sábado, marzo 17, 2018

Nuevas oportunidades

«Él librará al indigente que pide auxilio, y al pobre que no tiene quien lo ayude. Se compadecerá del desvalido y del necesitado, y a los menesterosos les salvará la vida. Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida.»Salmos 72:12-14 NVI


Durante la semana fui, por encargo de un amigo, a buscar leña al campo. ¡20 metros de leña! (en palabras sencillas, un camión cargado de leña). La persona que solicitó la leña contactó a dos haitianos para ayudar a cargar y descargar la leña. Uno de ellos, hablaba bastante español, bastante procrastinador, muy gracioso. El otro, más callado, muy trabajador, menos gracioso... o menos payaso. Entre los tres, hicimos la pega de cargar y descargar el camión con leña. El dueño del camión, pura talla a los haitianos.
Entre todo lo que conversamos, surge la pregunta tipo broma por parte del dueño del camión: 
 - ¿Y tú, cuántos Magister o Doctorados tienes? Porque acá dicen que todos los haitianos tienen Magister y Doctorado, y que saben 3 idiomas y lo único que veo acá es un flaco que está cargando leña bajo la lluvia... 
Debo confesar que me molesté. Al punto que levanté la voz y yo le respondí:
- ¿Sabe una cosa amigo? Yo tengo 4 años de estudios de Ingeniería Comercial, una Licenciatura en Comunicación Social, una Licenciatura en Teología, y cursos de nivel superior en Redacción, Derechos Humanos, Filosofía Cristiana y Resolución de Conflictos; hablo fluidamente 3 idiomas, he viajado a capacitarme a Estados Unidos, Brasil y Alemania... y estoy cargando leña bajo la lluvia junto con dos haitianos.
Hubo un silencio incómodo. 
Al poco rato, el mismo dueño del camión me pregunta:
- Oiga amigo, ¿y qué hace acá?
- Lo mismo que ellos: buscando nuevas oportunidades.
Más tarde, con más calma, conversé con Sherlot, el haitiano más trabajador. Él tenía un camión y hacía fletes entre República Dominicana y Haití. Con el terremoto, a su negocio le fue muy bien, ya que había que transportar muchos materiales de construcción y alimentos. Las carreteras estaban medias malas, pero eran transitables. Luego, las mafias terminaron por arrebatarle las rutas, los trabajos esporádicos y, con un atentado incendiario, su camión. Sherlot llegó hace 1 mes a Chile y se vino directo al sur, porque le dijeron que podía trabajar en la agricultura. Sherlot no tiene Magister ni Doctorado. Tampoco habla dos idiomas. Pero es trabajador. Tan trabajador que al otro día regresó al lugar donde yo trabajo para ordenar la leña... casi 12 metros, él solo. Sus últimas palabras fueron:
- Amigo... problema Haití, no terremoto, no cólera, no lepra. Problema Haití gobierno corrupción. Chile no corrupción. Chile trabajo.
Ahí sentí pena.
Pero creo en un Dios que se compadece del desvalido, del necesitado. Y usa a sus hijos para extender una mano cariñosa. Clamo por leyes migratorias que puedan proteger de la neo-escalvitud a personas vulnerables como Sherlot.

martes, marzo 06, 2018

In God, we trust?

¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
(Salmo 13.1-2)

Todos llevamos dentro algún tipo de drama personal, de carga difícil de soportar, de lucha que nos desgasta y que podría desencadenar sin previo aviso un verdadero cataclismo en nuestras vidas. No existe el antídoto que nos vacune contra toda clase de “malos tiempos” y menos una píldora que reduzca el “tiempo de la aflicción”.

No obstante, lo que si hallamos en la Biblia es que los hombres de Dios encontraron algunas formas de paliar el dolor y tratar de responder a la pregunta: ¿hasta Cuándo? Seamos bíblico-realistas, No existe un libro más apegado a la realidad del hombre que la Biblia. Es por eso que cuando la leemos con detención nos sorprende la crudeza de sus testimonios pero también lo fabuloso de la esperanza que sus testimonios nos plantean.

Algunos suponen que el cristianismo es una medicina en contra de los malos tiempos y por lo tanto se sienten culpables y alejados de la bendición cuando éstos asoman en el horizonte. ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Te estás sintiendo así en este momento? Nuevamente planteamos que la gran riqueza del cristianismo radica en que el Señor nos da herramientas que nos permiten poder construir nuestra casa sobre roca, y el sentido común para evitar hacerlo sobre la arena, antes que enseñarnos a controlar tempestades o llevarnos a vivir en lugares en donde no existen las furiosas tormentas. Veamos entonces algunos consejos del Señor que no nos ayudarán a encontrar la fecha de caducidad de nuestros problemas pero si a aprender a enfrentarlos:

