Veo personas hiriendo profundamente a otras personas.
Veo personas que no se aman los unos a los otros.
Veo la vanidad aflorar en los corazones y explotar en gestos agresivos contra sus propios hermanos en Cristo.
Veo que, por más que intentamos ser neutros, en algún momento, cuando nos tocan nuestra área de comodidad, explotamos como perros con rabia.
Veo peleas idiotas por cosas aún más idiotas, simplemente por encontrarnos mejores que el prójimo.
Veo personas totalmente putrefactas (me incluyo aquí), llenos de pecados regalones, escondidos por ahí, pero dando lecciones de moral a otros como si fuesen la 4ª persona de la Tetranidad.
Veo personas que prefieren escapar antes de enfrentar sus problemas. Porque al parecer es más fácil arrancar que enfrentar. ¿Será cierto?
Veo personas con máscaras jugando con alambre de púas.
Veo personas que están solas por voluntad propia, que no dejan que nadie se les acerque, que no buscan ni quieren cambiar esa situación, pero que se quejan de barriga llena.
Veo personas que se comprometen y no cumplen, se comprometen y no cumplen, se comprometen y no cumplen, así, varias veces.
Veo personas concentrándose solamente en los problemas y no buscan soluciones, tal vez por inmadurez o simplemente porque les gusta ver que el circo arda en llamas.
Veo proyectos que comienzan y que se abandonan a su propia suerte.
Veo pastores que simplemente se desaparecieron de sus iglesias, sin dar la mas mínima explicación a quienes les acompañaban, sin siquiera llamar por cobro revertido a aquellos que lo oían, sin siquiera explicar por qué están abandonando el barco. Simplemente están desistiendo por estar frente a tener que enfrentar alguna dificultad que ni siquiera compartieron con la comunidad para que, como cuerpo, lo pudiesen enfrentar todos juntos.
Hace un tiempo atrás un amigo agnóstico me dijo que para que los canutos no tuviésemos que pasar por todos estos problemas, el negocio no era tener una iglesia, sino que era mejor colocar un topless. Porque así las personas vendrían por las putas, se tomarían una cerveza tibia con muchas ganas, cantarían, bailarían, pagarían caro por manosear a una puta, se irían y volverían felices. Y volverían porque se parece mucho con las iglesias: pagan por lo que quieren ver, escuchar y tocar, obteniendo por ello un estado de placer momentáneo, pero no tienes a un cabrón vestido de terno y corbata diciéndote qué puedes o no hacer.
Infelizmente le encuentro la razón. Y creo que hoy tenemos todos esos problemas porque muchos no se han comprometido realmente con el Señor. La verdad es que muchos no son iglesia… sólo están dentro de ella.
No sé si por necesidad de formar parte de un grupo social, una especie de “country club”, por creer que al asistir a la iglesia (aka templo) van a acumular puntos LAN Pass o que al final se sorteará una PS3, un iPhone4, una iPad, un viaje al Caribe o un Audi A3. O simplemente porque creen que asistiendo se aseguran de que nada malo les sucederá… qué se yo.
Por eso es que está tan la cagada en las iglesias. Porque si existiese un compromiso de verdad con Dios, no habría tiempo de andar haciendo tanta cagada junta.
Si no estás de acuerdo, mira a tu alrededor y piensa en esos que ya no están en tu iglesia y andan “perdidos”, piensa en ese lote de amigos con los que ibas a campamentos, retiros, encuentros, reencuentros, requetecontraencuentros y que ahora no están… y no están en ninguna iglesia, porque simplemente se desilusionaron.
Pero, ¿sabes qué es lo peor (o mejor) de todo esto? Es que yo todavía creo en la iglesia. No en los edificios, sino que en la Iglesia de Cristo. Aún creo en las personas. Aún cuando he querido mandar todo al carajo, todavía tengo fe y esperanza en que todo esto puede cambiar. Y estoy trabajando para que cambie, aunque se me vaya la vida en esto.
Y es que no puedo desistir… por todo lo que Cristo hizo por mí, nunca podré desistir.
Si no estás de acuerdo conmigo, todo bien. Sigue viviendo tu evangelicalismo de cuento de hadas. Si tu iglesia no tiene este tipo de problemas, te felicito… eres un suertudo.
Yo por mi parte tengo una vida real, rodeado de personas reales con problemas reales. Y estoy seguro que es así porque sirvo al único Dios real.
Que Él nos guie y nos de las fuerzas para que no caigamos.
Soli Deo Gloria.
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