Este artículo (tomado del Blog del pastor Sandro Baggio) fue escrito por Anthony Bradley en la revista online WorldMag y hace referencia a un fenómeno que está siendo observado en Estados Unidos de América. Decidí traducirlo y publicarlo en mi Blog porque creo que debemos estar atentos, sobre todo porque hay claras señales que lo mismo ocurre en Chile.
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La manera como los amargos se comunican encaja en la tesis de Ronald Inglehart a los inicios de los años 1970 sobre jóvenes post-materialistas. Inglehart escribió que cuando los niños crecen con abundancia, como muchos jóvenes evangélicos suburbanos, al alcanzar la mayoría de edad, se preocupan más de su auto-expresión de que con el trabajo duro y la sobrevivencia, preocupaciones de aquellos que crecieron en medio de la dificultad y escasez.
Sumemos a esto lo que Bill Bishop escribió en The Big Sort: Why the Clustering of Like-Minded America Is Tearing Us Apart, que los hijos de la abundancia de transforman en jóvenes adultos post-materialistas que pierden el interés en la religión organizada y pasan a enfocarse cada vez más en su espiritualidad personal. El crecimiento económico y la seguridad militar disminuyen en importancia política siendo substituidos por asuntos como la libertad personal, derechos de aborto, justicia social y medio ambiente. Estos adultos jóvenes son menos propensos a obedecer una autoridad central y pierden la confianza en instituciones jerárquicas. Finalmente son ellos los que fomentan el resentimiento por las grandes organizaciones que criaron la sociedad industrial moderna de Estados Unidos: los grandes negocios, denominaciones tradicionales, estructuras familiares y así por adelante.
Los amargos, que tienden a gravitar en dirección a la cultura cristiana de moda, están en una misión para exponer la "conspiración conservadora" donde quiera que encuentren (o inventen), bajo la disculpa de "crítica saludable". Los amargos se defienden a ellos mismos porque ellos no son como los otros. Si sus padres eran republicanos, ellos se hacen demócratas. Si sus padres están en una iglesia conservadora, los amargos buscan una iglesia liberal. Los amargos escogen la izquierda simplemente porque no es la derecha. No hay mayor pecado para los amargos que sonar como si fueses un "conservador".
Definir la identidad de alguien en términos de "no ser igual a ellos", parece cobardía. El deseo por la auto-expresión, que Inglehart discute en su tesis, puede ser un deseo por ser escuchado y afirmado, una vez que muchos hijos de la clase media son ignorados en casa, donde se reporta la participación significativa en la vida familiar como algo opcional. Los amargos por lo general se sienten profundamente insignificantes, como si no tuviesen importancia. Ellos probablemente no eran los "bakanes" en la escuela. Suplicando por aprobación, los amargos desean que alguien les preste atención. El modo más fácil de ganar la atención es protestando contra las cosas queridas de los más viejos. "¿Ahora me pones atención, cierto?" es la declaración más común de los amargos. La gran ironía es que los amargos aún necesitan conexión con las comunidades conservadoras que abandonaron. Si tú realmente "dejaste" algo, no puedes perder tanto tiempo atacándolo; simplemente lo ignoras y lo dejas.
Puedo estar equivocado sobre los amargos. Espero que sí. Pero lo que veo es un grupo de veintones gastando su tiempo con una búsqueda que nunca les irá a dar la revolución prometida.
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