En primer lugar, debemos aprender a confiarle al Señor todos nuestros sentimientos y dilemas. Los salmistas en sus cantos no se reservaban nada, simplemente se lo decían todo al Señor. En el Salmo 10 se pide la destrucción de los malvados y las palabras iniciales no son necesariamente una alabanza al creador: “¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación? ” (Sal. 10.1).
¿Pueden ustedes imaginar un servicio religioso en donde cantemos con esas palabras? El texto del encabezado también nos muestra la severidad del sentimiento del corazón de los salmistas. Luego, no tienen mejor idea que “cantar” con lujo de detalles de la terrible realidad de maldad que ellos están observando: “Porque el malo se jacta del deseo de su alma... Sus caminos son torcidos en todo tiempo... Llena está su boca de maldición, y de engaño, y de fraude... arrebata al pobre trayéndolo a su red ” (Sal. 10.3a,5a7a,9c). Sin embargo, las palabras no se quedan en el terreno de la queja, sino que se convierten en oración y compromiso por el cambio: “Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano; no te olvides de los pobres” (Sal. 10.12). Más que atrevimiento es la osadía de hombres que no pueden ocultar su canto de la realidad en que viven, y que, por lo tanto, esperan seguir cantando al Señor que sigue reinando entre ellos: “Jehová es Rey eternamente y para siempre...” (Sal. 10.16a).

En segundo lugar, debemos aprender a llamarnos nosotros mismos la atención en búsqueda de fortaleza. ¿Por qué no debo derrumbarme en medio de la prueba? ¿Por qué debo tener paciencia? ¿Por qué debo mantenerme fiel? ¿Cuáles son mis fundamentos? ¿En qué se basa nuestra vida para sostenerse? Todas estas preguntas deben responderse en lo profundo de la conciencia y con nuestras propias palabras. Los salmos no sólo hablan de lo que Dios va a hacer, sino también de la reivindicación de la confianza que nosotros hemos puesto en Él. Justamente, el Salmo 15 expresa el llamado a la integridad personal a cualquier costo sin importar el tiempo que estemos viviendo.

Pero es en el Salmo 16 donde encontramos el punto de inflexión entre nuestro Dios protector y las convicciones que nos fortalecen. Así dice David: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti” (Sal. 16.1-2). Son estas convicciones las que copan el corazón del salmista y le llevan a decir: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra no seré conmovido” (Sal. 16.8).

Finalmente, la pregunta a la que esta reflexión nos está guiando no es “¿hasta cuándo?”, sino más bien es “¿hasta dónde?”. Tener respuestas en tiempos de aflicción no está en función del tiempo de duración sino en directa proporción con las fuerzas que tengamos para enfrentarlos. Si lo pensamos bien nos daremos cuenta del poderoso sentido de estas palabras: Si nuestro corazón está engrandecido de convicciones... entonces siempre las pruebas serán pequeñas; en cambio, si nuestro corazón está empequeñecido por falta de principios que sustenten nuestra vida y confianza en el Señor... entonces las pruebas siempre serán gigantescas e insoportables.

Consejos para perdonar

No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban a su lado, y clamó: «¡Haced salir de mi presencia a todos!» Así no quedó nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos."
(Gênesis 45:1)

1. Reconciliación. José ya no podía soportar tener que esconderse de sus hermanos. Sus más profundos sentimientos lo estaban sofocando. El milagro de la reconciliación comenzó cuando José dejó de requerir una disculpa y ofreció una disculpa. 

"José dijo a sus hermanos: Acérquense. Ellos se acercaron y les dijo: Yo soy José, vuestro hermano, a quien ustedes vendieron a los egipcios" (Génesis 45:4)

2. La reconciliación tiene impresa la palabra 'perdón'. Siguiendo el ejemplo de Dios, fue Él quien vino hasta nosotros para perdonar nuestra falta. José hizo eso y fue una bendición para sus hermanos.

"Ahora, pues, no se aflijan ni se reprochen por haberme vendido, porque en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas" (Génesis 45:5)

3. Una verdadera reconciliación hace más estrecha la relación con sus hermanos. Con Dios en medio, es imposible no querer zambullirse en los brazos de su hermano, porque todo es verdadero.

"Entonces se lanzó al cuello de Benjamín, su hermano, y lloró; y Benjamín lloró también en su cuello. Y José besó a todos sus hermanos, llorando sobre ellos. Solo entonces ellos se animaron a hablar con él." (Génesis 45:14-15)

El perdón, cuando es genuino y motivado por Dios, es unilateral. Y eso trae sanidad.

Como cristiano, ¿no necesitas ir a la iglesia?

Dwight L. Moody, el gran evangelista gringo, estaba visitando cierta noche a un empresario en su casa. El empresario le preguntó: "¿No es suficiente adorar a Dios por cuenta propia cada día?, ¿Por qué, entonces, debo interrumpir mi vida y mi descanso para ir a la iglesia?" Moody escuchó sin hacer comentario. Se acercó a la chimenea que estaba encendida y con las tenazas tomó unas brasas ardiendo, dejándolas sobre el suelo al lado del fuego. Mientras todos observaban en silencio, las brasas incandescentes (ahora separadas del fuego), comenzaron a apagarse y perder brillo hasta que, finalmente, el humo que salió de las brasas daba a entender que el fuego se había apagado, mientras en la chimenea el fuego era tan fuerte como cuando las brasas fueron tomadas. Con eso, la pregunta había sido respondida.