Dios no es una puta que, dependiendo del dinero que le entregues, va a venir a satisfacer tus deseos.


Esa maldita teología que dice que Dios te debe bendecir por ser su hijo, no es más que un producto barato que te ofrece algo que no es real... a fin de cuentas Dios bendice sus planes y no lo que yo le pueda decir que bendiga. Ya nos ha bendecido con todo tipo de bendiciones espirituales al salvarnos de la separación eterna de Dios.


Dios no me necesita para sentirse contento y bendecirme:

"El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hch. 17.24-25)


Si crees que puedes mover la mano de Dios por orar, ayunar, hacer buenas obras o cualquiera de esas cosas, no veo que sea compatible con el Dios que leo en el Salmo 33.9-11;

"Porque él dijo, y fue hecho;

El mandó, y existió.

Jehová hace nulo el consejo de las naciones,

Y frustra las maquinaciones de los pueblos.

El consejo de Jehová permanecerá para siempre;

Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones"


o en Isaías 40.13-14:

"¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?

¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?"


Dios ejecuta todas las cosas de acuerdo con el consejo de Su voluntad, según vemos en Romanos 9.15-20:

"Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?"


Así que no necesita de tus consejos, ni de tus sacrificios, ni de tus oraciones para bendecirte...

Simplemente teme a Dios y a Su grandiosa misericordia para con tu vida. Aprendamos a depender 100% en Dios y no en nuestros esfuerzos, que son considerados como desperdicio.

"Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?"


No podemos impedir que Su voluntad se realice. Él hace todas las cosas como le plazca y nadie fuera de Él mismo puede interferir en la ejecución de sus planes.


Y cuando comprendemos que Él hace sólo sus planes logramos entender que, cuando hay una relación íntima con Él, nuestros deseos y anhelos son sólo los suyos, pudiendo abrazar con todo lo que dice el Salmo 37

"Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.

Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

Guarda silencio ante Jehová, y espera en él"

viernes, agosto 26, 2011

El sistema de injusticia y violencia en el que vivimos

Hace rato que no escribía y quiero hacerlo basado en un análisis que encontré en el libro “Comentario Bíblico Hispanoamericano” de Washington Padilla sobre las injusticias que vivimos. Es contingente a la compleja situación social que vive Chile y, el resto de América Latina.

Con el siguiente texto no pretendo hacer un análisis profundo ni exegético de los versos de Amós, sino que los lectores puedan encontrar un paralelismo entre la situación contextual del pueblo de Israel y la situación contextual de miles de creyentes el día de hoy. Miles de creyentes que, tal vez obnubilados por la posición social que pueden adquirir gracias a sus empleos, piensan que la situación de pobreza es simplemente por culpa de los mismos pobres y que como cristianos sólo deben orar o dar una ofrenda especial para que alguien, algún ministerio en la iglesia, lleve esa ayuda a quienes más lo necesitan. Independiente de que Dios quiere que le honremos con nuestros bienes, el tema va un poco más allá. La injusticia social también es un pecado.


El siguiente texto tiene como base una porción de la Escritura, la que encontramos en el libro del profeta Amós, capitulo 3, versículos 9 al 12.

AMOS 3.9-12

9 Proclamen en las fortalezas de Asdod
y en los baluartes de Egipto:
«Reúnanse sobre los montes de Samaria
y vean cuánto pánico hay en ella,
¡cuánta opresión hay en su medio!»

10 «Los que acumulan en sus fortalezas
el fruto de la violencia y el saqueo

no saben actuar con rectitud»,
afirma el Señor.
11
Por lo tanto, así dice el Señor omnipotente:
«Un enemigo invadirá tu tierra;

echará abajo tu poderío

y saqueará tus fortalezas.»

12
Así dice el Señor:
«Como el pastor arrebata de las fauces del león

si acaso dos patas o un pedazo de oreja,

así serán rescatados los israelitas,

los que en Samaria se reclinan

en el borde de la cama y en divanes de Damasco.

El sistema de injusticia y violencia en el que vivimos


Se nos ha enseñado que debemos “someternos a las autoridades superiores” (Ro. 13.1), y conformarnos con las cosas como son. Pero es ahí que me pregunto dónde queda lo que Dios también dice en su Palabra respecto a la clase dominante que gobierna a su pueblo. Estos son aspectos del “consejo de Dios” que necesitamos tomar en cuenta si hemos de “discernir la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Ro. 12.2). Porque, sinceramente, no creo que Dios se equivoque. Así que creo que Dios, junto con invitarme a tener un comportamiento cívico ejemplar frente a mis autoridades, pagando todos mis impuestos, no rebajando el IVA, sacando mi licencia de conducir como lo exige la ley, por nombrar un par de ejemplos, me invita a estar pendiente de que ese respeto por la autoridad no signifique necesariamente pisotear a las clases más bajas, abusar de los menos afortunados, no luchar por la igualdad de oportunidades, defender posturas políticas que fomenten y respalden la usura, pensar en el bienestar y perpetuación de mi pensamiento político, por ejemplo.

