"Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos" Hechos 2.47
No era fácil aceptar el mensaje de la iglesia cristiana. Como Pablo declaró una vez, este mensaje “es una ofensa para los judíos y es una locura para los no judíos”. Pero ese era el único mensaje que la iglesia tenía y era detestable para las personas. Era absurdo que, a pesar de eso, la iglesia creciera. Pero lo hizo.
El secreto consiste en ese trabajo “paralelo” o “marginal”, realizado de manera invisible y que es revelado a nosotros por medio de la Biblia: “Y cada día el Señor juntaba… las personas que iban siendo salvas”. Y sólo así la iglesia creció. Dios dio el crecimiento. Fue por el toque de Su Espíritu Santo y por Su poder actuando por intermedio de las predicaciones de Su Palabra.
Nadie jamás se sumará a una iglesia sin que Cristo le coloque ahí. El hecho de que el Señor es quien va sumando los nuevos miembros nos despierta y anima. No tenemos que preocuparnos del crecimiento numérico, porque sólo Él da el crecimiento.
Eso no depende de nuestro talento. Depende solamente de la gracia y del poder de Jesús, por medio del Espíritu Santo, proclamando fielmente la Palabra de Dios.
Nuestro rol es ser fieles, ORAR, dar testimonio y hablar del Evangelio. El resto lo pone nuestro Dios.
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