Ruego a todos los cristianos que están preocupados por hacer la voluntad de Dios y por alcanzar a las personas para Cristo a considerar el desafío de las ciudades en crecimiento que hay en todo el mundo. Un desplazamiento tan numeroso de personas debe tener detrás un propósito divino, y requiere nuestra respuesta.
La pregunta no es si preferimos vivir en las ciudades, la pregunta es si iremos allí donde se necesitan obreros y donde Dios quiere que vayamos. Es la misma pregunta que Dios le hizo a Jonás, el profeta. Las ciudades ofrecen oportunidades únicas para alcanzar a grandes números de personas con el evangelio de Jesucristo y extender su reino en la tierra.
Quisiera sugerir algunos pasos para quienes están empezando a darse cuenta de lo que las misiones urbanas pueden lograr –en términos del reino de Dios- y están dispuestos a explorar lo que Dios se propone.
Lo primero y más importante es tu propio desarrollo espiritual. El ministerio en las ciudades requiere que te pongas “toda la armadura de Dios” (Efesios 6), no sólo una vez o en forma ocasional, sino a diario. Por lo tanto, amplía tus horizontes espirituales. Procura algo más que tu desarrollo espiritual individual, involúcrate en ministerios relacionados con la iglesia, y en aquellos en los que tengas que pagar un costo personal a fin de contribuir al desarrollo de otros.
En segundo lugar, conviene que te comprometas en alguna clase de obra misionera urbana organizada. Esto te dará experiencia valiosa y pondrá a prueba tus dones para el ministerio. Ofrécete a un pastor, evangelista o misionero urbano como “aprendiz”. Observa cuidadosamente cómo usa el Señor a sus obreros. Aprende todo lo que puedas acerca de cómo presentar el Evangelio a diferentes grupos de personas y cómo responder a sus diversas necesidades.
Tercero, lee libros y periódicos que se ocupen de la labor misionera en las ciudades y aprende todo lo que puedas sobre diferentes modelos de ministerio urbano. Si puedes, toma un curso sobre ministerio en las ciudades, en alguna escuela o seminario bíblico; algunas instituciones ofrecen programas especiales sobre misión urbana.
Cuarto, investiga una ciudad en particular. Comienza estudiando un mapa de la ciudad e identificando sus diferentes secciones: áreas comerciales, zonas industriales, barrios residenciales entre otros. Observa más de cerca las áreas donde está creciendo la población y la clase de personas y de culturas que se encuentras allí. Luego elige un vecindario concreto y estudia su gente: su religión, su cultura, su idioma y su condición social. Investiga sobre sus necesidades espirituales, sociales y materiales. Averigua si hay iglesias activas orientadas hacia los grupos que hablan idiomas distintos. Piensa en formas en que sería posible extender el Reino de Dios en este vecindario en particular.
Siguiendo estos pasos aprenderás cómo llega a ser un misionero efectivo y promover el Reino de Cristo en el sitio más estratégico en el mundo en este momento: las ciudades.
(Tomado del capítulo 14 del libro ¡Vayan y hagan discípulos! de Roger Greenway)
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