Cuando defendemos acérrimamente nuestro bienestar económico, nuestro pensamiento político o nuestra postura social, podemos estar frente a idolatría, situación que Dios aborrece. Y soy el primero en pedir perdón por politizar pensamientos que debiesen ser absolutamente defendidos con la Palabra, como por ejemplo, la injusticia social… porque la injusticia social, también es un pecado. O sea, tengo la hermosa bendición de haber sido adoptado por Dios como hijo; haber sido hecho parte del pueblo de Dios. Pero por algún motivo hemos olvidado que si somos pueblo adquirido, nación santa, linaje escogido y real sacerdocio no es para recibir y recibir bendiciones de Dios, amasando riqueza o bienes para nosotros mismos. A fin de cuentas, Dios no es un maldito genio de la lámpara que deba conceder todos mis estúpidos deseos. Ni siquiera tiene la obligación de darme una casa o un auto o una bonita familia o hijos sanos. Con el hecho de haberme adoptado como hijo, ya tengo más que suficiente. Si somos algo es sólo para su gloria. Somos todo lo que Dios dice que somos para poder anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su admirable luz. Somos lo que Dios dice que somos con el fin último de hacer justicia, amar misericordia y humillarnos ante Dios. Somos lo que Dios dice que somos para restablecer su gloria en medio de la humanidad. Y desde mi análisis, necesitamos entender que la injusticia social, también es un pecado.

Hay cuatro puntos que quiero desarrollar sobre todo lo que digo. Cuatro puntos que, espero, sean leídos en integridad para poder opinar.

1. Hay pobres, porque hay ricos, y hay ricos porque hay pobres.

En el versículo 10 Dios acusa duramente a la clase dominante de Israel (los ricos) de “atesorar rapiña y despojo en sus palacios” (RVR60). La idea es que las riquezas que acumulan en sus casas lujosas no son simplemente el producto de su esfuerzo y trabajo, sino de lo que han robado al prójimo a través de la opresión y la violencia legalizada. Hoy vemos situaciones similares, donde muchos no necesariamente roban a mano armada (y espero que ningún hijo de Dios lo haga), pero evaden impuestos de alguna manera, pagan sueldos miserables, aplican intereses usureros a lo que prestan, explotan el medio ambiente sin preocuparse de la responsabilidad que tenemos como hijos de Dios con el ecosistema, o perpetúan una sociedad injusta y de guetos aislándose de todo lo diferente a ellos, tanto culturalmente como socioeconómicamente. No nos queremos mezclar con los inmigrantes porque son unos muertos de hambre que le quitan el trabajo a los chilenos, no nos queremos mezclar con los pobres porque huelen mal o por el qué dirán mis amistades si me ven con pobres, no nos queremos mezclar con los ricos porque son unos cerdos capitalistas, banales, interesados, etc.

En un mundo “bueno”, creado por Dios para bendición de la humanidad (Gn. 1), hay suficientes recursos para que nadie pase hambre, y menos aún, muera de necesidad. Sin embargo el problema de hambruna que afecta al Cuerno de África, por ejemplo, tiene pasando hambre a unas 10 millones de personas. ¿Por qué? La respuesta de la Palabra de Dios es que hay una íntima relación entre la riqueza de unos pocos, adquirida en no pocas ocasiones por medio de la violencia institucionalizada (“si no trabajas por lo que te pago, entonces no te doy trabajo”, “tu trabajo no vale más de lo que te pago”, “para ayudarnos mutuamente mejor no te contrato… hazme boletas solamente”, etc.), y la pobreza de la mayoría que ha sido despojada de sus medios de vida: hay pobres, porque hay ricos, y hay ricos porque hay pobres: son las dos caras de la misma moneda. Hay gente que no tiene lo suficiente para vivir, porque hay otros que se han apropiado de los recursos que deberían servir para suplir las necesidades de sus hermanos.

Y esto no ocurre solo dentro de un país, sino entre países. Hay unos pocos países ricos, que tienen mucho más de lo que necesitan sus habitantes, mientras que la gran mayoría de los países pobres está compuesta por millones de seres humanos que se arrastran en la miseria. Pero esto se debe no solamente al esfuerzo honrado de las naciones ricas, sino al hecho de que a través de los años esas naciones ricas han explotado y siguen explotando a las naciones pobres, regularmente con la complicidad de las clases dominantes de los países pobres. Esto sucedió cuando los conquistadores europeos vinieron a América, y tras dominar (y casi exterminar) a las poblaciones nativas, empezaron a explotarlas sin misericordia, y durante todo el período colonial se llevaron las riquezas de este continente. Lo mismo sigue sucediendo hoy día cuando los industriales, comerciantes y banqueros de los países ricos explotan a nuestros países al pagar sueldos miserables a nuestros obreros, o al prestar dinero y luego cobrar intereses usureros. Hay, entonces, una estrecha relación entre la pobreza de unos y la riqueza de otros.

