miércoles, julio 06, 2016

Declaro, renuncio y decreto...

Si hay algo que me genera tristeza es la actitud de algunos hermanos en Cristo que tienen un Dios utilitario; una especie de Jesús "Genio de la lámpara" que está ahí para satisfacer todos mis deseos... incluso los más perversos. Las palabras "declaro", "renuncio" y "decreto" son usadas como amuletos de buena suerte, con "doble poder" si se usan con el nombre "Jesús" antes de cualquier cosa. Una bazofia.
En la Biblia leo que Jesús nos enseñó más sobre el valor de sufrir que de disfrutar beneficios pasajeros de este mundo, porque nuestro gozo pleno está en el Reino de los cielos. Y que debemos anhelar ese gozo antes que cualquier disfrute en este mundo.
Y pensando bien, creo que también puedo declarar, renunciar y decretar...

DECLARO que Dios es soberano en mi vida y que acepto lo que él tenga dispuesto para mi vida, porque así como me hará pasar por dificultad, también me promete que me dará lo necesario para soportar la prueba; que Jesús es suficiente para mi salvación, porque no hay ningún otro mediador entre Dios y los hombres, ni tampoco hay nada bueno que yo pueda hacer que me regale salvación, porque sólo el sacrificio de de Cristo trajo satisfacción a la justicia del Padre; que el Espíritu Santo me regeneró, colocó fe en mi corazón, me convence de pecado, me guía en mi caminar cristiano por medio de Su palabra y me soporta en el camino a mi glorificación.

RENUNCIO a mi autosuficiencia, a mi vanagloria, a mi orgullo, a mi cobardía y temor, a mis deseos, a la ansiedad, a la ira pecaminosa y la amargura, y a los engaños de Satanás.

DECRETO que someto mi mente a Cristo y a Su Palabra, para que, por medio de mi relacionamiento con los inconversos, el Espíritu Santo pueda realizar el acto sobrenatural de tocar corazones para traerlos de muerte a vida, para que implante fe en sus corazones, para que oigan la Palabra, para que luego le conozcan, y lleguen al arrepentimiento,  por amor a la gloria de Dios y el crecimiento de la Iglesia.

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