2. El espíritu que lo inspira: la idolatría.

La razón por la cual la clase dominante de Israel explotaba a los pobres y los oprimía era que había convertido a las riquezas y la acumulación de cosas en su dios; los bienes eran el valor supremo de la vida. Esta es también la orientación del sistema económico, político y social bajo el cual vivimos. Lo que se busca no es llenar las necesidades básicas de la población, sino el mayor enriquecimiento de unos pocos que, regularmente, tienen el poder político en sus manos. Y para ganar más y tener más, se pagan los salarios más bajos posibles al trabajador, se evaden impuestos, se engaña con la publicidad, se producen artículos innecesarios. Lo importante para el sistema no es servir, sino tener.

Lamentablemente eso está arraigado en las mismas iglesias. Lo que debería ser un oasis en la sociedad, se convierte en el fiel reflejo de ella misma. Sólo pensamos en tener y en que Dios tiene casi la obligación de bendecirnos… ¿para qué?, nunca para pensar en el otro, sino sólo en nosotros mismos.

3. Los medios que emplea: la violencia y la represión.

En el pasaje de Amós se señala varias veces la violencia y la represión habituales y legalizadas a las cuales son sometidos los pobres de Israel. Es que para poder explotarlos, no hay otro medio que imponerles la fuerza. En alguna medida esta ha sido también la experiencia de todos los países latinoamericanos, pero en una forma más aguda ha sido la experiencia de los países que han adoptado el modelo económico neoliberal. Según la teoría, este sistema se basa en “la libertad”: la libre iniciativa individual para desarrollar un negocio; la libre competencia que, según la teoría, regula la producción y los precios; y el libre juego de “las leyes económicas naturales”, la oferta y la demanda, que supuestamente permiten el desenvolvimiento armonioso de las actividades económicas. Pero, ¿qué sucede en la realidad?

La mayor paradoja del neoliberalismo es que la libertad económica que proclama se traduce, sin escapatoria, en la necesidad de una represión muy grande de la fuerza de trabajo (los trabajadores). El neoliberalismo se convierte así, por su propia esencia, en neofacismo.

Esto nace del propio modelo, pues el neoliberalismo no puede ser llevado a la práctica en los países en vías de desarrollo si es que el Estado no asume la tarea de la represión de los intereses populares. Y entiéndase represión no solo como el uso de la fuerza, sino que protegiendo al empresariado con leyes, aprobando proyectos que destruyen el entorno en el que se construyen, argumentando todo en que estas cosas serán de provecho para todos los ciudadanos, cuando es evidente que sólo traerá beneficios económicos a los más ricos.

4. La mentalidad que subyace.

La primera acusación que Dios lanza contra los opresores es que “no saben hacer lo correcto” (v.10). Están tan habituados a cometer toda clase de abusos contra el pueblo, que han perdido toda noción de lo que es la justicia.

No es difícil encontrar individuos que han perdido el sentido del bien, como no es difícil tampoco encontrar personas que han perdido la vista o el oído. Pero algo mucho más grave es cuando el sistema económico-social de un pueblo se caracteriza por la incapacidad de entender y promover la justicia entre los seres humanos, y sus dirigentes están imbuidos de esa mentalidad. Y desgraciadamente en gran medida esa es la mentalidad que caracteriza al sistema capitalista-liberal. Esto es evidente, por ejemplo, en los argumentos que sus defensores emplean para justificar la continuación de este modelo de explotación. Algo anda mal con el sistema económico-social de un continente donde la mayoría de la población vive endeudada para tener lo mínimo y un poco más de lo mínimo, el desempleo no baja, la desigualdad crece cada día y la represión se usa para mantener un modelo económico y la violencia es la respuesta que encuentran los que son pasados a llevar.

Y sin embargo hay aquellos que defienden el sistema a capa y espada como el mejor posible, incambiable y aún “querido por Dios”. Si realmente entendemos lo que es el amor de Dios que quiere la vida de sus criaturas, la única conclusión posible es que los defensores de este sistema anticristiano “no sabe hacer lo recto”, han perdido el sentido del bien, están ciegos a la justicia, “tienen oscurecido el entendimiento… porque son ignorantes a causa de lo insensible de su corazón” (Ef. 4.18)